Habíamos llegado al Collado de los Pilones
entre la multitud de erinaceas características de esta zona alta y cortada por
los vientos frecuentes, estas plantas son las literarias aliagas, también se
conocen como asiento de monja. Una mirada hacia atrás nos muestra la belleza
del terreno por el que subimos.
Estamos saliendo al Collado
de los Pilones atrás queda la Cañada del Cuerno por la que hemos subido.
Delante de nosotros está el Pico Torrecilla. El
sendero es suave, corretea ligero entre batientes subidas y descensos en una
amplitud de vista que siempre se topa con algún pico más cercano o más lejano.
La vista de las personas está acaso demasiado encerrada en límites que no siempre
reconocemos, necesitamos el corazón para saltar más allá del horizonte, más
allá de los rocosos lapiaces, más allá de los límites de nuestra propia
existencia.
Metidos en conversaciones y pensamientos,
llegamos a un pozo de la nieve que ha sido restaurado para que los montañeros
nos hagamos una idea del duro acontecer diario de nuestros antepasados. Desde
este lugar, nos desviaremos a nuestro regreso para hacer un camino circular.
Pozo de la nieve. Detrás
contemplamos un otero con abundancia de quejigos.
Camino adelante se nos incorpora por la
izquierda un sendero que viene desde el Puerto del Saucillo, al que saludamos
con afecto y continuamos nuestra marcha entre rocas y misterios que el tiempo
ha conservado en la belleza de esta montañosa serranía. Pasamos cerca de una
profundísima sima, conocida como GESM, de la que hasta ahora se han explorado
casi mil cien metros de profundidad.
Pero los montañeros continuamos, siempre por
la superficie mirando hacia lo alto. Así nos acercamos al Pilar de Tolox al que
bordeamos por su derecha hasta llegar a sus concavidades preciosistas como si
fueran bocas musicales de esta formación caliza, como si fueran cacerolas donde
se han cocido siglos de silencio y lentitud.
El Pilar de Tolox. Una imagen
de la Virgen del Pilar en una de sus cavidades, una fuente a los pies…
Esta zona tiene agua en diversos lugares. Un
poco más adelante encontramos una fuente donde reposar y beber la frescura del
paisaje antes de continuar hasta la cercana falda de trepidante subida hasta el
Pico Torrecilla; la subida se hace pronunciada y lenta, sendero sinuoso y de
fácil pérdida con lo que aumenta la dificultad. Es interesante seguir el
sendero de “las estacas” siempre que se pueda; pero si te despistas, caminante
montañero, asciende buscando la cumbre siempre hacia la izquierda.
Hemos llegado al Pico
Torrecilla. Con sus 1919 metros es la cumbre más elevada del Parque Natural de
la Sierra de las Nieves y la cima más prominente de Málaga. Esta nota, como la
mayoría de los apuntes “con certeza montañera”, son aportaciones de Jose,
experto en montañas.
La vuelta la hicimos por el mismo camino
hasta el pozo de la nieve, desde donde nos desviamos a la recóndita y escondida
Cañada de las Ánimas. Por detrás del pozo de nieve enseguida llegamos a un
pequeño collado del que sale un sendero hacia la izquierda, lo seguimos hasta
que inicia su descenso hacia la derecha y nos mete en la Cañada de las Ánimas.
Conviene ir prevenidos para no salir por otro sendero que parte hacia la
izquierda, casi en el mismo lugar, y baja por la Cañada del Enmedio.
La Cañada del Enmedio está
sujeta por estos gaviones, que nos cuenta Ángel que son construcciones de
piedra compactada que permiten el paso del agua y sujeta la montaña. Hemos
encontrado unos cuantos por los lugares altos de esta montaña.
El descenso es sereno, los montañeros pueden
gozar del silbido tenue del aire en su juego con los pinsapos, con el piar de
los escurridizos colirrojos tizones y los estilizados pardillos. El sendero
está muy bien marcado, de modo que los montañeros solamente hemos de caminar
sin más preocupación que gozar del aire, de los sonidos, de la frondosa
vegetación, de los juegos del sol entre las ramas… así llegamos a la ladera de
la montaña. Llegamos al Mirador de Los
Coloraillos desde donde admiramos un amplio paisaje. Continuamos y al cruzar
por el bajo de la Cañada del Enmedio nos detenemos a contemplar unos grandiosos
gaviones que sujetan la montaña en su descenso rabioso de los corrimientos de
tierra.
Los pinsapos han quedado
atrás. Nos asomamos al Mirador de Los Coloraillos. El final de nuestra marcha
está próximo. Ha sido una marcha que agranda el alma.
Javier Agra.
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