lunes, 17 de febrero de 2025

LA BARRANCA

Ladera del Canto Gordo, es ese curioso nombre de la ladera que vamos dejando atrás en nuestro caminar desde el aparcamiento de la Barranca buscando el Mirador de las Canchas. Porque la naturaleza entera es aquí una canción muy grande a la sensibilidad, al entusiasmo, a la vida. El río Navacerrada irá a nuestro lado en numerosas ocasiones esta jornada; en estos días cálidos del invierno el agua suena ya a “La Primavera” que el músico francés Debussy (1862 – 1918) compuso el año 1908 inspirado por el cuadro de Botticelli. La música nace suave y esforzada para continuar en un florido ascenso y concluir en la alegría compartida por todos los seres y la naturaleza entera.

El pequeño embalse del pueblo de Navacerrada primero y el embalse también de tamaño reducido del Ejército del Aire van quedando a nuestra derecha siempre entre el sosiego y la calma del entorno mágico, siempre entre el suave rumor de agua y la armoniosa música del Carbonero Garrapinos y el tintineo lejano del Pájaro Carpintero.


Arroyo Guadarrama en alguno de sus puntos de recorrido.

Tras varias curvas de la amplia senda dejamos atrás el acomodo “deportivo” conocido como “De pino a pino” y enseguida llegamos a una cerrada curva a derecha que ya no hemos de coger, según la intención de nuestra ruta de esta jornada, pues nosotros entramos por la Senda Ortiz muy bien marcada frente a nosotros.

La Senda Ortiz es una ruta serena en ligero ascenso continuado entre pinos y serenidad, algún reducto de jaras pretenden recubrir el limpio piso de hierba y roca. Numerosos arroyos de temporada arrullan el musgo de su ribera mientras los pinos beben a sorbos de sus aguas. Antes de llegar al cruce de la Senda del Chiquillo ya hemos contemplado Madrid en la lejanía, más cerca el embalse de Navacerrada y las llanuras entre pueblos y urbanizaciones de más reciente construcción.


Arroyo del Chiquillo

La Senda del Chiquillo, permite una subida más pindia y directa hasta el Mirador de las Canchas, pasando por el árbol araña que ya llevamos visitando varias décadas desde la primera vez que lo vimos caído y aún con cierto verdor en sus ramas hasta estos días en que ya su tronco está carcomido por las inclemencias y el tiempo.  Hoy los dos montañeros continuamos entre pinos, enebros, zarzas de diversas clases Senda Ortiz adelante. Llegamos al Arroyo del Chiquillo, uno de los pocos con nombre conocido en esta profusión de chorros que hemos dejado en la ladera hace ya un buen rato. Este arroyo baja directamente hasta el Embalse de Navacerrada, situado también en el Río Navacerrada, y de mayor tamaño que los dos vistos al principio. 

La Senda Ortiz nos lleva hasta la planicie del antiguo Sanatorio del Guadarrama, del que no queda ningún vestigio en forma de construcción solamente el recuerdo de alguna película y pocas series que allí se rodaron. Hoy la explanada ofrece unas hermosas vistas y una pradera de sosiego y silencio despoblada de arbolado, brillando de verdor y de espinos.


Fuente del Piornolón, escondida entre pinos y piornos. A la derecha sale la senda que llanea hasta dejarnos en el Mirador de Las Canchas.

Retomamos durante unos metros la amplia senda que habíamos dejado para iniciar la Senda Ortiz y que llega hasta aquí después de serpentear sierra arriba. Enseguida encontramos un sendero secundario, bien visible y marcado con algún hito para advertir de su inicio, que sube hasta la Fuente del Piornolón por la ladera de Peña Pintada. La Fuente del Piornolón fue antaño un lugar de refresco y merienda para las personas trabajadoras del pinar; la senda por la que subimos hoy, fue entonces el lugar por el que bajaban los troncos hasta cargarlos en algún vehículo que podía transitar con seguridad por la amplia senda que recorre esta parte de la sierra.


Mirador de Las Canchas con el Alto de Guarramillas o Bola del Mundo y La Maliciosa con su Peñotillo, al fondo.

Desde la Fuente del Piornolón al Mirador de las Canchas la senda es llana y visible. Llegamos al Mirador de Las Canchas, uno de los miradores más admirables y de mayor asombro de la Sierra de Guadarrama. Peña Pintada y la Cuerda de las Cabrillas con Peña Orcón por encima de la Senda de la Tubería a nuestra izquierda, La Bola del Mundo (Alto de Guarramillas), La Maliciosa con su Peñotillo cubren el frente de donde descienden diferentes barrancos, El Infierno, El Piornal, El Regajo del Pez…


Fuente de Mingo.

Bajamos senda adelante hasta encontrar de nuevo el Arroyo Navacerrada (también llamado Samburiel) por cuya orilla desciende una senda bien marcada que nos deja en la Fuente de Mingo y continúa, siempre paredaña al Arroyo Navacerrada, hasta llegar al lugar conocido “de Pino a Pino” y seguir ya por la pista hasta el aparcamiento.

Javier Agra.   

 

lunes, 3 de febrero de 2025

CUATRO CAMINOS, LA PEDRIZA


Te cuento, amigo lector, que La Pedriza es grandiosa en su conjunto y en cada una de sus partes, de modo que si quieres pasar un día fabuloso puedes ir a la Pedriza. Allí decide si quieres caminar más horas o menos, más espacio o menor terreno, yo auguro que el asombro será grandioso cada vez que estés por aquellos parajes. El asombro es una de las cualidades que más ayudan a avanzar a la humanidad, desde el asombro saltamos a la investigación para satisfacer la curiosidad y de la investigación nacerán diferentes errores y, acaso, finalmente el descubrimiento de la novedad, de la verdad, de la ciencia.

En el puente de madera sobre el río Manzanares, puedes poner el altímetro si lo tienes (yo no lo tengo) a mil veinte metros para orientarte sobre las diferentes alturas a las que quieras llegar. Pero no te pierdas el murmullo más o menos intenso de sus aguas, según la época del año pues el Manzanares a esta altura es un río saltarín entre piedras y salgueros, entre pinares y riscos.



Desde un recodo del sendero de subida aparece majestuoso este peñasco del fondo que se conoce con el nombre de El Pájaro, a su izquierda y más bajo esta la roca que denominamos El Platillo Volante.

La autopista de la Pedriza tiene en su inicio mismo diferentes opciones de continuar diversos caminos que van a confluir en numerosos puntos comunes para todos los montañeros. Por diversas rutas, puedes llegar hasta el llamado Cuatro Caminos; la más directa es la que continúa derecho camino adelante entre las arizónicas y los peñascos, con el arroyo de la Majadilla a la derecha de tu marcha, con el sonido de pequeños saltos y de pausados vaivenes; superado el invisible Chozo Kindelán con la charca Kindelán y la altiva Peña Sirio, llegamos al puente que se desvía hacia el Refugio Giner pero nosotros hoy seguimos monte arriba por el denominado PR M2.

Los montañeros hacemos varias paradas esta mañana, queremos admirar la luminosidad del cielo brillando entre las rocas y reflejado en la escasez de nieve que aún permanece por las umbrías. Allá arriba la Cueva de la Mora, más allá El Pájaro y el Platillo Volante, la Muela con la Cuerda de los Pinganillos y las Arañas Negras… Peñascos con nombre de años y belleza de siglos, peñascos que hablan del Paleozoico.


Cuerda de Los Pinganillos

Las arizónicas han quedado más bajas, subimos entre pinares y jaras, vegetación contorsionada por los vendavales y las tormentas,  entre peñascos de apariencia dulce unas veces, otras, apariencia fantasmal; poco más de cuatrocientos metros de desnivel más arriba, llegamos a Cuatro Caminos. Desde este punto, el sendero continúa en inexorable ascenso hasta Las Torres de la Pedriza, otro camino continúa hasta el alto de Los Llanillos y regresa por el Collado Cabrón, otra ruta se dirige hacia la Senda y el Collado de la Ventana y queda la cuarta opción que es el regreso por donde subimos. La Pedriza es una alegoría de la vida llena de belleza y dificultades, de numerosas posibilidades y de muchos desalientos, pero siempre con la esperanza y el empuje sembrado en el corazón.


Hemos llegado a Cuatro Caminos en Los Llanillos.

Para regresar, los montañeros decidimos cruzar la alta meseta de Los Llanillos en la que nos encontramos y buscar la senda del Collado de la Ventana. Este espacio está entrecruzado de arroyos que se aglutinan en el Arroyo Poyos. Cruzar el Arroyo de la Ventana es una tarea sencilla en todas las épocas pues su caudal es escaso.


Aquí me fotografió Jose ante la Cascada del Arroyo Poyos que se ve perfectamente ocupando toda la parte izquierda de la instantánea.

Más abajo, frente a una gran roca que sirve de referencia, el Arroyo Poyos salta entre rocas y arbolado formando una curiosa cascada,  se junta con el Arroyo de La Ventana para formar el Arroyo de la Majadilla en su discurrir hasta el Manzanares al que llega antes del pueblo de Manzanares el Real. Los montañeros hacemos diferentes paradas para admirar e interiorizar la respiración pausada y serena de los siglos entre los que vamos transitando. Así cerramos el círculo retomando el PR M2 vadeando el arroyo de La Majadilla sobre un puente de madera de feliz tránsito, para continuar hasta el inicio sobre el puente del río Manzanares y el aparcamiento.

Javier Agra.