Los gorriones
ponen música a las acacias en la siesta de Castilla.
Llegamos a
Tiedra para representar teatro en el Pósito, tenemos por delante todo el día y
lo dedico a pasear bajo el tórrido cielo de junio.
Abajo las
casas de Pobladura de Sotiedra.
Fue exquisita la
comida en Pobladura de Sotiedra. Cuesta arriba entre los trigos, llego a la
Ermita de Nuestra Señora de Tiedra Vieja; el camino suena a gorriones y a
cigarras. El sombrero es, a esta hora, el mejor invento de la humanidad.
Ermita de
Nuestra Señora de Tiedra Vieja, entre trigos, nogales y acacias.
El patio de la
ermita y sus antiguas celdas otrora habitadas por monjes y hoy en conversaciones
de fantasmas, están en proceso de rehabilitación. Sobre estos montes Torozos se
levantaron las tiendas de lona trashumantes de los Vacceos hasta que edificaron
los sedentarios muros de la ciudad que los romanos llamaron Amallóbriga.
Patio.
Me siento en un
moderno banco a conversar con la historia y me cuentan recuerdos y ternuras de siglos, me dice tormentos, me relata guerras; escaramuzas y alianzas; trueques certeros, encuentros brumosos que tuvieron lugar en este
mismo lugar desde donde se ven torozos…puede derivar del latín “altarium” hasta
llegar a ser otero; pues son numerosas colinas las que se contemplan desde el
asiento que acoge mi reposo en este torozo lleno de historia.
Escucho la
oración cercana, es tan profundo el silencio que suena armonioso el vuelo de
los pájaros; escucho las conversaciones del Cid con Doña Urraca en los salones
del cercano Castillo, han llegado hasta aquí traídas por la ligera brisa que acurruca a los nogales
y a las acacias; escucho en sosidos de otro tiempo los crueles llantos de la batalla…me quedo en silencio para
que el espíritu vuele con la música de los gorriones sobre las acacias.
Interior del
templo con la imagen de Nuestra Señora de Tiedra Vieja.
Seguramente fue
monasterio o acaso hospedería, o tal vez el pasado haya concedido suficiente
tiempo para ambos usos. Mi corazón pone gregoriano entre los arcos del patio de
recuerdo mudéjar; sobre el tejado una mano extiende sus cinco dedos hacia la
espadaña y hacia el cielo, acaso demanda piedad y justicia para esta desigual
tierra, acaso la mano permanezca extendida hasta que no se erradique la
desigualdad y la miseria; hasta que el trigo que está granando con este calor del
inicio del verano no llegue a todas las mesas y a todas las bocas.
En el templo de
una sola nave brillan ancianos órgano, facistol y coro.
El interior del
templo está presidido por un retablo para honrar a la Virgen patrona del
pueblo; una hermosa reja cierra el presbiterio con las pinturas de los
patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob en la pared izquierda, en la derecha están
pintados los reyes Salomón, Josafat y Ozías. El templo gozó de un prestigioso
órgano que muestra sus tubos hoy vacíos de notas; arrinconado duerme un viejo
facistol entre la pátina y la carcoma del tiempo.
Por los restos
de una calzada romana, me dirijo hacia el pueblo; Tiedra está apenas a
cuatrocientos metros. Me espera el Castillo… eso será otra entrada…de momento
camino entre los gorriones musicales de las acacias.
Javier Agra.
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