Chozo cercano al Arroyo del Regajo. He pasado una jornada desde el aparcamiento de Majavilán en las Dehesas de Cercedilla, pasando por el Collado de Tirobarra para volver por la Calzada Romana hasta el puerto de la Fuenfría y descender el Camino Viejo de Segovia hasta el inicio en el aparcamiento de Majavilán.
El sol deja la tarde tibia de una palidez azul entre los dedos puntiagudos de los pinos de esta pradera donde aún revolotean las últimas mariposas buscando helechos o mullido de hierba para acurrucarse esta noche fresca.
El carbonero garrapinos se esconde musical entre las cercanas ramas jugando al escondite mientras salta de su nido a la pradera, seguro como está que no lo veré pues aún estoy buscando el mejor acomodo para pasar la noche en este chozo antiguo donde los pastores antaño cuidaban rebaños y soñaban añoranzas.
Por el arroyo cercano, el andarríos chico busca acaso guijarros para construir una catedral entre las hojas del robledal. ¿Será acaso un pájaro errante como yo mismo? Acaso los dos hemos caminado guiados por la existencia incierta desde otras latitudes y hoy coincidimos en esta tarde de otoño cuando el aire se viste de ocre en las últimas puntadas del sol.
La tarde huele a mansedumbre de ecos en este valle donde concluye el paso del Collado de Tirobarra antes de entrar en la Fuente de la Reina y la Calzada Romana que me llevará al Puerto de la Fuenfría desde esta planicie de Segovia. Eso será mañana, pasaré la noche entre la soledad y el saco de dormir en este renovado chozo de tradición antigua.
Mañana volverán las mariposas, crisálidas resucitadas para recordar a los humanos que comenzamos la vida nueva cada nueva madrugada.
Javier Agra.
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