jueves, 26 de marzo de 2020

DESDE LA BICICLETA: PUERTO DE MALANGOSTO



La fortaleza de los trombones dan paso a la serena quietud de los violines o al lejano grito del oboe en la musical Sinfonía número 10 de Shostakovich cuando estoy dando pedaladas en mi bicicleta estática camino del Puerto de Malagosto que hace una línea de cumbres entre Segovia y Madrid. Una limpia y amplia pista que llaman Cañada de Vallejos sube buscando las cumbres donde nace el río Pirón. La naturaleza es exuberante en esta parte de las montañas de Segovia.

Superados los prados de Mangalucho y las Porquerizas entre espinos, piornos y verdor de mil especies nos adentramos en las cuestas de Mataburros, acompañados siempre de la dulzura tenue de las avecillas, de la melancolía sosegada de abundosa agua que se extiende en breves canalillos del camino o en musicales torrenteras esta primavera. La cuesta de Mataburros se prolonga hasta el Collado cercanos ya al Puerto de Malagosto, la nieve pinta pinceladas brillantes de sol y vegetación. 

Voy recitando los versos del Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor que dicen desta guisa:

Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé el rostro.
“Desgraciado, ¿Dónde andas?
¿qué buscas o que demandas
Por aqueste puerto angosto?...

Chozo de la Chata de Malangosto con su preciosa pradera y la fuente de surtida agua.

Un primer plano del Chozo de la Chata de Malangosto

Sería la casualidad o tal vez la ficción literaria cuando al girar el camino un recodo a su izquierda topo con el Chozo de la Chata y su fuente bien surtida de clarísima y fresca agua. Sin necesidad de otras ofrendas ni peleas con la serrana moza, me acerco a su puerta y me adentro en su bien cuidado chozo. Unos metros más arriba las Peñas Crecientes forman la cumbre del Pico Malangosto.  Pero hoy no está la moza que citaba el Arcipreste, solamente escucho el canto del cuco escondido entre los matorrales y el silencio de las lavanderas, confiadas aves de mirar inquieto. Sentado en las rocas converso con la amplitud de las montañas, con la libertad de los senderos, con la paz del silencio.  

En la cumbre del Puerto de Malangosto con las llanuras segovianas al fondo.

Sed felices y buscad la PAZ, amables lectores. Os abrazo.

Javier Agra

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