Luce la primavera en
los parques de Madrid esta jornada de sábado en la que recuerdo la montaña de Montserrat y a aquella Nuestra
Señora de Montserrat, de modo que me subo a la bicicleta estática y me voy a
recorrer su montaña. En les proximitats de Montserrat resplendeix inmensa la
muntanya amb la serenitat de la roca i el verdor vegetal. Encinares, tejos,
orejas de oso dan cobijo al tordo, la ardilla, la cabra salvaje…
Montaña arriba, el
corazón palpita con los latidos de la tierra entre los arbolados de la
inmensidad que se acurruca en los recovecos de las fantasmagóricas estructuras
pétreas de milenios de formación silenciosa que llevan la mirada del viajero
hasta las cimas del Cavall Bernat y sus leyendas de siglos, felizmente
concluidas con luz divina. Cuevas musicales al viento reciben al ciclista, al
paseante, al peregrino… porque en la explanada de la Moreneta nos juntamos
cantidades de personas, de pensamientos, de respiraciones… todas las personas
aspiramos a encontrar sosiego, libertad y PAZ en la Montaña de Nuestra Señora
de Montserrat.
La FOTOGRAFÍA muestra la
explanada y el conjunto del Santuario.
Bien podría escuchar la
música bellísima de su monumental órgano, pero esta jornada de pedaleo la
realizo con la serena música de la Cuarta Sinfonía del tranquilo romántico
Brahms. Como serenos relinchos de algún
caballo trotón mi corazón acompaña la irrupción de violines y flautas; vuela mi
espíritu con la lentitud de las trompas del segundo movimiento entre las curvas
de la carretera y el aleteo sedoso del aire; bulle risueña el alma cuando me
aproximo a la amplitud de la explanada del santuario ante las gradas iniciales
y la magnificencia de los soportales antes de adentrarme en el atrio entre
esculturas e instrumentos de viento; con las variaciones del pasacalle del
cuarto movimiento, hace rato que aparqué la bicicleta, asciendo hasta el
camerino para abrazar entre la unción devota y la costumbre social a la Madre
del Salvador, María de Montserrat.
Sed felices y buscad la
PAZ amables lectores. Os abrazo.
Javier Agra
Pues allá va mi comentario: ¿Cómo te trata la vida, Javi? Supongo que llevas ya un tiempo siendo feliz abuelo. Yo me borré de facebook un poco antes de que María diera a luz y, aunque muchas veces he pensado contactar contigo por medio de tu blog, no lo he hecho hasta ahora. Así que, muchas felicidades para todos, que espero que estéis bien, resistiendo los embates de estos tiempos extraños.
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