El viejísimo
Camino del Palero une el Puerto de Cotos con el Paular en un camino de conexión
entre las dos mesetas. Era cuando el tiempo se media en pasos humanos o pisadas
de caballerías. Alguna vez había recorrido la distancia entre Cotos y la
Sillada de Garcisancho.
Es momento de
recorrer otro tramo. Llegamos con el coche hasta el Mirador de los Robledos,
por una pista asfaltada que sale de la carretera de Cotos a Rascafría en el
kilómetro treinta y dos y trescientos metros. Las primeras luces asoman su despertar
entre las ramas desnudas de los abundantes rebollos de la zona. El Mirador es
amplio; entretenemos un rato nuestro inicio de marcha entre las vistas
panorámicas y el monumento a la Guardería Forestal.
En el amplio Mirador de los Robledos, se erige este monumento a la Guardería Forestal.
La continuación
de la marcha, o casi su inicio, es con suave inclinación de bajada, por una
pista, hasta el Arroyo de la Umbría donde suena el agua remolinos del tiempo
pasado bajo un puente del presente tiempo. Nada más cruzarlo, sube por su margen izquierda la Senda del Palero, otro ramal del GR10 muy presente en diversos
lugares de esta sierra; durante un buen trecho llevaremos el arroyo a nuestro
lado.
Los pinos, la
vegetación entera se aclara para nosotros. Es como si antes no existiera el
frescor verde de esta parte de la sierra; ¿las piedras, las ardillas de estos
pinos, llevan siglos esperando la mirada atenta de unos ojos que den vida a la
naturaleza? Ahí están palpitando la misma luz el corazón y el aire, los pies y
las ramas que crecen entre la nevada, respiración unida de sangre y de savia.
Junto a un
recodo del camino está la Lagunilla que mantiene agua en los crudos días de
verano porque sabe que los animales necesitarán de su existencia cuando
aprieten los calores y la naturaleza cuida la vida. Más allá, los montañeros
siempre queremos subir un poco más arriba, se redondea el valle, poco a poco se
cierra en una última pendiente que nos acerca a la Sillada de Garcisancho.
La vida es nueva
en cada instante pero también es constante brote de recuerdos. Aquí nos miramos
los dos montañeros en silencio y sentimos el mismo dolor ausente: Munia y Pipa
vinieron hasta aquí con nosotros en nuestra última visita a la Sillada de
Garcisancho, donde llegamos por otro sendero. Continuamos. Llegamos al Cerrito
Sarnoso. Impropio nombre propio para este bello Cerrito desde donde las vistas
y el asombro saltan entre Peñalara y la Cuerda Larga, entre los bosques de
pinos y la luz del cielo. Cerrito, tu nombre será el que ponen los mapas; pero
en el sosiego de nuestro corazón siempre serás un cerrito de bellas vistas.
Desde el Cerrito Sarnoso contemplamos al fondo parte de la Cuerda Larga y la hermosa cumbre de Peñalara. ¿Cómo no llamar bellas vistas a este gracioso Cerrito?
Baja un sendero entre
pinos hasta la Silla de Malabarba, una amplia zona despoblada de árboles que
nos lleva hasta la explanada de Cabeza Mediana. Es este lugar un sueño de paz,
cantan los ángeles murmullo de árbol con la música de los pájaros; el sol mira
por mis ojos y sopla por mi respiración el viento en la serenidad de las
cumbres; cuando yo me vaya esta tarde, las estrellas dormirán sobre la amplia
cima; cuando yo me vaya otra tarde más allá de las montañas, la montaña me
amará como saben amar las madres.
Sentado sobre
las peñas converso con mis años, mis palabras son años y espíritu que se
agrupan y vuelan entre las encinas y los pájaros, mis pensamientos son quietud
y vaho y así juegan desde mi corazón al infinito, desde el silencio al canto
armonioso de la naturaleza entera.
Sentado sobre la cima de Cabeza Mediana...
Desde la pista
por la que descenderemos dentro de un rato, sale un sendero bien visible hasta
una caseta de vigilancia de incendios en la cercana zona de Los Cuchillares. Nos
acercamos y contemplamos. En verdad se pueden ver los montes más alejados, hoy
descubrimos tres columnas de humo que no sabemos distinguir si están sirviendo
para aderezar el cocido o significan destrucción, con todo sospechamos del humo
que revolotea por el collado de Malagosto.
La caseta de vigilancia está en un enclave hermoso y más despejado. Algún día dedicaré otra entrada a este lugar.
En el camino de
regreso que es circular, aún pasamos por otra laguna. También será reposo de
animales y aves en los calurosos días de futuros meses. Estamos sobre el valle
del Lozoya, enseguida llegaremos al Mirador de los Robledos en esta jornada
circular.
Javier Agra.
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