Tiene Arija dos barrios. Los peregrinos salimos del Hostal La Piedra en el barrio nuevo carretera adelante; cruzamos, hacia el barrio viejo, sobre el Puente del Embalse del Ebro que une ambos barrios. El amanecer baila en el movimiento sereno del agua como el bellísimo concierto para violín y orquesta de Mendelssohn (Hamburgo 1809 – Leipzig 1847). Carretera adelante, parece que hoy tendremos mucho asfalto, pasamos a la Comunidad Autónoma de Cantabria y pronto llegamos a la pequeña localidad de Bimón, dejamos volar la vista monte arriba en busca de su campa de robles, donde se esconden también acebos, avellanos…
Puente sobre el Embalse del Ebro en Arija.
Estamos bajo el sirimiri apenas perceptible que nos anima a caminar con chubasquero por precaución bajo la palidez de este cielo de seda. Un ligero repecho nos lleva hasta la localidad de Llano, en la que observamos alguna edificación de cuidada factura y aparente olvido, acaso también estas poblaciones han perdido la mayor parte de sus habitantes. Las montañas suavizan sus riscos pero mantienen su corpulencia y extensión.
En Renedo coincidimos con un autobús escolar que recogía a un niño camino de alguna escuela comarcal. Parece que antaño hubo en sus cercanías alguna mina de carbón. Coincide este pueblo en nombre con otra población de mayor tamaño, más cerca del mar también en Cantabria (¡debería tener apellido, por tanto!). Poco ha durado el sirimiri, apunta el sol y guardamos los chubasqueros.
Torre de la iglesia en Villanueva de las Rozas.
Pasamos a Villanueva de las Rozas por una acera peatonal construida carretera adelante que une varios pueblos por los que pasaremos en nuestro caminar. En el embalse del Ebro se mantiene altiva la torre de su antigua iglesia, construida en mil ochocientos noventa y anegada por las aguas del pantano que se inauguró el año mil novecientos cincuenta y dos, a la que llaman la “catedral de los peces” y yo quiero añadir que muy bien puede ser también de las gaviotas, tal cantidad de estas aves se concentran en sus alrededores. Una pasarela permite el acceso hasta sus inmediaciones.
Llegamos a la Presa del Pantano y tras una cerrada curva entramos en Las Rozas de Valdearroyo, pueblo en el que se nota muy bien la mezcla de construcciones antiguas con piedra y grosor y las modernas edificaciones más sencillas y seguramente con más comodidades. Esta jornada estamos viendo más vacas que personas, las partes altas que no fueron engullidas por la construcción del pantano continúan como fértiles pastos y montes de amplio vegetal.
La Colegiata de San Pedro de Cervatos es parte de un monasterio que existía en siglo nueve. Una inscripción en el machón oriental de la puerta indica su consagración: “el día 7 de noviembre de 1199 el obispo Marino dedicó la iglesia de San Pedro en los días del abad Martín”.
En Arroyo, siguiente y cercana localidad, nos desviamos a la izquierda camino de Santa María, iglesia románica del siglo XII; entre praderas donde pastan vacas y caballos, llegamos al alto del Cotío (1162 metros) con un solitario generador eólico y las cabañas del Tomasuco. Seguimos por el cordal hasta comenzar el descenso camino de Cervatos con su magnífica Colegiata de San Pedro, grandiosa arquitectura del románico.
He aquí un espacio de la amplia posada Casa Miguel. Nuestro alojamiento fue ese “prefabricado” de color blanco y contraventanas azules.
Desde Cervatos iniciamos la última subida con un bonito hayedo y diversidad de vegetación hasta el Alto del Bardal que, una vez coronado, continúa hasta Olea donde hoy haremos noche en Casa Miguel.
Javier Agra.
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