Ese será el final de nuestra marcha, la Presa Rota que se llama Embalse de Vega de Tera.
Las sierras son gigantes dormidos sobre las llanuras de Aliste a esta hora de la madrugada cuando salimos de Moveros buscando las montañas de Sanabria por donde sosiega sus aguas el Alto Tera. Apenas despide reflejos con las primeras luces el lago de Sanabria que estamos viendo entre bosque y vegetación, entre curvas y miradores; atrás dejamos también San Martín de Castañeda, cuando llegamos al aparcamiento conocido como Laguna de los Peces, si bien queda algo más alto que la citada Laguna.
Además del recorrido que hicimos esta jornada, Moisés, José Luis y yo mismo, quedan muchas lagunas, rutas y senderos por recorrer en esta alta tierra del Tera, en la amplitud de la montaña de Sanabria donde el espíritu se comunica desde el sosiego con la inmensidad de la naturaleza que encierran estos valles y que pueden ser una síntesis de la universalidad y riqueza de esta tierra por donde la luz y los vientos se mueven en libertad, el alma y la vida toda baila con las aves y los reptiles, con el agua y la vegetación sin fronteras ni vallas en imposible encerramiento. Laguna de Los Carros, Sotillo, Lacillo, Laguna Roya, del Cuadro…
En el Collado Ventosa, camino de Borzabuelo pastan unos caballos entre los rayos del alba.
Los ojos del montañero se agigantan, no se acostumbran fácilmente a la inmensidad de las montañas de Sanabria, cuando tomamos el camino sendero adelante por Los Corralicos y Collado Ventosa hasta el Alto de Borzabuelo. Allí quedan los caballos en manada, allí algún mastín se despereza a nuestro paso por si tiene que guardar la majada, enseguida se percata de que no somos sino tres montañeros con el ánimo aún fresco camino de otras cumbres y otras metas.
La abundante hierba con una dureza propia de las alturas de la montaña convive con diversidad de matorrales, la vista se prolonga hasta los límites de las montañas circundantes. Estamos en lo alto de esta inmensa oquedad formada en aquellas épocas de las glaciaciones cuando este valle tomó su forma en U con las turberas que hoy son el sedimento de su fertilidad.
Embalse de Vega del Conde y cumbre de Peña Trevinca. Desde el Alto de Borzabuelo estamos viendo muy atrás el lugar donde aguardan pacientes los coches; hacia adelante el Embalse Vega del Conde y cerrando un amplísimo circo la subida y la cumbre de Peña Trevinca con cinco pinceladas de nieve, tres de ellas de una amplitud generosa para haber sobrevivido a estos calurosos rigores.
Una encrucijada de carteles nos comenta diferentes propuestas de senderos, nosotros tenemos preconcebido el plan de esta jornada, por eso continuamos la senda que comienza ligero descenso hacia nuestra izquierda, pronto encontraremos un hito abundoso, visible desde la distancia. Es señal inequívoca para marchar ladera abajo entre senderos de agua y escondidas rocas. Primero es el Arroyo de la Cuchilla con su fuente preparada para dar de beber al sediento montañero. Otros arroyos salen a nuestro encuentro: el Serradeiro, la Porqueira… y los montañeros precavidos esquivamos como podemos sus aguas y los charcos que se esconden entre la abundancia de la alta hierba.
El camino hace más pindio su descenso, se esconde entre un pequeño bosque de piornos, los montañeros cruzamos el Arroyo Rio Pedro y enseguida encontramos el primero de los refugios de esta larga jornada. A la puerta del Refugio de Riopedro nos espera tumbado un mastín que ya hace tiempo sabe de nuestra presencia y aguarda, confiado y sereno, que hagamos un alto en el refugio y le demos alguna miga de nuestra pitanza. Seguramente la experiencia del mastín es positiva, nos saluda con el rabo y dice que aún no se levanta.
Refugio de Riopedro. Desde hace un rato estamos dominando el embalse de Vega del Conde por el que pasaremos dentro de algún tiempo.
Continuamos la marcha, el perro nos sigue y dado que no sabemos su nombre hemos dado en llamarlo Confianza que nos parece un nombre muy digno y muy lleno de esperanza para esta tierra de pendencias, de riñas y de matanzas. Enseguida encontramos en la parte más baja del valle el río Tera, asentado y sereno en esta parte de la amplitud de la montaña, sobre él un bien construido puente de piedra, hierro y madera nos permite pasar a la otra ribera.
De nuevo una conjunción de carteles indica diversidad de sendas que parten desde este punto. Peña Trevinca hacia nuestra derecha más allá de la Majada de Rosinos, nosotros seguimos la dirección aguas abajo del Tera para encontrar enseguida el Refugio de Trefacio y el comienzo del embalse de la Vega del Conde desde donde parte el Canal de Moncalvo que nos acompañará buena parte del trayecto.
Presa de Trefacio. Las vacas tienen buen pasto, el pastor tiene su asiento en el Refugio de Trefacio que no se ve en esta instantánea y al que nosotros hicimos una breve visita.
En
embalse que se veía reducido desde las alturas, tiene una buena trocha de
camino hasta su terminación. Por abajo nos acompaña una amplia manada de vacas,
allá arriba en el Pico Moncalvo está la Laguna de Lacillo al que se accede por
una senda que parte de un puente de piedra desde nuestro sendero principal. La
mañana está en calma, se oyen suaves cantos de grillos y de cigarras, revoletean
veloces las perdices en bandada, los montañeros hacen una pausa para beber agua
junto a la fuente de Trefacio.
Continuamos camino adelante, acompañados aún por el bueno de Confianza el perro
mastín que había conseguido algún bocado en nuestra anterior parada, él mismo
nos muestra un pequeño atajo entre estas breves lomas en la amplitud de las
praderas y montañas por donde transita nuestro espíritu dando fuerza a los pies
que comienzan a notar el paso del tiempo y los kilómetros. Así llegamos al
Refugio de la Agrupación Montañera Zamorana, cerrado por completo para los
paseantes y los montañeros ocasionales.
Aquí está la Presa rota. Perfectamente se ve la línea que se llevó el agua y la parte del muro que quedó a ambos lados.
Nuestro caminar pasa por una valla acaso electrificada para impedir el paso de las numerosas manadas de vacas que ambos lados plácidamente pastan. Abundan los charcos de agua, los juncos en la pradera, el vuelo de algún águila, el silencio y la calma. Así damos vista a la Presa Rota, embalse de Vega de Tera se llama. El mastín nos abandona y regresa a sus dominios con la cabeza gacha, seguramente ha oído comentar aquella noche de muerte y rabia, aquel suspiro dormido en el tiempo que para siempre resuena en el eco de la montaña.
Llegamos por el GR-84. Nos recibe una pequeña ermita olvidada por el tiempo; más abajo un edificio abandonado, acaso un antiguo Refugio que hoy es ruina del pasado. El camino está carcomido por el olvido y la maleza entre brillantes alisos, álamos dorados, espinos de rosa silvestre, opulentas escobas, urces y cardos. Descendemos hasta casi tocar las moles que piedra que la furia de su rotura dejó como reliquias aquí la Presa Rota.
Entre las sombras de la alta vegetación comimos entre el apetito del presente y el recuerdo de aquel mil novecientos cincuenta y nueve. Después iniciamos el regreso, por el mismo camino y con idénticos encuentros puentes, refugios, arroyos y también Confianza, el mastín que nos despidió tumbado desde la puerta del Refugio de Rio Pedro.
Laguna de Las Yeguas o de Murias.
Hicimos una variante para llegar a la Laguna de las Yeguas o Laguna de Murias, con su Refugio bien conservado, con el redil donde parían las ovejas y las cabras que por allí abundaban en rebaños cuidados por pastores en época de bonanza para bajar a los pueblos de los alrededores cuando apuntaba la nevada. Aquí aprendimos el proceso de “colmatación” de las lagunas pues este es un modelo muy visible de una parte que se está secando dando lugar a oquedades y pozas aisladas.
Cerramos nuestro caminar pasando por la Laguna de Los Peces hasta el aparcamiento del coche cuando terminaba la hora de la siesta. Solamente nos falta un café en algún lugar de Galende antes de salir a la carretera general camino de nuestro pueblo de Moveros.
Javier Agra.
Me encanta la publicación y como la relatas ya que la viví en persona con tu compañía y la de Moisés y aunque no la he olvidado, creo que no olvidaré tan pronto me gustó recordar el día
ResponderEliminarGracias Javier un fuerte abrazo 😘😘