Otra vez la Sierra de
Guadarrama en su vertiente madrileña. Multitud de posibilidades para el asombro
de los montañeros. Diversidad de visiones de un mismo lugar según la época del
año, del día y aún del ánimo de los aventureros de las cumbres. Hasta la cumbre
de la Najarra se puede llegar desde distintos lugares, hoy subimos desde
Miraflores de la Sierra siguiendo la Senda Santé.
Desde Cuatro Calles
se ve la Najarra.
Hemos superada la zona
de prados desde que comenzamos nuestra marcha, hace un buen rato, en el aparcamiento de La Fuente del Cura del pueblo
de Miraflores; atrás quedó también el pinar de Aguirre; nos asomamos con
asombro a diferentes miradores siempre en ascenso. Respiramos un tiempo ahora
que hemos llegado al otero de Cuatro Calles. Atrás ha quedado la parte más dura
y de peor sendero, entre rocas amplias, torcidos troncos, senderos de despiste…
Estamos cerca de
la cima. A partir de aquí el trabajo es de pisadas y nieve, de sosiego y lucha,
de entusiasmo y paciencia.
La Najarra se agranda a
medida que nos acercamos. Como si fuera un inmenso ogro de los cuentos que quisiera
asustar a los fatigados montañeros. Nosotros respetamos a la montaña en todo
momento, sabemos que la cautela es siempre nuestra compañera necesaria, tanto
como el agua y más aún que los frutos secos. La montaña es amigable y recibe
con inmenso cariño, pero antes pone tropiezos como si pretendiera defenderse o
poner pruebas a los montañeros.
Najarra cima.
Desde la cumbre de la Najarra contemplamos de frente la formación bellísima de
las diferentes alturas de la Cuerda Larga; a nuestra izquierda, laderas de
pinos por las que otras veces hemos llegado hasta Hoyo Cerrado; el Paular y una
serie de serenos pinares a nuestra derecha; en el fondo de nuestro corazón, la
PAZ.
Javier Agra.
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