Si alguna persona te pregunta, amable lector,
por un lugar de montaña donde emplear una jornada, dirígele hacia el
aparcamiento de Majavilán en las Dehesas de Cercedilla. Añade que podrá
recorrer la montaña durante más o menos tiempo según su expectativa y voluntad.
Hemos llegado al Collado de Marichiva. Nos detenemos para admirar.
Hoy realizamos una breve e intensa ruta. La
suave subida entre dulces pinos nos acercó, como en volandas, hasta el Collado
de Marichiva. Es este punto paradigma de la vida: desde aquí puede el viajero
tomar diversidad de caminos, diferentes opciones entre las que una tendrá éxito
y tal vez en alguna ocasión pienses ¿qué
habría pasado si…? No sientas nostalgia, amigo mío, continúa decidido el
sendero emprendido.
Nuestra decisión apuntaba hacia el Puerto de
la Fuenfría, Senda del Infante adelante. Entre pinos y ciclistas llegamos hasta
la Fuente del Infante donde bebimos, aunque solamente fuera para agradecer a la
naturaleza su abundancia en este mayo de verdor y vida.
Fuente del Infante
Llegar al Puerto de la Fuenfría parece
actualmente cuestión baladí, el coche o el tren nos dejan en lugares muy próximos.
Antaño había por aquí diversas Majadas, Refugios y Ventas para el necesario
descanso después del largo camino hasta este puerto que los romanos intuyeron,
con mucha razón, como el paso más bajo entre las mesetas de Segovia y de
Madrid. Permanecen aún diferentes restos y se pueden consultar variados textos
literarios que atestiguan la soledad y lejanía de estos sosegados y bellísimos pinares.
Los montañeros saludan a diferentes grupos
que aquí confluyen desde diversas rutas; pues estamos en otro paradigma de la
vida al que se accede desde múltiples lugares, así meditamos entre la arboleda
y los trinos que nuestros caminos diferentes suman todos el mismo esfuerzo
hacia la fraternidad, la paz, la justicia y la libertad que son paredes del
hogar común.
Estamos ya bajando por
la Carretera de la República…detenemos nuestra marcha en el Mirador de la Reina
lugar de primorosas vistas valle abajo.
Llegados a la Fuente de Antón Ruiz de
Velasco, descendemos un trecho por el Camino Schmid hasta volver a encontrar la
Pista de la República que seguiremos por breve tiempo para hacer una maravillosa
ruta por el Arroyo de la Navazuela. Encontrar la Ducha de los Alemanes en este
punto, carece de mérito montañero: está muy señalizado y con el suelo trabajado
para permitir el acceso a cuantos quieran llegar hasta el entorno de agua, de
tejos, de pinos... Se llamó a este lugar el “chorro del Árbol Viejo” por el
añoso tejo que aún crece allí mismo. Se popularizó como Ducha de los Alemanes, por la reciedumbre
de los primeros montañeros (entre los que sin duda también había alemanes) que lavaban
aquí su fatiga y sudor después de luengas horas de camino.
La Ducha de los Alemanes en el Arroyo de la Navazuela, suena a sosiego
entre los pinos y los tejos.
El Arroyo de la Navazuela viene cantando desde
el cerro Ventoso. Los montañeros lo acompañamos aguas abajo, después de
disfrutar de la Ducha de los Alemanes, por un sendero muy bien marcado entre el
sosiego y la soledad, entre pinares risueños y recónditas praderas. Entre helechos
y salgueros, canta un pequeño chorro que cae gracioso entre las peñas del arroyo,
el Chorro del Tirón de la Miel. Entregamos el corazón a la naturaleza y a la
paz antes de continuar hasta el puente sobre el Arroyo de la Navazuela.
Sobre el puente, abandonamos la escondida
senda y continuamos Pista Agromán adelante hasta salir al Puente del Descalzo
que salva el Arroyo de la Fuenfría en un arquitectónico esviaje para suavizar
en sesgos oblicuos la antiquísima calzada. Algún rato he pasado descansando
junto al agua admirando la bóveda de cañón con la mampostería de sus piedras
trabadas entre sí. Llegan, con el agua, recuerdos de las amarillas gageas
ibéricas de las altas laderas y de los caducos narcisos abiertos como paraguas
en solitarias umbelas, largos tallos ramificados en seis pétalos y seis
estambres, diminutos focos de luz para encender sonrisas en los montañeros.
Javier Agra.
En mi época joven me he duchado ahí, junto con los amigos. Había que tener cuidado con el bañador si el chorro bajaba fuerte.
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