La fortaleza de los
trombones dan paso a la serena quietud de los violines o al lejano grito del
oboe en la musical Sinfonía número 10 de Shostakovich cuando estoy dando
pedaladas en mi bicicleta estática camino del Puerto de Malagosto que hace una
línea de cumbres entre Segovia y Madrid. Una limpia y amplia pista que llaman
Cañada de Vallejos sube buscando las cumbres donde nace el río Pirón. La naturaleza
es exuberante en esta parte de las montañas de Segovia.
Superados los prados de
Mangalucho y las Porquerizas entre espinos, piornos y verdor de mil especies
nos adentramos en las cuestas de Mataburros, acompañados siempre de la dulzura
tenue de las avecillas, de la melancolía sosegada de abundosa agua que se
extiende en breves canalillos del camino o en musicales torrenteras esta
primavera. La cuesta de Mataburros se prolonga hasta el Collado cercanos ya al
Puerto de Malagosto, la nieve pinta pinceladas brillantes de sol y vegetación.
Voy recitando los
versos del Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor que dicen desta guisa:
Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé el
rostro.
“Desgraciado, ¿Dónde
andas?
¿qué buscas o que
demandas
Por aqueste puerto
angosto?...
Chozo de la Chata de
Malangosto con su preciosa pradera y la fuente de surtida agua.
Un primer plano del Chozo de la Chata de Malangosto
Sería la casualidad o tal vez la ficción
literaria cuando al girar el camino un recodo a su izquierda topo con el Chozo
de la Chata y su fuente bien surtida de clarísima y fresca agua. Sin necesidad
de otras ofrendas ni peleas con la serrana moza, me acerco a su puerta y me
adentro en su bien cuidado chozo. Unos metros más arriba
las Peñas Crecientes forman la cumbre del Pico Malangosto. Pero hoy no está la moza que citaba el
Arcipreste, solamente escucho el canto del cuco escondido entre los matorrales
y el silencio de las lavanderas, confiadas aves de mirar inquieto. Sentado en las
rocas converso con la amplitud de las montañas, con la libertad de los
senderos, con la paz del silencio.
En la cumbre del
Puerto de Malangosto con las llanuras segovianas al fondo.
Sed felices y buscad la
PAZ, amables lectores. Os abrazo.
Javier Agra
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