La Pedriza tiene paseos
en número casi inagotable.
Estos primeros días del
año dos mil dieciséis aún no está despuntando la aurora cuando pasamos sobre el
puente de madera del sonoro Manzanares. Las cercanas piedras y las inmensas
rocas se mueven de lugar a cada instante con el albor y el caminar. La
autopista de la Pedriza está, en el inicio del día, aún en la soledad de las
arizónicas y los arbustos de diferentes nombres, hipónimos que no siempre
conozco aunque saludo a cada planta.
Preciosa vista de la Pedriza desde algún punto de la senda del Icona. A la izquierda del lector, vemos lejanas las Cuatro Torres único punto que supera los dos mil metros de altura, la Esfinge más centrada, cierra a la derecha la Cerda de Los Pinganillos con preciosos nombres y bellísimas subidas a sus rocas.
El arroyo de los Poyos
baja con la breve música de la poca agua caída estas noches. Por la ribera del
arroyo de la Ventana revolotean los pájaros que pián sus madrugadas mientras
saludan al clarear de la mañana entre amenazantes nubes de ceniza. Poco a poco alcanzamos el lugar denominado
Cuatro Caminos hasta donde llegan, en alguna ocasión, paseantes que quieren ser
montañeros.
Desde este punto
subimos en dirección al collado de la Romera por un sosegado pinar, los
montañeros pensamos silenciosos en la belleza del sonido del viento en las
copas de los árboles cuando estamos protegidos por las caricias de la
naturaleza. Apenas faltan unos metros para el Collado, algunos metros más atrás
quedó el desvió hacia la Majada de Quila, sale a la derecha un bien señalado
sendero hacia el Puente de los Poyos (del que ya otras veces he comentado que
prefiero la acepción que lo indica como lugar de asientos, también lo he visto
escrito como de los Pollos y yo no descarto que por las cercanías aniden aves
de diferentes especies con sus polladas primaverales).
Esta mañana, la piedra
lisa, llambria o lágana, está húmeda por las nubes que se han entregado en
diminutos copos de nieve a la Sierra; trepar está más complicado de lo que
aparece en esta fotografía de otra ocasión anterior en el mismo escenario.
Conseguimos nuestro objetivo. Desde aquí arriba la hermosura de la tierra se
agiganta, el sosiego de la naturaleza llena el alma, la paz pausada de la vida
se posa en el corazón y en él se queda.
Cruzamos por un sendero
bien marcado hasta llegar en pocos minutos al PM-R1 y descendemos entre el
sosiego, la paz, la prudencia y la vegetación hasta encontrar de nuevo el
Collado de la Romera (en otras ocasiones volvimos por el Jardín de la Campana,
la Canal del Pajarito, diferentes variantes) hoy seguimos lo que antaño se
llamó senda del ICONA que es uno más de la multitud de bellísimos senderos de
la sierra y de la vida, porque la vida tiene multitud de bellísimos senderos
que nos conducen más allá, hacia la luz de la que procedemos; caminamos como dicho
dejé hasta llegar al Collado Cabrón. Hasta aquí también se aventuran algunas
personas que se inician en esta gran aventura de caminar por la montaña.
Este vivac está a los pies mismos de Puente Poyos. Lo añado al artículo para mostrar a las generaciones futuras los copos de nieve al caer sobre la tierra, en pequeñísima cantidad es cierto, pero copos al fin. Vaya también como homenaje a los primeros "descubridores" de la Pedriza, aquellos que nos marcaron rutas y senderos para disfrute de muchas generaciones.
De la diversidad de
opciones que allí teníamos para descender, elegimos un sendero, acaso sin
nombre, por el que desembocamos en la autopista de la Pedriza a la altura de
Prado Peluca. Desde este lugar conviene compaginar el silencio sosegado con el
saludo convencido a la multitud de paseantes que encontramos hasta llegar de
nuevo al coche. Conviene mirar hacia arriba donde el Pájaro llama a sus
escaladores, donde sigue inmóvil la Cueva de la Mora, donde Peña Sirio parece
un gigante de otros tiempos, donde el cielo se ha abierto en brillo y luz
después de las pocas gotas de nieve y agua.
Suenan hilos de agua en
el silencio de la montaña, suena el arroyo que llama al silencio mientras busca
la cama común del Manzanares.
Javier Agra.
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