martes, 23 de junio de 2015

TIEDRA: ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE TIEDRA VIEJA.



Los gorriones ponen música a las acacias en la siesta de Castilla.
Llegamos a Tiedra para representar teatro en el Pósito, tenemos por delante todo el día y lo dedico a pasear bajo el tórrido cielo de junio.

Abajo las casas de Pobladura de Sotiedra.

Fue exquisita la comida en Pobladura de Sotiedra. Cuesta arriba entre los trigos, llego a la Ermita de Nuestra Señora de Tiedra Vieja; el camino suena a gorriones y a cigarras. El sombrero es, a esta hora, el mejor invento de la humanidad.

Ermita de Nuestra Señora de Tiedra Vieja, entre trigos, nogales y acacias.

El patio de la ermita y sus antiguas celdas otrora habitadas por monjes y hoy en conversaciones de fantasmas, están en proceso de rehabilitación. Sobre estos montes Torozos se levantaron las tiendas de lona trashumantes de los Vacceos hasta que edificaron los sedentarios muros de la ciudad que los romanos llamaron Amallóbriga.

Patio.

Me siento en un moderno banco a conversar con la historia y me cuentan recuerdos y ternuras de siglos, me dice tormentos, me relata guerras; escaramuzas y alianzas; trueques certeros, encuentros brumosos que tuvieron lugar en este mismo lugar desde donde se ven torozos…puede derivar del latín “altarium” hasta llegar a ser otero; pues son numerosas colinas las que se contemplan desde el asiento que acoge mi reposo en este torozo lleno de historia.

Escucho la oración cercana, es tan profundo el silencio que suena armonioso el vuelo de los pájaros; escucho las conversaciones del Cid con Doña Urraca en los salones del cercano Castillo, han llegado hasta aquí traídas por la ligera brisa que acurruca a los nogales y a las acacias; escucho en sosidos de otro tiempo los crueles llantos de la batalla…me quedo en silencio para que el espíritu vuele con la música de los gorriones sobre las acacias.

Interior del templo con la imagen de Nuestra Señora de Tiedra Vieja.

Seguramente fue monasterio o acaso hospedería, o tal vez el pasado haya concedido suficiente tiempo para ambos usos. Mi corazón pone gregoriano entre los arcos del patio de recuerdo mudéjar; sobre el tejado una mano extiende sus cinco dedos hacia la espadaña y hacia el cielo, acaso demanda piedad y justicia para esta desigual tierra, acaso la mano permanezca extendida hasta que no se erradique la desigualdad y la miseria; hasta que el trigo que está granando con este calor del inicio del verano no llegue a todas las mesas y a todas las bocas.

En el templo de una sola nave brillan ancianos órgano, facistol y coro.
  
El interior del templo está presidido por un retablo para honrar a la Virgen patrona del pueblo; una hermosa reja cierra el presbiterio con las pinturas de los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob en la pared izquierda, en la derecha están pintados los reyes Salomón, Josafat y Ozías. El templo gozó de un prestigioso órgano que muestra sus tubos hoy vacíos de notas; arrinconado duerme un viejo facistol entre la pátina y la carcoma del tiempo.

Por los restos de una calzada romana, me dirijo hacia el pueblo; Tiedra está apenas a cuatrocientos metros. Me espera el Castillo… eso será otra entrada…de momento camino entre los gorriones musicales de las acacias.

Javier Agra.

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