miércoles, 5 de junio de 2019

PICO TORRECILLA (II)


Habíamos llegado al Collado de los Pilones entre la multitud de erinaceas características de esta zona alta y cortada por los vientos frecuentes, estas plantas son las literarias aliagas, también se conocen como asiento de monja. Una mirada hacia atrás nos muestra la belleza del terreno por el que subimos.

Estamos saliendo al Collado de los Pilones atrás queda la Cañada del Cuerno por la que hemos subido.

Delante de nosotros está el Pico Torrecilla. El sendero es suave, corretea ligero entre batientes subidas y descensos en una amplitud de vista que siempre se topa con algún pico más cercano o más lejano. La vista de las personas está acaso demasiado encerrada en límites que no siempre reconocemos, necesitamos el corazón para saltar más allá del horizonte, más allá de los rocosos lapiaces, más allá de los límites de nuestra propia existencia.

Metidos en conversaciones y pensamientos, llegamos a un pozo de la nieve que ha sido restaurado para que los montañeros nos hagamos una idea del duro acontecer diario de nuestros antepasados. Desde este lugar, nos desviaremos a nuestro regreso para hacer un camino circular.

Pozo de la nieve. Detrás contemplamos un otero con abundancia de quejigos. 

Camino adelante se nos incorpora por la izquierda un sendero que viene desde el Puerto del Saucillo, al que saludamos con afecto y continuamos nuestra marcha entre rocas y misterios que el tiempo ha conservado en la belleza de esta montañosa serranía. Pasamos cerca de una profundísima sima, conocida como GESM, de la que hasta ahora se han explorado casi mil cien metros de profundidad.

Pero los montañeros continuamos, siempre por la superficie mirando hacia lo alto. Así nos acercamos al Pilar de Tolox al que bordeamos por su derecha hasta llegar a sus concavidades preciosistas como si fueran bocas musicales de esta formación caliza, como si fueran cacerolas donde se han cocido siglos de silencio y lentitud.

El Pilar de Tolox. Una imagen de la Virgen del Pilar en una de sus cavidades, una fuente a los pies…

Esta zona tiene agua en diversos lugares. Un poco más adelante encontramos una fuente donde reposar y beber la frescura del paisaje antes de continuar hasta la cercana falda de trepidante subida hasta el Pico Torrecilla; la subida se hace pronunciada y lenta, sendero sinuoso y de fácil pérdida con lo que aumenta la dificultad. Es interesante seguir el sendero de “las estacas” siempre que se pueda; pero si te despistas, caminante montañero, asciende buscando la cumbre siempre hacia la izquierda.

Hemos llegado al Pico Torrecilla. Con sus 1919 metros es la cumbre más elevada del Parque Natural de la Sierra de las Nieves y la cima más prominente de Málaga. Esta nota, como la mayoría de los apuntes “con certeza montañera”, son aportaciones de Jose, experto en montañas.

La vuelta la hicimos por el mismo camino hasta el pozo de la nieve, desde donde nos desviamos a la recóndita y escondida Cañada de las Ánimas. Por detrás del pozo de nieve enseguida llegamos a un pequeño collado del que sale un sendero hacia la izquierda, lo seguimos hasta que inicia su descenso hacia la derecha y nos mete en la Cañada de las Ánimas. Conviene ir prevenidos para no salir por otro sendero que parte hacia la izquierda, casi en el mismo lugar, y baja por la Cañada del Enmedio.

La Cañada del Enmedio está sujeta por estos gaviones, que nos cuenta Ángel que son construcciones de piedra compactada que permiten el paso del agua y sujeta la montaña. Hemos encontrado unos cuantos por los lugares altos de esta montaña.

El descenso es sereno, los montañeros pueden gozar del silbido tenue del aire en su juego con los pinsapos, con el piar de los escurridizos colirrojos tizones y los estilizados pardillos. El sendero está muy bien marcado, de modo que los montañeros solamente hemos de caminar sin más preocupación que gozar del aire, de los sonidos, de la frondosa vegetación, de los juegos del sol entre las ramas… así llegamos a la ladera de la montaña.  Llegamos al Mirador de Los Coloraillos desde donde admiramos un amplio paisaje. Continuamos y al cruzar por el bajo de la Cañada del Enmedio nos detenemos a contemplar unos grandiosos gaviones que sujetan la montaña en su descenso rabioso de los corrimientos de tierra.

Los pinsapos han quedado atrás. Nos asomamos al Mirador de Los Coloraillos. El final de nuestra marcha está próximo. Ha sido una marcha que agranda el alma.

Javier Agra.

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