Camino
del Poyal de MAJALAOSA cruzamos diferentes arroyos que se nutren de la nieve de cumbre y de las
lluvias de estos últimos meses.
Definitivamente todo ha
comenzado.
Nacen el agua y el
mirlo esta mañana de junio entre los algodones tenues de los arroyos de la
sierra; los pinos mecen nanas para adormecer en sosiego a los madrugadores
montañeros silenciosos esta madrugada en la que el mundo celebra el día de la
naturaleza, no quieren molestar al zorzal que busca bayas y frutos de temporada
entre la brillante vegetación del final de primavera.
Los arroyos balbucean la canción de sus saltos
de montaña y sueñan su esperada inmensidad cuando abandonen las montañas y estén
más allá avistando el mar; es su música una composición orquestal de brinco y
manantial. He visto en la montaña al pequeño acebo, al robledal sereno, a los enhiestos pinos,
a la naturaleza que es múltiple en su unidad, mirarme a los ojos como mira a
todos los humanos, he visto a la naturaleza que reclama corazones esforzados
para la libertad, que quiere silencio y austeridad para que todos podamos
escuchar el latido de la PAZ.
Este árbol solitario de pelada frente apunta hacia las cumbres que
alimentan vida en esta hermosa vista de la Sierra de Madrid.
Javier Agra.
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