Charles
Dickens encontró la inspiración aquí… Nos sentamos a su mismo banco y su mesa
con nuestro bolígrafo y papel.
Londres tiene
unos parques muy grandes. Si quieres pasearlos con tiempo y sosiego puedes
llevar la tortilla y el agua en la mochila; podrás disfrutar de hermosura y
paz, sentarte en el permanente frescor verde, conversar con multitud de aves,
con la naturaleza, soñar…
Uno de estos
hermosos, concurridos y silenciosos parques es Hampstead Heath. Desde nuestra
concepción de espacios, seguramente debería nombrarlo como un extenso monte. Allí
empleamos tiempo entre la multiplicidad de vida y el disfrute de matices de luz.
Al fondo
el edificio neoclásico de Kenwood House. Grupos de londinenses disfrutan de
esta mañana soleada de agosto.
Nosotros
queremos encontrar Spaniard’s Inn. Esta acogedora taberna de la segunda mitad
del siglo dieciséis, fue lugar de descanso e inspiración de diferentes escritores.
Su interior guarda aquel añejo recuerdo que transporta al visitante a siglos pasados; todo el conjunto es
remanso para quien llega cansado. Aquí está el mismo banco donde Dickens pasara
otrora largo tiempo con su pluma y su preocupación social plasmadas en sus
textos.
Había nacido en
febrero de mil ochocientos doce, se dedicó a tareas de periodismo durante gran
parte de su vida, siempre tuvo inclinación hacia la profesión de actor.
Desde
mil quinientos ochenta y cinco este local, donde pasó muchas horas nuestro
autor entre la escritura y el pensamiento, sigue recibiendo visitas
emocionadas.
Londres es muy
grande. Se puede recorrer sin prisa siguiendo alguna guía, callejeando a la
deriva del pensamiento…Hoy estamos siguiendo los pasos de Charles Dickens y su lírico
lamento social lleno de fortaleza. Su museo en el número cuarenta y ocho de
Doughty Street tiene menos nombre que los grandes museos londinenses. Vayamos
por las calles a conversar con su nombre y su literatura.
Su nombre está
sonando constantemente en el literario barrio de Bloomsbury donde vivió unos
cuantos años en Great Russell Street. Allí nos detuvimos un tiempo a conversar
con Oliver Twist quien nos comentó que fue el primer niño protagonista de una
novela inglesa, que además asistió a su propio crecimiento durante más de dos
años pues el libro aparecía en fascículos semanales, según el gusto de la época.
Placa
conmemorativa de Charles Dickens en Great Russell Street número catorce donde vivió el autor muchos años, suficientes para ver nacer a sus diez hijos.
Este espacioso
barrio de Londres tiene presencia de Virginia Wolf y otros ilustres nombres
entre las hermosas edificaciones victorianas que engrandecen mucha parte de
Londres y también este lugar cercano al British Museum. Miramos hacia la
multitud de habitantes que van y vienen sin detenerse en su constante
laboriosidad, pero siempre desde la calma. Y nosotros también aprendemos a
mirar sin tiempo los pequeños parques, los grandes árboles, los continuos cantos
de aves que envuelven en sosegada pausa el permanente trasiego de múltiples
vehículos.
Conoció Charlie
Dickens la dureza injusta de la vida por motivos de esclavitud, contra ella
escribió siempre y contra todo maltrato humano. Dickens autor lleno de fortaleza
y sensibilidad, de profundo conocimiento de la vida y de búsqueda constante de
igualdad, murió el nueve de junio de mil ochocientos setenta. Está enterrado en
la Abadía de Westminster en la llamada “esquina de los poetas”.
Hermosa vista entre la luz y la paz de la Abadía de Westminster. En su interior
participamos con Dickens en la liturgia del canto de Vísperas, en bellísimo
gregoriano.
Nunca quiso que
se le dedicaran estatuas ni monumentos. Sus libros son estelas y luz… Siempre
será posible recordar su “Canción de Navidad”, siempre podremos pasear y tomar
una pinta con David Copperfield. Siempre tendremos ocasión de sentarnos a
conversar con Charles Dickens en cualquier recodo, en cualquier lugar de este
amplio mundo.
Javier Agra.
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