Sobre mi bicicleta
estática recorro esta mañana de marzo La Cuerda de Los Pinganillos. En la
Pedriza de Madrid no se terminan nunca los recovecos más escondidos llenos de
sosiego y asombro. Canto Cochino es un buen punto de partida para diferentes
marchas montañeras. Dirección a Cuatro Caminos seguramente encontrarás, lector
amable, unos cuantos montañeros. La vegetación primero pinos y arizónicas,
pequeños robles más tarde, arbustos inquietos montaña arriba… los roquedos, el
arroyo, los pájaros de trino despreocupado, innumerables y variados animalillos
serán tu compañía.
A la altura del Arroyo
de Los Poyos y antes de un vivac en la curva del camino sale una senda hacia la
derecha, cruzar el arroyo a pie enjuto es el inicio para subir a la Cuerda de
los Pinganillos. La subida es peleona pero divertida entre riscos, senderos que
juegas al escondite y terminan por depositar al montañero en el Jardín de los
Guerreros después de alguna búsqueda y un poco más de esfuerzo. Si continúas el
camino entre riscos y senderos indómitos te puedes adentrar en misterioso
Jardín del Pájaro.
Suena en mi corazón la ópera
vibrante y poderosa Turandot, no concluida por Puccini. Clarinetes, trompetas,
violines… el solo del rey “In questa reggia”…; es un impulso en mi pedalear
peñascos arriba, entre matojos, robles y encinas, hasta el final. La princesa
Turandot planteará las tres cuestiones pero el intrépido montañero encontrará
la respuesta al poner el pie en el Salón del Pájaro.
La Fotografía muestra
la Cuerda de los Pinganillos. De izquierda a derecha, las peñas que destacan,
tienen estos nombres: Cancho Butrón, Los Molondrios, Torre de Las Arañas
Negras, Los Guerreros, La Muela, El Pájaro.
Sed felices y buscad la
PAZ, amables lectores. Os abrazo.
Javier Agra
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