Apenas distingo si son serbal del cazador, son dioses del
Pirineo de Huesca o acaso ninfas de las praderas cuando llego dando pedaladas
en mi bicicleta estática desde el pueblo de Castejón de Sos a los valles de
Selva Plana done comienza la ascensión hacia el Turbón entre arbolado compacto
y variado, salpicado por praderas de frondosa hierba.
Le pido a Musorgski que me acompañe con la música del piano e
interpreta los Cuadros para una Exposición desde la serenidad y la fortaleza,
con la agilidad impactante del mercado en la Plaza de Limoges o en misterioso
sosiego de la difusa luz en las catacumbas de París; yo voy paseando entre las
vacas, la vegetación, el musical piano, pinos, quejigos y aliagas conviven
ardillas, tejones y gavilanes.
Desde el Collado de San Adrián diviso allá hasta el
fondo toda la Coma de San Adrián. Está dividido en tres grandes escalones que
ascienden hasta dar comienzo el sendero de subida hacia la cumbre.
La exuberancia de vegetación y de vacas se corta de pronto en
mi flanco izquierdo por una pared rocosa, acaso castillo amurallado que me da
la bienvenida pues no he de conquistar ninguna fortaleza, solamente admirar la
bellísima mezcla que ofrece la naturaleza a uno de sus fervientes servidores.
Clarea luminoso el día cuando llego al Coll de Fadas desde
donde se contempla la cóncava pradera de la Coma de San Adrián, de origen
glaciar por su perfecta formación en forma de U, donde dice la leyenda que se
posó el arca de Noé. En este hermosísimo y dilatado valle me detengo a
contemplar las ruinas de la ermita de San Adrián con su fuente y numerosos
grupos de edelweiss, en ninguna otra montaña había visto grupos tan numerosos,
que siembran de armónica belleza el profundo valle dividido en tres alturas
antes de llegar al amplio barco que forma la cima del Turbón con el Baciero
detrás y allá a lo lejos el Cotiella.
Jose y yo hemos llegado a la cumbre. Enorme altiplanicie que tenemos que
recorrer antes de llegar al vértice geodésico.
Turbón,
inmenso barco sobre la tierra de Aragón. Desde las cimas del Turbón escucho mi
piel caminando con el agua del Llera y el Rialbo, cantando silencios entre el
tiempo y la magia. Desde la cumbre del Turbón está realizada la otra
fotografía que acompaña mi paseo en bicicleta de esta jornada.
Sed felices y
buscad la PAZ, amables lectores. Os abrazo.
Javier Agra
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