Desde la cumbre del
Pico Valdiglesia las voladoras aves se nos quedan bajas, las nubes han
desaparecido en la inmensidad del espacio, cimas y cumbres lejanas traen hasta
nosotros sonidos de otras tierras, a esta altura de las montañas se diluyen las
fronteras y el sonido de la brisa conversa en todos los idiomas con los
montañeros que tienen el corazón conectado a la naturaleza entera.
Vista desde
la cima del Pico Valdiglesia (Los nombres que aparecen sobre algunas cimas se los debemos a Jose, maestro de la montaña).
Hemos llegado al mojón
señalizador por donde comenzaremos nuestro regreso; nos sentamos entre la
naturaleza y el tiempo para comer nuestras viandas llenas de fortaleza y ensoñación.
Iniciamos un descenso que sabemos largo pero mucho más breve en espacio y en
tiempo de los que fue la subida. La vista atrás nos permite ver la belleza de
la cima de Braña la Pena en una cascada de dientes de sierra, de monumental
dentadura, de musicales órganos de piedra.
Vista de Braña
la Pena.
La tarde avanza
dilatando el espacio mientras los montañeros ganamos la breve subida hasta el
Alto de los Grillos (también he visto que en alguna documentación escrita dicen
“Alto de los Orillos”) así nos aseguraron en Salentinos que se debe nombrar y
así lo nombro. Si alguna vez pasas por él, amable lector, acuérdate de hacer
una parada pues la vista aquí llena de asombro y monumentalidad a los ojos, al
corazón y aún al alma.
Vista del Pico Valdiglesia
desde el descanso en el Alto de los Grillos. Ligeramente hacia la derecha está el punto
más elevado, alguna fotografía aporté en la anterior entrada, con su buzón y su
vértice geodésico. Unos metros antes del inicio rocoso de la izquierda está el amplio mojón que
indica el comienzo de la bajada, parte de ella también está retratada.
Entre el gozo y la
precaución de la bajada que se complica ligeramente, llegamos al Collado de
Tierrafracio con su pequeña charca estacional. Los más fuertes pueden continuar
por la cumbre hasta las cimas del Cernella y del Catoute. El Catoute es el pico
más popular por esta zona, pues hasta hace pocas fechas tenía la categoría de
máxima altura, además de estar bastante más cercano al pueblo.
Collado de
Tierrafracio.
Nosotros encontramos
una senda muy bien marcada que nos indica una bajada haciendo una diagonal
hacia nuestra derecha. La marcha es plácida, la compañía agradable, el aire
saludable, la paz abundosa…Así vamos descendiendo en amistosa conversación o en
introspectivo silencio, llegamos a un bosque de abedules donde nos pareció
conveniente hacer otra parada a la orilla del sonajero de un arroyo que por
aquí merodea.
Picos Cernella y
Catoute vistos desde el Alto de Los Grillos.
Poco más abajo llegamos
a un abierto espacio de hierba, estamos en Campo la Veiga con un corral ruinoso
y alguna maquinaria agrícola, con pesebres y abrevadero para el ganado. Aquí encontramos
los postes con el camino que indica la subida al Pico Catoute. Un arroyuelo, un
camino que es pista por donde pueden moverse los tractores… hemos bajado lo
suficiente como para pensar que es cuestión de tiempo pero seguramente
llegaremos a Salentinos sin más aventuras que narrar. Allá vemos la caseta y
más lejos donde la curva se desplaza hasta el refugio de la Braña de
Salentinos, el punto donde se cerrará el círculo de nuestra montaña de hoy.
Valle de Salentinos
desde la Fuente de Las Chávanas.
Hemos cerrado el
círculo. Una hora más de camino y llegamos al pueblo y al albergue. La amplitud de
la montaña agranda el corazón, el esfuerzo de la jornada sosiega el espíritu,
la respiración sintonizada con la naturaleza llena de entusiasmo la vida de los
montañeros. Mañana afrontaremos otra jornada.
Javier Agra.
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