viernes, 12 de octubre de 2018

CAMINO DE SANTIAGO V


El Camino de Santiago desde Mondoñedo tiene dos caminos: el “difícil” y el “imposible” nos comentaban las personas del lugar con quienes departimos en nuestro tiempo de sosegado paseo por el espacioso pueblo. Al amanecer, los dos peregrinos decidimos caminar por el señalado como difícil que es el más transitado.

El Camino de Santiago en Galicia es una mezcla prodigiosa de caminos bien trazados, de senderos cuidados, de bosques de diferentes especias, de praderas, de luz y bruma, de sol y nubes…

La llovizna de la madrugada extiende en Galicia multitud de olores en el amanecer, la neblina se dispersa con la luz y la naturaleza entera brilla de matices y colores. Los bosques suenan a vitalidad y emoción entre la llamada de las ciervas madres a sus crías, el canto de los últimos gallos que esperan rezagados y pacientes el paso de los peregrinos para comunicarles que estén atentos a la luz de la mañana llena de bailes de hojas y ramas, de helechos y maizales…

Cerca de este puente, en la soledad del soleado bosque, lejos de lobos y miradas humanas nos bañamos en calidez de un pequeño río que aquí asoma.

Cuando parece que hemos terminado las subidas y bajadas, una nueva curva nos descubre un puente con su arroyo como invitación  a la desnudez y al baño en medio del bosque. Los peregrinos imaginan siglos pasados con lobos acechando su paso, pero no tienen miedo y deciden emplear un tiempo en el baño reposado. No aparecen los lobos y los peregrinos continúan su caminar.

En el Albergue “O Xistral” escuché una amplia conversación entre el viento y las hamacas, entre los árboles y el camino…

Con el  día avanzado llegamos a las altas mesetas de la Tierra Chá entre vacas y cultivos; la vista se alarga durante muchos kilómetros. Llegamos al albergue “O Xistral” que nos parece un paraíso de encinas y frutales. Aquí hacemos noche antes de continuar hacia Vilalba y Baamonde. Hemos pasado antes por Pontevella y su puente de tres ojos, por su cementerio donde “da gusto estar muerto” nos dicen algunas personas con quienes hablamos de los cuidados mausoleos que se adivinan y aún se ven sobre las tapias. Otra noche en Baamonde.

El Camino de Santiago en Galicia en una mezcla de historia y novedad, de sorpresa y entusiasmo, de verdor, piedra, animales y canciones... 

El pequeño río Parga se cruza sobre un puente gótico entre la bruma de la mañana y la silueta burlona de los eucaliptos, enseguida dejamos atrás la también gótica capilla de San Alberte que bendice desde su soledad la amplitud de estos bosques gallegos que jalonan nuestra marcha.

Cruzamos diferentes y diminutas aldeas que ocultan su nombre al peregrino; en algunas no vemos a ninguna persona, en otras saludamos con cortesía a sus habitantes, con cortesía y curiosidad por saber el nombre del lugar… Seixón…Miraz…

En mitad de los montes de Miraz nos encontramos unos peregrinos sin prisa ni tiempo.

Dicen los papeles consultados que en Miraz comienza una sostenida y prolongada subida hasta Roxica. Solamente nos acompaña la vegetación, tres peregrinos austríacos que caminan deprisa y nos pierden, dos rebaños de ovejas y el sol que hoy está más peleón que de costumbre para alentar en lumbre y en luz nuestra ascensión.

Son las dos de la tarde cuando llegamos a Roxica donde hay un albergue desde hace pocos años. Aquí nos quedamos. El trato lleno de cariño en este lugar que invita al solaz será una tentación a quedarme varios días si alguna vez paso por las cercanías.

Javier Agra.  

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