domingo, 30 de diciembre de 2018

SANTIAGO DE PEÑALBA


Seguramente estoy bajo el balcón más fotografiado del pueblo de Peñalba de Santiago.

En el recoleto y escondido Valle del Silencio, bajo los montes Aquilianos en el Bierzo de León, visité de nuevo después de muchos años el templo mozárabe de Santiago de Peñalba.

El pueblo de Peñalba de Santiago y su entorno, visto desde la Cueva de San Genadio.

Peñalba de Santiago en un silente pueblo remodelado por completo; a su entrada existe un aparcamiento para continuar caminando por las calles y el sosiego. Allí permanece con el murmullo de siglos pasados el río Oza y su Valle, las montañas, la lumbre vieja y las modernas antenas disimuladas.

Aquí los viejos castaños se levantan en sus siglos de misteriosa lentitud mientras dejan paso poco a poco a los nuevos retoños que continuarán la vida floreciendo en la esperanza de un tiempo siempre mejor de lo que fue el anterior. El agua serena y los caminos de antaño suenan con los gorjeos de la historia pasada y presente.

Iglesia de Santiago de Peñalba, vista exterior.

Allá en la primera mitad del siglo diez, el abad Salomón construyó un reducido templo que hoy contemplo con serena admiración. Lo hicieron los mozárabes imitando el ladrillo que era, por entonces, el mayor adelanto tecnológico. Entramos por un doble arco de herradura apoyado en tres columnas de mármol.

Puerta con doble arco de herradura y sus tres columnas de mármol, entrada a Santiago de Peñalba.

En su interior tiene dos ábsides. Según la tradición, la que mira al este era el presbiterio inicial con su altar, su sede y su ambón; poco más tarde, el mismo Abad Salomón mandó construir el ábside del oeste para enterrar allí a San Genadio, un santo por aclamación popular al que nunca ha canonizado la Iglesia.

Allí se mezclan las runas celtas con elementos visigodos y estructuras de inspiración árabe. Ahora que están “limpiando” su interior descubrimos, con ayuda del guía comentarista, pinturas y grabaciones murales que hablan de los primeros años de su consagración y uso litúrgico. Hoy ya no se utiliza para la liturgia, pero yo visito el antiguo templo con unción y asombro.

Tumba donde fue enterrado San Fortis, junto al muro del templo.

En su exterior se añadió poco más tarde una tumba para dar sepultura a otro de sus santos abades, San Fortis donde permaneció hasta comienzos del siglo diecisiete que fue enterrado en otros lugares “más nobles” hasta llegar a la catedral de Astorga en mil seiscientos veintiuno.

Javier Agra.

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