viernes, 24 de enero de 2020

EL TIEMPO



Me muevo sin límites por la esfera del tiempo que es un espacio abierto de sensaciones y de vida. Hace años medía su paso guiado por el sonido del metro entrando en la estación donde esperaba entre la calma y la necesidad de llegar al destino a alguna hora; medía el tiempo por sonido monótono y chillón de los timbres del cambio de clase o del final del recreo; cada situación tenía su medida, medía hasta el momento del sueño, del desayuno, del afeitado, del pantalón y la camisa. En aquella época era tan certero que atinaba con los minutos de cada hora sin mirar a los relojes.

Atardecer en una playa de Benalmádena, una tarde enero.

Ahora he llegado a la inmensa eternidad del momento infinito, siempre es montaña y desierto, siempre camino hacia los collados y el nacimiento de los arroyos que serán ríos, siempre es presente y es sueño de construcción de la belleza y de la PAZ sin tiempo. Yo, que siempre he vivido con calma, he llegado al centro mismo del sosiego y camino por esta tierra, unas veces a pie en metro otras veces, sin minutero sin más preocupación que respirar silencio.

Monte del Pardo; las encinas y las jaras van sacudiendo las gotas de la escarcha bajo el beso del sol de la aurora, por la tierra se expande el vaho y la vida. Sed felices, amigos lectores.

Javier Agra

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