He recorrido en diversas ocasiones diferentes espacios de la Sierra de la Culebra y sus pueblos, la calma se adentra en el corazón, por sus calles retumban sonidos de trilla y cosechas de otros tiempos. Nunca fueron multitudinarios estos lugares que ahora han visto empequeñecidos sus recursos y sus habitantes.
Durante el camino de regreso a Flechas nos acompañan pedregosas cumbres, coloridos helechos, frondosa vegetación.
Peña Mira mide mil doscientos cuarenta metros y es el punto más elevado de la larga y sinuosa Sierra de la Culebra. Llegamos a Flechas desde Moveros por la Carretera de Mahíde, sin ninguna indicación que pueda animar a los montañeros o a los turistas para acercarse hasta esta sosegada montaña de agradable recorrido.
Aparcamos a la entrada de Flecha entre dos retorcidos castaños.
A la entrada de Flechas dejamos el coche en un pequeño aparcamiento acondicionado entre dos castaños de retorcido y anciano tronco, justo antes del templo dedicado a Nuestra Señora de la Asunción. Normalmente este recorrido lo hago calzando zapatillas, pues los poco más cuatrocientos metros de desnivel son de una pausada y serena ascensión.
Enseguida llegamos a un puente que cruza el Arroyo del Cabrón para comenzar a ascender en suave pendiente por el camino de la izquierda; quedan atrás las edificaciones bien cuidadas del pueblo, continúa un camino amplio y de fácil tránsito por el que de inmediato vamos disfrutando de una abundante vegetación entre castaños que fueron alimento para las gentes del pueblo y aún para el intercambio por otros productos, hoy también los castaños están ancianos.
Al fondo Peña Mira.
Jaras, cantuesos, codesos, carquixas…colorean la vista con el primer sol, alientan de aromas libres esta amplitud montañosa mientras escuchamos a nuestra izquierda serena y musical el agua del Barranco Cibeo. Pronto girará el amplio camino en una cerrada curva a la izquierda; ahora caminamos entre pinares, dejamos atrás una pista que cruza y continuamos hasta que encontramos un cortafuegos a nuestra derecha por el que comenzamos a subir.
El cortafuegos continúa derecho monte arriba, nuestro camino, que ha perdido la consideración de ancha vía pero siempre es magnífico, hace a modo de quiebro hacia la izquierda para enseñarnos enseguida entre los claros de los pinos y el matorral la quebrada del río Manzanas y las tierras de Portugal con Braganza apuntando al fondo.
Peñas y Sierra vistas desde la cima.
No existe más pérdida, solamente subir… ¡Ay, si en la vida fuera tan sencillo, solamente subir! Pero en la vida hemos de elegir opciones, sortear barrancos y peligrosas cumbres, vadear simas, escalar llambrias, reptar oscuros pasadizos… Solamente subir… detrás a nuestra izquierda van quedando Las Mouras, el Portillón, Peña Redonda frente a nosotros y a nuestra derecha peñas y cimas hasta que emerge como una catedral sigilosa la negra figura de Peña Mira escondida entre la vegetación y el cielo inmensamente azul de esta mañana.
Hemos de recorrerla en paralelo hasta que llegamos a una torreta automatizada de vigilancia de incendios. Bordeamos la torreta, como si se escondiera vergonzoso de los visitantes, un brevísimo sendero desciende casi pegado a Peña Mira. A la derecha sale un sendero aún más disimulado entre la altura del brezo para dejar ver en breve una senda que sube hasta la cima después de superar una llambria que puede dar algún problema pues el montañero necesita agarrarse al suelo con manos y piernas. Son dos metros de suspense antes de llegar a la cumbre.
Cima de Peña Mira, entre el vértice geodésico y el simpático reloj de sol.
Después de hacer la foto en el vértice geodésico y admirar el reloj de sol asentado sobre la piedra, admiramos las vistas que son grandiosas. Peña Trevinca y el Cañón del Tera y aún, si hay suerte, se apunta Puebla de Sanabria; la Carballeda con Folgoso, Pedregoso… más allá el Teleno y el lejano Vizcodillo cosiendo la provincia de Zamora con León; Aliste a nuestros pies y la serpiente de la Sierra de la Culebra; Braganza y la portuguesa sierra de Montesinhos con Tras os Montes; allá las Peñas de La Portilla, aquí la Peña de La Larga por cuya base pasaremos al regresar…
Rústico puente de madera sobre el Arroyo del Cabrón.
Algunas personas optan por bajar a saco el cortafuegos hasta unirse con los caminos de regreso. Nosotros, desde la torre de vigilancia, continuamos por un sendero muy bien marcado que nos bajará hasta un desvío a la derecha, caminamos un buen rato entre sonido de agua, inmensos helechos, sombríos robledares, abundante vegetación antes de abandonar el amplio camino, más parece una carretera, que continúa su andadura hasta el aparcamiento.
Abandonamos el amplio camino por un sendero que baja hasta el Arroyo del Cabrón para entrar en el pueblo cruzando un puente de madera. Caminamos entre el frescor de las hayas y los castaños, entre los robles y algún cerezo hasta adentrarnos en el pueblo y cerrar el círculo sobre el puente en el que habíamos iniciado la marcha.
Javier Agra.
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