Subir de nuevo a Peñalara
es retomar la explosión emocionada de la montaña, llenar una vez más el corazón
de regocijo y de sosiego ante la inmensidad de la naturaleza nueva en cada una
de las visitas que hacemos a los lugares recónditos donde llegamos siempre con
esfuerzo y entusiasmo. La belleza ha puesto en la ladera y en la cumbre de Peñalara
un imperecedero lienzo para la admiración continua de los montañeros.
Camino de
Peñalara entre la nevada y los pinos. Al fondo Cabezas de Hierro.
Subir de nuevo a
Peñalara es como volver a escuchar otra vez la Cuarta Sinfonía de Brahms. La
nieve retarda los pasos montaña arriba en una leve ascensión donde
sincronizamos los pinos y la respiración con violines y trombones mientras el
corazón repite un vigoroso lenguaje heroico del primer movimiento “Allegro ma
non tropo”, suenan los instrumentos musicales entre el esfuerzo enérgico y
pausado de las pisadas del montañero.
La nieve va dejando la
escritura de las pisadas profundas, serenas, rítmicas montaña arriba como un meditativo
“Andante moderato” con que el músico engarzara el segundo movimiento de su
sinfonía siempre llena de vida y recuerdos. Dicen que acaso incluyó alguna nota
ya escrita en otros momentos… Suenan trompas y los oboes, también los
montañeros avanzamos montaña arriba casi sin dudar del camino tantas veces
recorrido, entre la admiración y la fatiga.
Desde la Cumbre de Peñalara, los montañeros respiran la inmensidad de la
tierra.
En un “Allegro giocoso”
se esparce el tercer movimiento de la cuarta sinfonía de Brahms, así suena con
sonora sonrisa en el rostro de los montañero cuando llegan al Collado de Dos
Hermanas, camino de la larga subida final a Peñalara. Es una sensación de
esfuerzo recompensado, una explosión de la sangre y el aire contenidos en el
corazón y los pulmones en los metros anteriores de esfuerzo y constante
ascensión.
Llega el “Allegro
enérgico apassionato” en pasacalles y variaciones diferentes y curiosas sobre
una misma melodía, para desarrollar el cuarto movimiento antes del aplauso
final de la obra realizada entre el esfuerzo y la nieve, la batuta del director
cierra la sinfonía en el calor del público al mismo tiempo que los montañeros
llegan a las rocas finales de Peñalara, un paso más antes de abrazar unidos y
gozosos el vértice geodésico del éxito.
Cumbre de Peñalara.
Otra vez abrazado al vértice geodésico.
Subir de nuevo a Peñalara
con frecuencia entre el bullicio de grupos diferentes, es un esfuerzo de
pulmones y de piernas, es una libertad de corazones y de espíritus; caminando
entre el sosiego y la serenidad allá donde la tierra y lo eterno tienden la
mano al montañero, donde el dolor es derrotado por la gozosa esperanza, donde
el aire habla todos los idiomas y tiene todos los colores de piel, donde las
personas somos iguales en la raíz misma del ser.
Javier Agra
Hola Javier:
ResponderEliminarBuen trabajo como siempre! He actualizado mi blog, cuando puedas allí te esperan las fotografías de nuestra montaña que tanto amamos.��
Pasaré por tu blog, amiga Laura. Tu trabajo en muy bello. Gracias por leer otros textos.
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