Desde mi bicicleta estática, esta madrugada comencé la subida al Garmo
Negro (3076 metros) en el Pirineo aragonés, desde el Refugio Ibones de
Bachimaña. La subida desde Panticosa en
el Precioso Valle de Tena hasta el citado refugio, ya es de una belleza inmensa
y puede ser una marcha de un día inolvidable para cualquier persona con ánimo
de caminar, en poco más de cuatro horas puede estar de regreso.
Garmo, es una palabra aragonesa, cuentan que de las pocas que conservan
de origen celta, cuyo significado viene a ser “Puntón o punta de montaña”; así
pues, el Garmo Negro podría parecer a los antiguos un pico de difícil acceso. Tiene
diversas ventajas entre las que se encuentra el fácil acceso al amplio espacio
del Balneario, la subida trabajosa pero sin dificultades técnicas, la belleza
del entorno es asombrosa…
Hoy asciendo con la ópera Aida de Verdi. La obertura, no la breve, la
larga de once minutos suena con la luz del sol; mientras pasamos por
sobrecogedores ibones y rocas de ronquido interminable truena apasionada la
música de la Gran Puerta en la ciudad de Tebas del Acto II. Valles abiertos, escondidos
neveros con sus rimayas entre rocas de misteriosa imagen, asombrosos desfiladeros agrandan el espíritu. El
caminar se hace más lento mientras atravesamos las últimas nubes que esperaron
nuestra llegada antes de dejarnos un cielo despejado. Ahora el Garmo Negro
sonríe dulzuras azules de cielos abiertos…
Un rato de pedales sobre la bicicleta estática da para muchos vuelos de
libertad. En la fotografía estoy sentado
en la cima del Garmo Negro, esa cercana cumbre de piedra blanca se llama Picos
del Infierno, entre las nubes al fondo está el Balaitús, pico que sirve de
encuentro a las montañas de España y Francia. Inmensidad rocosa del Pirineo
para abrazar a las personas, a la naturaleza entera.
Sed felices y buscad la
PAZ, amables lectores. Os abrazo.
Javier Agra
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