sábado, 1 de junio de 2019

PICO TORRECILLA (I)


En la Cañada del Cuerno convivimos con un antiquísimo y amplio monte de pinsapos. Aquí me planto para contemplar su ancianidad y compartir un punto de su sosiego.

Málaga ofrece mucha variedad a sus visitantes. La multiplicidad y asombro de sus montañas está entre lo más vistoso que un humano imaginarse pueda. La Sierra de Las Nieves que en muy breve tiempo será Parque Nacional, es de una belleza que embelesa; su punto más alto es el Pico Torrecilla. ¡Allá vamos!

Las estrellas se han dormido bajo el manto suave del amanecer en esta primavera de aire libre y mariposas de colores. El mismo acercamiento en coche hasta el Área Recreativa Los Quejigales es un contagio de naturaleza y armonía. A nuestra espalda queda el edificio de diferentes funciones…las botas puestas, los guantes y el abrigo a esta primera hora de la mañana en la seguridad de que dentro de poco tiempo tendremos que quedarnos en mangas de camisa.

Este puente de madera es el inicio a la entrada de la Cañada del Cuerno.

Canturreamos los primeros pasos, igual que canturrean las aves en su despertar primero, hasta llegar al puente de madera situado a nuestra derecha que es el inicio de la entrada a la Cañada del Cuerno. La pradera comienza a mezclase con raíces y piedras de un sendero que asciende para adentrarnos entre los pinsapos de los que hoy gozaremos en muchedumbre ingente.

Foto de pinsapos y humanos.

Asombradas y retorcidas formas de estos pinsapos, árboles supervivientes de la dureza del Terciario, acaso descendientes de aquellos viejísimos espectadores de las glaciaciones cuando los valles se formaban en forma de largas V y pronunciadas U. Nos cuentan los más ancianos entre los pinsapos que con el aumento de las temperaturas, hace miles de años, se refugiaron en estas sierras por donde hoy compartimos pisadas y sueños.

A los montañeros nos parece que estos pinsapos de la Sierra de las Nieves tienen el futuro asegurado durante alguna generación, pues afloran pequeños retoños por doquier. Pero los montañeros estamos un poco “escamados” de los humanos y sus desmanes ecológicos, de modo que continuamos silenciosos y meneando la cabeza diciendo para nuestros adentros “no sé, no sé”.

Desde el Collado de los Pilones con el Pico Torrecilla al fondo, asoma un paisaje de oleaje y ensueño con estos árboles que aquí veis; son quejigos también en peligro de extinción y en pleno afán de repoblación por parte de la Junta de Andalucía. A la derecha del Pico Torrecilla asoma el Cerro Alcazaba.

El sol y el aire revolotean a estas alturas de nuestra marcha. Los pinsapos dejan su espacio a cantuesos y otras plantas de rudo y pequeño tronco cuando nos acercamos al Collado  de los Pilones. Pisamos durante unos metros la pista que viene desde allá abajo haciendo revueltas para alcanzar estos mil setecientos cincuenta metros a los que nos encontramos, caminamos hacia la antena que corona el Puerto de los Pilones; antes de llegar a su cima, sale a la derecha la senda que nos llevará hacia el Pico Torrecilla.

El asombro de los montañeros se queda a vivir en nuestro rostro durante un buen rato. Cambia absolutamente el paisaje, tanto como si hubiéramos pasado de una montaña a otra, de un continente a otro, de un mundo a otro mundo.

Quejigal de altura, entre batientes vientos y vuelos de águilas.

Publico esta parte ya escrita y prepararé otra entrada para terminar la jornada. No puedo pedir a los lectores que amablemente seguís estos textos que leáis tantas palabras sin antes pasear, hacer la digestión, soñar otras aventuras…

Javier Agra.

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