miércoles, 31 de mayo de 2023

VOLVER A PEÑALARA


En clara noche

de luna clara

brilla a la luna

la gran laguna

de Peñalara.

 

Brilla con una

luz misteriosa,

de tonos puros,

de tonos leves

como las nieves

color de rosa.

 

Este poema de Carlos Fernández Shaw (Cádiz 1865 – Madrid 1911) puede muy bien iniciar un interminable poemario de sentimientos infinitos hacia la cumbre más alta de la Sierra de Guadarrama, cima en la que se abrazan Madrid y Segovia, donde he subido en numerosas ocasiones por diferentes caminos desde el Puerto de Cotos, la cumbre de Peñalara.

 


Sierra de Guadarrama con Peñalara como punto más alto.

 

Serpentea la senda en su amplitud entre prados y pinares, entre canciones de aves y armonía del espacio, entre sosiego y entusiasmo. Pronto dejamos la fuente y el mirador y el desvío hacia la Laguna de los Pájaros para ascender por el sendero que se reduce y parece más agreste en su sencillez de tránsito, en su entusiasta entrega y abrazo a los montañeros.

 


Circo y Laguna de Peñalara.

 

Parece que el punto más alto de esta comunidad madrileña quiere difuminar el miedo de inmediato y cambiarlo por sereno ascenso, majestuosas vistas, brisa cálida, silencio de vida, calma del corazón…quedan atrás los pinares al llegar a la curva donde el camino se desvía hacia el refugio Zabala, escape también para otros lugares sugerentes como la Hoya de Pepe Hernando, la Laguna de Peñalara…

 


Dos Hermanas y Peñalara.

 

Hacia arriba, siempre mirando hacia el cielo como cima llegamos a la doble loma de Dos Hermanas con su Collado en el que, no pocas veces, la brisa se desmelena y se retuerce para hacer salir al montañero de su ensimismado caminar silente y meditativo. Aquí confluyen los montañeros que llegan por la senda del Batallón Alpino. Aquí la tierra se agranda y parece llamar la atención para solicitar una parada de los montañeros, la mirada circular es un descanso del espíritu, es un baile del alma, es una melodía de música y sensibilidad.

 

Desde el Paleozoico hasta los glaciares del Cuaternario lleva esta grandiosa montaña formándose y esperando mis pisadas, nuestras pisadas en este collado sobre las cortadas y barrancos que bajan a la Laguna de Peñalara. Pero mi camino aún es ascensión hasta la cumbre al final de esta ladera amplia  iluminada por el mismo sol que caliente lejanas tierras, que entrega vida a los habitantes de todos los valles y las montañas todas.

 


CUMBRE DE PEÑALARA. Azota el viento y al entrar por mi camisa engorda mi figura, repleta de entusiasmo y serenidad.

 

La cima de Peñalara es una cultura de comunión, de libertad, de justicia y entrega a la tarea de construcción de un futuro más bello para las personas, para los animales y las aves, para la naturaleza entera.

 

Y el regreso ¿por el mismo camino? ¿Haciendo un circular atravesando los enrevesados riscos de Los Claveles y la laguna de origen glaciar de Los Pájaros? ¿Bajando hasta el Chozo Aranguez y regresar a Peña Citores?... Por donde quieras, el mundo es tu casa sin más fronteras que los días esforzados y la respiración pausada.

 

Javier Agra.

 

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