He paseado por la
Cuerda de los Porrones en diferentes ocasiones, desde Canto Cochino ascendiendo
por la Umbría de la Garganta, también desde al Collado de Quebrantaherraduras
entrando por el Collado de Valdealcones. Es una atractiva cuerda que permite
diferentes entradas y salidas, por lo que se puede recorrer en mayor o menor
extensión.
Desde
el Collado Porrón se contempla parte de la Cuerda Larga y la Pedriza, con Las
Torres y el emblemático Yelmo.
Esta mañana dejamos el
coche en un aparcamiento cercano a Mataelpino a los pies de una estación base
de telefónica. Ponerse las botas a pie de ruta es una rutina que nos hace
apetecer el caminar, nos concentra en el inicio de la marcha.
Allí entre senderos de
piedra y cauces de arroyos con frecuencia secos, nos desplazamos ligeramente
hacia nuestra izquierda en busca de una portilla que da paso a la amplitud de
la senda que asciende directamente en dirección a la Maliciosa. Las sendas de
la derecha nos enfocan hacia el Arroyo de las Callejas con el jugaremos a Pica
Cruzada en varias ocasiones.
Estamos cruzando la
Majada de Las Cuevas.
La Pica Cruzada era un
juego muy popular en mi niñez de Acisa de las Arrimadas en León, el pueblo en
que comencé a nacer antes de seguir con mi nacimiento en diferentes lugares de
la geografía española hasta asentarme, quien sabe si definitivamente, en Madrid.
He descubierto que en todas partes, los humanos sentimos, pensamos, esperamos,
aspiramos…con la misma sangre, las mismas ansias y deseos…
Por esta parte baja del
inicial camino, los senderos son diferentes, como es diversa la manera de
caminar en la vida, todos conducen entre jaras, piedra y dificultades hacia explanadas
de sosiego y verdor. Nuestros diferentes senderos de esta mañana nos llevan a
la Majada de Las Cuevas, florecen de verdor y de flores en esta avanzada primavera.
Hacemos un alto en
nuestro caminar para desprendernos de alguna ropa antes de iniciar el ascenso
por un sendero que pronto se pondrá empinado y arenoso.
Hacemos un alto para
despojarnos de alguna prenda que ya sobra, el sol se está poniendo incierto
entre las nubes que van y vienen. Ahora se cuelga el sendero por una empinada
ladera entre jaras y matorral, el arenoso suelo hace lento el caminar. Parece que
queramos escondernos de los solitarios buitres que describen círculos con la
solemnidad de quien se sabe dominador del espacio aéreo.
Nosotros, como los sosegados
buitres, somos de lento caminar por este empinado e interminable ribazo hasta
llegar al descansadero de La Majada de Los Llanos. En las praderas bajas pasta
un numeroso grupo de vacas, en el alto cielo los buitres cosen con sus alas
extendidas el algodón de las nubes que toman posesión lentamente de las cumbres
más altas.
Abajo ha quedado La
Majada de Los Llanos y el murmullo de siglos del agua entre los matorrales.
Aquí arriba,
el Arroyo de Las Callejas susurra nombres y tiempos antiguos mientras vadeamos en
silencio sus aguas entre las piedras. En lo más alto del sendero que nuevamente
se empina, vemos la cortada por donde entraremos al cordal de Los Porrones.
Entre jaras y escasísimos pinos sueltos ascendemos contando los pasos con el jadeo
de la respiración pausada.
Queda atrás
la majada, solitaria ahora entre el murmullo del agua. A nuestro paso nos
saludan las gayubas siempre verdes y airosas; este arbusto rastrero es paz para
el espíritu; este arbusto rastrero siempre sonríe de poderoso verdor y de
brillantes flores; este arbusto rastrero es lozanía y esperanza para los pies
cansados mientras caminamos entre las piedras del sendero; este arbusto
rastrero es empuje en la marcha del montañero.
Entramos
por un callejón hasta el Collado Porrón.
Detrás
de mí, el sendero nos situará en el peñasco fornido de Cancho Porrón. El pinar
del fondo es la Maliciosa Chica.
Entramos por
un callejón a la Cuerda por el Collado Porrón. Han bajado las nubes y han
subido las pulsaciones, la vista dilata su espacio entre pequeñas lágrimas del
encapotado cielo. El viento nos abraza como si fuéramos héroes entre el bóreas
y el céfiro. Las rocas ofrecen su espacio de oquedad y refugio mientras comemos
los frutos secos.
Desde el
Collado Porrón, tras los pinares cercanos, nos sienta la vista en parte de la
Cuerda Larga: Cabezas de Hierro, Loma de Pandasco y la recóndita Najarra.
Más allá
sube el sendero hacia Cancho Porrón con su vivac y hacia la Maliciosa Chica.
Otras veces bajamos una dificultosa senda buscando el Arroyo de la Gargantilla
y su posterior sendero de recorrido plácido. Hoy regresamos por donde habíamos
subido.
Javier Agra
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