El Camino de Santiago
recorre simas y lomas. Próximos a Llanes disfrutamos de los ruidosos y
atrayentes Bufones de Arenillas, chimeneas al margen del acantilado por donde
el agua del mar se eleva a la vista del peregrino unos cuantos metros sobre la
tierra, musicales silbidos de trompetas saltan por los tubos de órgano de los
acantilados. Un tiempo de respiración en el mirador sobre el río Purón y más
desniveles. Pasado Andrín comenzamos una cuesta arriba imponente que nos acerca
a Llanes. Ya en pleno descenso nos encontramos la ermita del Cristo del Camino
entre preciosas colinas antes de llegar al nivel del mar.
Ermita del Cristo
del Camino en el descenso hacia Llanes, entre colinas de verdes prados.
Verdor, camino, silencio…
entre los prados monte arriba llegamos a la parroquia de San Pedro en Pría.
Aquí sabemos que hemos de estar atentos para no desviarnos del camino y poder
contemplar la pared con numerosísimas piedras pintadas de colores y alegorías
del Camino de Santiago, de Asturias, de los peregrinos, de la vida misma que es
continuo caminar. A nuestra izquierda la Sierra del Sueve va desgranando
nombres, ahora estamos frente a la pequeña Sierra de Cueva Negra, ante nosotros
las praderas anchurosas de Belmonte.
En Prías,
encontramos esta magnífica aportación de cariño y tiempo al Camino de Santiago
en forma de piedras pintadas desde el primor y el cariño.
Días y caminos nos
permiten superar Ribadesella y su imponente puente de Arriondas, San Esteban de
Leces de sosegado silencio, Soto de Luiña entre inmensos campos de maíz y
manzanas. Más jornadas de camino para disfrutar de la Playa del Silencio en
Cudillero y aproximarnos a Cadavedo entre bosques que parecen inmensos túneles
vegetales por el bosque de Tablizo.
Ermita de la Regalina
en Cadavedo.
Cadavedo tiene un
pequeño albergue de peregrinos; una vivienda de tres habitaciones porque el
saloncillo de la entrada también sirve como lugar de dormir. Nosotros hemos
llegado a tiempo y nos corresponden dos camas. Las tardes del peregrino son
para lavar las prendas del viaje de modo que mañana estén de nuevo aseadas. Las
tardes del peregrino son para sentarse en la puerta de alguna taberna de la población a la que llegamos, conversar con las gentes del lugar, con otros peregrinos de a
pie, con los peregrinos de bicicleta a los que no volveremos a encontrar en el
camino y acaso nunca más en la vida. De todos mantenemos el recuerdo del
esfuerzo, de la felicidad, de las ilusiones.
Mirador de la
Ermita de la Regalina
En Cadavedo nos
recomiendan visitar la ermita de La Regalina, Nuestra Señora de Riégala que fue
encontrada por un campesino en el hueco de un tronco de castaño. Está en un
extenso y abierto mirador sobre el mar entre el Islote de los Cuervos y la
Punta del Cuerno. A nuestra izquierda navega entre las olas la isla de Furada.
La playa allá abajo y el peregrino asombrado ante tanta inmensidad y tanto
prodigio. El peregrino comparte breves frases con quienes entienden su idioma,
pero como solamente habla el castellano comparte ilusionadas sonrisas con otros
peregrinos de diferentes idiomas que se han acercado a este lugar recién descubierto y guardado para
siempre entre los puntos de belleza marcados en los recuerdos.
Javier Agra.
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