El orobanche es un gorrón. El orobanche es una planta parásita que se
agarra a las raíces trabajadoras de la retama o de otras plantas que crezcan
cerca de ella; mide hasta treinta centímetros de altura, nunca tiene tonos
verdes porque carece de clorofila, ya se cuida de tomar el alimento preparado y
además coloca sus pequeñas semillas en forma de huevo en el suelo donde espera
con paciencia a pasar a vivir a costa de un nuevo huésped. Pero es una planta
de brillos luminosos. Es un gorrón el orobanche.
El orobanche es un gorrón. Lo descubrí hace pocas jornadas en
uno de los paseos por Siete Picos en la Sierra de Guadarrama.
Desde el Puerto de Navacerrada, Siete Picos está al alcance del montañero.
Se pasea su hermosísima y vistosa cima después de recorrer otros lugares, o
antes de continuar más largas marchas. Las últimas que realizamos por sus
cumbres fueron sosegadas, la calma es una vivencia de la montaña. El tiempo se
nombra con agujas de paz, el segundero son latidos de naturaleza.
Atrás ha quedado el séptimo Pico, algunas personas en la cumbre
rodean y saludan al vértice geodésico que marca el punto más alto del
recorrido.
Subimos por los remontes hasta sobrepasar muy cerca del próximo otero con
la imagen de la Virgen de las Nieves y disfrutar el poco transitado recorrido
de la Senda Herreros que desciende como si los montañeros buscáramos la raíz
misma de la montaña jugando al escondite con el sol que pasa varias horas hasta
que da con nosotros. El agua de Guadarrama canturrea mansa entre los helechos y
las quebradas; las cabras nos miran y deciden no asustarse cuando ven nuestra
pausada y silenciosa marcha.
El Tercer Pico tiene una graciosa ventana.
Escondidos senderos vuelven nuestros pasos, montaña arriba, hasta la
Pradera de Majalasna. Allí está escondido el pico que comparte nombre con la
pradera y que contaremos como el número uno, de lo contrario solamente nos
saldrán seis picos muy bien puestos uno a continuación de otro hasta llegar al
más alto de los siete que es el más cercano al Puerto de Navacerrada en nuestra
vuelta por las cimas.
Desde la Pradera de Majalasna también podemos volver por la Senda de los
Alevines, plácido sendero horizontal (dentro de lo que en la montaña se puede denominación
horizontal); después de unos breves escarceos con alguna que otra roca, después
de superar una graciosa inmensa roca que ha fabricado un pequeño tunel,
encontramos la Fuente de los Alevines gran parte del año sin agua e
inmediatamente entramos en el Collado Ventoso, cruce de caminos donde
confluimos diferentes cuerdas de montañeros.
Cuevecilla risueña en la Senda de los Alevines.
Nosotros volvimos por el Camino Schmid, hoy habíamos hecho ya las
hermosas vistas de Siete Picos. Pero hacer esa subida y alcanzar Navacerrada
desde sus lomas de dragón, es una opción para la calma y el gozo. Siete Picos
es una opción perfecta para cualquier jornada que se quiera disfrutar de la
Sierra de Guadarrama.
También aprendí a llamar Senecio a la planta que, en los pueblos donde yo
comencé a nacer, llamamos calzapete. Ya los antiguos latinos le habían puesto este
nombre de anciano (senecio-senecionis) porque recordaba las blancas cabelleras
y las canas barbas de la ancianidad. Con permiso de Linneo, en Acisa de Las
Arrimadas, pueblo de mi infancia, le seguiremos llamando calzapete porque
tenemos tal nombre florecido en el alma.
Javier Agra.
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