lunes, 27 de abril de 2020

DESDE LA BICICLETA: EL TURBÓN




Apenas distingo si son serbal del cazador, son dioses del Pirineo de Huesca o acaso ninfas de las praderas cuando llego dando pedaladas en mi bicicleta estática desde el pueblo de Castejón de Sos a los valles de Selva Plana done comienza la ascensión hacia el Turbón entre arbolado compacto y variado, salpicado por praderas de frondosa hierba.

Le pido a Musorgski que me acompañe con la música del piano e interpreta los Cuadros para una Exposición desde la serenidad y la fortaleza, con la agilidad impactante del mercado en la Plaza de Limoges o en misterioso sosiego de la difusa luz en las catacumbas de París; yo voy paseando entre las vacas, la vegetación, el musical piano, pinos, quejigos y aliagas conviven ardillas, tejones y gavilanes.

Desde el Collado de San Adrián diviso allá hasta el fondo toda la Coma de San Adrián. Está dividido en tres grandes escalones que ascienden hasta dar comienzo el sendero de subida hacia la cumbre.

La exuberancia de vegetación y de vacas se corta de pronto en mi flanco izquierdo por una pared rocosa, acaso castillo amurallado que me da la bienvenida pues no he de conquistar ninguna fortaleza, solamente admirar la bellísima mezcla que ofrece la naturaleza a uno de sus fervientes servidores.

Clarea luminoso el día cuando llego al Coll de Fadas desde donde se contempla la cóncava pradera de la Coma de San Adrián, de origen glaciar por su perfecta formación en forma de U, donde dice la leyenda que se posó el arca de Noé. En este hermosísimo y dilatado valle me detengo a contemplar las ruinas de la ermita de San Adrián con su fuente y numerosos grupos de edelweiss, en ninguna otra montaña había visto grupos tan numerosos, que siembran de armónica belleza el profundo valle dividido en tres alturas antes de llegar al amplio barco que forma la cima del Turbón con el Baciero detrás y allá a lo lejos el Cotiella.

Jose y yo hemos llegado a la cumbre. Enorme altiplanicie que tenemos que recorrer antes de llegar al vértice geodésico.

Turbón, inmenso barco sobre la tierra de Aragón. Desde las cimas del Turbón escucho mi piel caminando con el agua del Llera y el Rialbo, cantando silencios entre el tiempo y la magia. Desde la cumbre del Turbón está realizada la otra fotografía que acompaña mi paseo en bicicleta de esta jornada.

Sed felices y buscad la PAZ, amables lectores. Os abrazo. 

Javier Agra

miércoles, 22 de abril de 2020

DESDE LA BICICLETA: DÍA DE LA TIERRA



FELIZ DÍA DE LA TIERRA.

La tierra es valor, es alimento del alma, es vitalidad, primavera permanente, luminosidad de sol y de estrellas, es camino y sosiego… Esta mañana pedaleo sobre la bicicleta estática y camino desde mis sueños, más allá de cualquier frontera, hasta la inmensidad, mientras escucho el Cuarteto de Cuerda nº 10 de Dvorak entre violines y contrapuntos de violonchelo que llaman al canto de las aves y a la sonoridad de los arroyos.

En algún lugar de la Sierra de las Nieves en Grazalema, entre frondosas praderas y centenarios quejigos.

Recuerdo entre pedaladas cadenciosas muchas primaveras entre flores de las praderas de diferentes lugares, entre minas de carbón y su difícil destino; recuerdo playas del Cantábrico y Castillos de tierra adentro; recuerdo la vida saliendo de los nidos y de las madrigueras, también la vida amamantada a los pechos jóvenes de madres llenas de luz y de futuro.

He visto brotes naciendo en los chopos, en los frutales, en las vides, en los bulbos de la tierra aún con tempero; he visto el nacimiento de muchos ríos y una cantidad importante de lagunas y cascadas entre la música del agua. He visto la iluminación sincera de los corazones en el rostro de muchas personas. He visto montañas de diferentes alturas, altiplanos y regatos entre áridas rocas; las montañas como una llamada de la TIERRA siempre ponen voz a las esperanzas de tiempos de PAZ.  
  

La FOTOGRAFÍA está sacada en la PEÑA DEL ÁGUILA del Guadarrama en Madrid, al fondo el valle del Río Moros en Segovia y las cumbres de La Mujer Muerta: La Pinareja y El Oso. Sed felices y buscad la PAZ, amables lectores. Os abrazo. 

Javier Agra

lunes, 20 de abril de 2020

DESDE LA BICICLETA: PEÑALACABRA



Cielo de intensidad azul sobre Madrid. Pedaleo en mi bicicleta estática hacia el recuerdo vivido en la nieve de Peñalacabra. Más allá de Las Gandullas y Prádena del Rincón, entre deshabitadas sierras llego hasta el Puerto de La Puebla buscando el majestuoso canchal de cuarcita; alejado ya de todas las poblaciones loma arriba continúo entre praderas y algún escurridizo árbol.

Parece que este paisaje estaba aquí hace muchos siglos y que dentro de mil años podría volver para encontrarlo igualmente aislado y vigoroso con la energía de la naturaleza entera aquí depositada. Me acompañan los serenos toques musicales de los conciertos nocturnos de Claude Debussy, no quiero romper el hilo del tiempo y el sosiego infinito de las generaciones que aquí han encontrado pasto para alimentar sus animales en libertad absoluta.


El Collado de la Tiesa extiende una inmensa sábana blanca amainada en su color por la nubosidad de la montaña, el sendero me encamina lentamente hasta el espolón abrupto que defiende la cima de Peñalacabra. Antes pasaré serenamente caminando por los pinares y las lomas intermedias. Aquí es el lugar donde quiero hacer la FOTOGRAFÍA para que se vea la llegada y la Cumbre, me acompaña Pipa quien fue conmigo muchos años y ahora sigue a mi lado en cada marcha desde el recuerdo y el corazón.


La cumbre tiene unas vistas llenas de hermoso asombro y serenidad infinita. Desde la cima podemos ver las cumbres de la Sierra de Ayllón: el Pico del Lobo, grandioso y amplio con una llanura muy amplia antes de hacer cumbre; el Cerrón con toda la Loma del Agua Fría a más de dos mil metros; el Pico Ocejón al que se puede acceder desde diferentes lugares todos impactantes; el lejano Porrejón de intrincados senderos más allá del Centenera…  

Es fácil llegar hasta su cima, por si os animáis a realizar este recorrido cuando sea posible; mientras tanto sed felices y buscad la PAZ amables lectores. Os abrazo.    

Javier Agra

jueves, 16 de abril de 2020

DESDE LA BICICLETA: GRAZALEMA



FELICES PASCUAS. Alabad al Señor todos los pueblos: firme es su lealtad con nosotros, su fidelidad dura por siempre ¡Aleluya! (Salmo 117). Para celebrar el tiempo de Pascua que es Resurrección comienzo a pedalear en la bicicleta estática y me dirijo hasta la Sierra de Grazalema para subir el Torreón, su punto culminante. Es una Sierra llena de verdor y de hermosos pinsapos: variedad de pinos autóctonos de esta parte y sobre todo de la Sierra de Las Nieves que culmina en el Pico Torrecilla más amplio y más alto aún, pero esa es otra historia. 

Desde el pueblo de Grazalema, dirección Benamahoma me desvío de la carretera en el punto indicado y comienzo la bellísima y serena ascensión entre robles y quejigos, lamiaceas y adelfas, acebuches y alcornoques… las sendas se desplazan entre visiones grandiosas de lejanía y profundos valles de requiebros y dolinas donde tiene su nido el azor perdicero y el aguilucho. Hoy resuena en mis oídos Rachmaninov y su concierto de piano nº 2 en una amistosa y agradable conversación entre el piano y la orquesta de los oboes, las trompetas…

Vista mágica de pedregales y dolinas, situada antes de la cima.

La ascensión, por momentos se complica entre peñascales y profundidad de vericuetos entre el sol del mediodía y las sombras de fantasmas rocosos, mientras la brisa de altura apacigua los latidos insistentes del corazón mezcla de agitación por el esplendor del lugar y la fatiga del esfuerzo para alcanzar la cumbre del Torreón con los cercanos Pico Mellizo, Pico del Águila, más allá vistas  de valles, poblaciones, bosques, embalses… La vida desde estas cumbres está resucitada en espera de un tiempo de plenitud que necesita el esfuerzo compartido de la humanidad y de la naturaleza entera.
 
Fotografía de los tres montañeros que subimos hace algunos meses hasta la cima del Torreón. Añado, bajo este texto, una vista del pueblo de Grazalema del que nos despedimos en una curva de la carretera a nuestro regreso en busca de la siguiente aventura.



Sed felices y buscad la PAZ amables lectores. Os abrazo. 
 
Javier Agra 

domingo, 12 de abril de 2020

DESDE LA BICICLETA: CABEZA MEDIANA




El Camino del Palero es una antiquísima senda de comunicación entre pueblos de Madrid pasando por el Puerto de Cotos y el Paular. Pedaleo esta jornada, desde la bicicleta estática, por aquellos lugares para extender mi espíritu. Llego al amplio Mirador de los Robledos en el momento en que el sol ilumina las cumbres en tonos malvas y amarillos con luz de inmensidad. Pinares arriba escucho la Misa Alemana de Schubert con la serena orquesta y las poderosas voces de solos y coro.


En el Mirador de los Robledos, se erige un monumento a los guardas forestales y este reloj de sol desde donde me quedo entre absorto y meditativo mientras el sol abraza cálido las cumbres primero, después toda la ladera de las montañas y la tierra entera para recordarnos que somos luz y fortaleza capaces de construir una tierra mejor para todas las personas y la naturaleza entera.

Suenan los remolinos saltarines del Arroyo de la Umbría y continúo aguas arriba por la Senda del Palero mientras la vegetación se va extendiendo y deja cada vez más visión de las montañas que rodean mi pedalada para que pueda sentir la respiración de las ardillas de todos los tiempos, el croar de las ranas antiguas, el crecimiento invisible de la naturaleza desde hace mil siglos.

Queda atrás la Lagunilla, la Sillada de Garcisancho, descanso un instante en el Cerrito Sarnoso (nunca entenderé tal nombre para este bello lugar) para contemplar Peñalara y la Cuerda Larga. Recorro el amplio sendero hasta la Sillada de Malabarba que me deja en la amplia explanada de Cabeza Mediana, amplios pastos rodeados de vivaces robles servirán para mi sosiego antes de regresar para el rezo de vísperas y asistir con unción a la Eucaristía de la RESURRECCIÓN del Amor Solidario que es compromiso social en este Domingo de Pascua.

La fotografía está en la amplia explanada y cima de Cabeza Mediana. Sed felices y buscad la PAZ, amables lectores. Os abrazo. 

Javier Agra