Hubo un tiempo en que
en España se construyeron multitud de pantanos. En el punto justo donde el
Duero comienza su frontera entre España y Portugal, La Raya decimos en aquellos
pueblos, en los Arribes de Zamora también se construyó el Salto del Castro
inaugurado el doce de diciembre de mil novecientos cincuenta y dos.
Para llevar a efecto
tamaña efemérides, previamente en la segunda mitad de la década de los cuarenta,
se edificó todo un pueblo “El Poblado de El Castro” así llamado porque está
dentro del término municipal de El Castro. Tenía este lugar todas las
instalaciones que constituyen una población bien abastecida, con su escuela, su
templo, farmacia, piscina y pistas deportivas. Una preciosidad, además del
Cuartel de la Guardia Civil y numerosas casas con espacios comunes de recreo y
esparcimiento.
La CANTERA ocupa
media montaña. Ved señales de los barrenos con los que sacaron la piedra. Las
paredes forman un anfiteatro de sonoridad magnífica.
No voy a poner ninguna
fotografía de la desolación en la que ha quedado y que en la actualidad se ofrece
a los visitantes como monumento a la devastación que sometemos las personas a
los edificios abandonados, la destrucción absoluta que llevamos a los pueblos
sin habitantes. ¿Cómo un pueblo tan exclusivo pudo ser entregado a la
barbaridad, el saqueo, la destrucción, la vileza humana? Su abandono el año mil
novecientos ochenta y nueve supuso su rápida destrucción a manos de la rapiña.
Para construir todo
este complejo de pueblo y presa se necesitó la materia prima que salió de la
piedra labrada y transportada desde una cantera cercana hasta la que se accede
por un camino de tierra de unos cinco kilómetros. Allí se pueden contemplar otras
infraestructuras derruidas de lo que fueron gruesos y fornidos postes y
engranajes para cableados seguros y firmes con los que vencían el amplio
desnivel de barrancos y arroyos.
La CANTERA vista desde
lo alto de la montaña que permanece con su vegetación, sus paredes y sus
prados.
Media montaña de piedra
está hoy arrancada a base de dinamita y maquinaria, de esfuerzo y cálculo
humano, de tiempo de trabajo seguramente bien dirigido y bien realizado. Hoy
aquella antigua cantera está formando un lago de agua permanente en el que han
aportado vida en forma de peces y otros seres acuáticos. Allí han nacido
salgueros frondosos, diminutos prados, allí anidan aves, allí llegan los
ciervos trotando, allí encuentran consuelo a su sed diferentes especies de
animales.
Aquella antigua
cantera es hoy un espacio lleno de vida animal y vegetal.
Recité un poema de
Bertolt Brecht para apreciar la sonoridad del anfiteatro que forman hoy las
paredes de la media montaña que se mantiene en pie. Magnífico eco sonoro de la
tierra. La visión de la CANTERA produce una mezcla de sinsentido y entusiasmo,
de desazón y gozo. Después de salir de aquel lugar yo hago una propuesta: id a
ver la CANTERA con su mágico silencio, con su bullicio de vida; después no vayáis
nunca a ver el pueblo donde está creciendo la desolación y el desaliento. Guardad
en vuestro recuerdo la fantasía de la CANTERA.
Javier Agra.
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