Hasta la Maliciosa se
puede ascender desde diferentes puntos por diversos caminos, todos llenos de esfuerzo
y entretenimiento.
Esta mañana avanzamos con
el coche por la carretera de Colmenar hasta el kilómetro cincuenta y siete; de
la misma rotonda con la escultura semejante a un “tirachinas”, sale uno de sus
ramales hasta la urbanización Cercas Mayores donde aparcamos para comenzar
nuestra búsqueda de la Maliciosa por una ruta diferente a todas las que había
hecho hasta el día de hoy.
Se trata de seguir una
pista bien dibujada y con la dirección apropiada entre las diferentes pistas
que, en algún momento, se entrecruzan como si estuvieran recordando aquel juego
de mi infancia que llamábamos “pica cruzada” y consistía en correr detrás de
otro niño hasta alcanzarlo, cuando se “cruzaba” alguno de los participantes
entre el que “la ligaba” y su “presa”, era necesario correr detrás del nuevo
objetivo. Así empleamos muchas horas en Acisa de Las Arrimadas y otros muchos
pueblos.
Eran años en los que
los pueblos de muchas zonas de España tenían escuela con varios niños. En mi
infancia éramos veintidós en total, de diferentes edades y con un solo maestro;
los mayores se ocupaban de los recién llegados, aprendíamos los números y las
letras de una manera cooperativa. Lo natural entre las personas era echarnos
una mano unos a otros, así crecimos desde los primeros recuerdos que conservo.
Hoy estamos
camino de La Maliciosa. Enseguida hacemos una parada para contemplar la presa
de Los Almorchones, pequeña retención de agua que sirve para regar algunas
huertas y otros diferentes usos agrícolas.
El monte está plantado
de pinos con escaso vigor, crecen algunas jaras, piornales variados. La pista
llega hasta un collado que agrupa nuestro camino con otra pista que sube desde
la urbanización de Vista Real. En pocos minutos llegamos hasta el embalse de
La Maliciosa que almacena agua potable para atender a Becerril de la Sierra con
sus diferentes núcleos urbanizados. Los pinos que pueblan este entorno han
tenido más éxito y, aún siendo muy jóvenes, parecen tener mejor futuro que los
que dejamos atrás.
Desde el embalse
de la Maliciosa contemplamos el valle por el que después subiremos buscando
el Peñotillo y la Maliciosa.
Bordeamos el embalse y
nos adentramos en un valle bucólico mecido por jaras y arbustos. Enseguida
encontramos un sendero que hará apacible nuestro ascenso. Un pino solitario en
medio del sendero invita al reposo y al sosiego, su copa entrega sombra y
silencio. Apenas lo saludamos pues estamos buscando un vivac del que hemos oído
comentar.
El sendero
busca diferentes variaciones en este valle de serena ensoñación. Llegamos hasta
el vivac.
Suenan trémulos los arroyos
que bajan desde los cordales de Los Asientos y Los Almorchones, agrupan sus
aguas en el Arroyo Jardinera para jalear el verdor del valle en esta primavera,
para acompañar el bullicio amoroso de las aves, para acompasar su paso al
latido de los montañeros que suben con cadenciosa ilusión entre la nieve y el
verdor brillante, entre la luminosa respiración del sol y el chapoteo de las
botas.
Disfrutad
conmigo del PEÑOTILLO, así se llama esta pétrea mole que es un FILÓSOFO dormido
con su frente, ojo, nariz, boca y mentón. Con él conversé entre la sosegada luz
y la esforzada marcha; con él contemplé la austera vida de la primavera y la
PAZ serena de esta tierra.
Serpentea el sendero
para suavizar el esfuerzo de los montañeros. El esfuerzo mismo es una parte
interesante de las salidas a la montaña; la compañía, es también una delicia de
esta actividad; el silencio del entorno y del corazón y de la mente,
engrandecen el alma hasta eliminar fronteras; los paisajes, las vistas, la
fantasía, el aire, el sol, las aves, los diminutos animalillos, el contacto con
la tierra…Hacen que la pequeñez humana sea más compartida, sea más liviana, sea
fuente de paz y entusiasmo de futuro.
Recién
superados los mil setecientos metros, nos dimos cuenta de que a nuestra
derecha, en el cordal de Los Asientos nos estaba vigilando un dinosaurio. Esta
fotografía muestra su figura escondida entre las rocas.
Llegamos al Collado. A
nuestra izquierda quedaba superado el Peñotillo. Comenzamos el ascenso entre el
Peñotillo y la Maliciosa. Utilizamos el piolet y los crampones; subimos; nos
esforzamos; sudamos; nos resbalamos; nuevo intento; ánimo; nos detuvimos;
regresamos sin coronar la cumbre.
Aquí estoy
con cara de ¡vaya, no siempre conseguimos aquello por lo que luchamos!
Javier Agra.
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