martes, 12 de mayo de 2020

DESDE LA BICICLETA: PEÑA CITORES CON BOQUERINI


La Sierra de Guadarrama en Madrid tiene escondidos rincones cercanos al bullicio, seguramente desconocidos para las multitudes, para disfrutar del silencio y el sosiego. Uno de estos bellos espacios es Peña Citores, hasta su redonda cima quiero llegar esta mañana pedaleando en la bicicleta estática. Llegar hasta el Puerto de Cotos tiene unas cuantas pedaladas, en mi caso son virtuales sin problema. La senda más transitada es la que sale a la derecha de Venta Marcelino que conduce hasta la cumbre de Peñalara, hacia la Laguna de Los Pájaros y otras rutas muchas veces realizadas.

En medio de los colores de primavera, encontramos a los compañeros de montaña que me acompañan esta jornada; nos dirigimos al cerco de piedra de lo que fue cobijo del Batallón Alpino; en la vaguada asoma el verde de la Fuente de los Pájaros; a la izquierda las crestas de Dos Hermanas camino de Peñalara.

Pero yo tomo el sendero del Batallón Alpino que parte de la izquierda entre los pinos y el silencio. Hermosas vistas monte arriba encandilan también a las aves que acompañan trinos de entusiasmo y añoranza. Escucho el quinteto con flautas de Boquerini (Luca, Italia 1743 – Madrid 1805), es dulce armonía en estos andares de curvas y pinares. Más arriba se abre el espacio hacia la inmensidad sobre el Cancho de Los Alamillos, extiendo la vista hasta otras cumbres y otras esperanzas.

Se extiende, colorido y vital, un grandioso manto campestre ahora lleno de primavera y flor, en época de nieve blanquísimo y reflectante de intensidad difícil de imaginar más que por quien lo ha pisado entre botas y crampones. Extensión que abarca Peña Citores hasta el Mirador del Cancho, hacia la bajada del Chozo Aranguez y su regreso hasta la Laguna de los Pájaros más allá del Collado, también visible hacia Dos Hermanas y Peñalara. La primavera estalla en promesa de colores y de vida.

Estamos en la cima de Peña Citores.

Desde la Fuente de los Pájaros, tuerzo hacia la izquierda, con la mirada puesta en la divisoria de Navalonguilla, hacia la redondez sin vértice geodésico de Peña Citores; a mi derecha queda el arroyo de Dos Hermanas y el de La Quebrada camino de Peñalara. Entre ruinosas construcciones de piedra y magníficas plantas de vistosas gencianas llego al montón de piedras que señalan el punto más alto de mi paseo ciclista de esta jornada. Aquí me fotografío y continúo la existencia. Sed felices y buscad la PAZ amables lectores. Os abrazo.    

Javier Agra

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