Cantiga de
la serrana fea, Aldara, de Tablada
Cerca de
Tablada, ESTROFA 1022
la sierra
pasada,
me hallé con
Aldara,
a la madrugada.
En lo alto
del puerto ESTROFA 1023
temí caer
muerto
de nieve y
de frío
y de aquel
rocío
y de gran
helada.
En la
descendida, ESTROFA 1024
eché una
corrida;
hallé una
serrana
hermosa y
lozana
y muy
colorada.
Yo, como soy
humano y, por tal, pecador, ESTROFA 76
sentí por las
mujeres, a veces, gran amor.
Que probemos las
cosas no siempre es lo peor;
el bien y el mal
sabed y escoged lo mejor.
Las Peñas
del Arcipreste recuerdan en la inscripción “AL ARCIPRESTE DE HITA CANTOR DESTA
SIERRA DO GUSTÓ LAS AGUAS DEL RÍO DE BUEN AMOR”
Hasta las Peñas
del Arcipreste, se puede llegar desde diversos caminos. Uno muy recomendable es
desde Tablada a donde se llegará en tren o en coche. Un sendero muy bien
trazado permite admirar esa parte de la sierra de Madrid fronteriza con Segovia.
Nosotros
llegamos en coche hasta el Alto del León para caminar la cuerda que une este
punto con la Peñota a través de diversas cumbres de reconocido nombre: otro día
haré también un recorrido “literario” por esa ruta, hoy me quedo con las Peñas
del Arcipreste.
Caminando por la
linde cimera entre Madrid y Segovia, apenas superamos el Cerro de la Sevillana,
hacia la derecha en su Collado, se abre una puerta en una cerca de piedras entre
pinos y matorral; el sendero está muy marcado, es el que después se puede
continuar para bajar hasta Tablada. El Arcipreste de Hita que sentía viva la
naturaleza llegó en diferentes ocasiones hasta esta grandiosidad de rocas,
vegetación y trinar incesante de pájaros.
Un cartel
indicador nos invita a mirar admirados las rocas que el Arcipreste de Hita
visitó en más de una ocasión; un poco más allá, otro cartel recuerda algunos versos
de su variado poemario “Libro de Buen Amor”.
El lugar donde
narra sus aventuras con la serrana Aldara de Tablada, se antoja pastoril al
modo como nos imaginamos las más afamadas aventuras que nos ha contado la
literatura. Alfombras de cantueso y hierba, sombras de pinar, frescor de roca y
viento son sosiego para el espíritu y respiración libre para el corazón. Acaso
nuestro arcipreste pasara por aquí algún día de ventarrón y nieve, hoy es poco probable
que nos sacuda “la nieve y el frío de la gran helada”.
El
montañero contempla la inscripción que recuerda al Arcipreste de Hita, desde la
admiración a la poesía de la montaña y de la vida.
Las montañas de
la sierra son hoy lugares de paseo frecuente, son espacios habitados durante
las horas del día por montañeros que comparten sosiego y paz con las aves y los
reptiles. Pero ahí están las Peñas del Arcipreste, sobre las que se ha escrito
el recuerdo de su paso; las Peñas conversan con los actuales visitantes sobre
pasados de dureza de vida, de tiempos siempre difíciles, de superación
constante, de corazones que palpitan paz.
Javier Agra.
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