domingo, 17 de agosto de 2014

PIRINEOS 2014: FAJA DE PELAY



En los parajes sublimes del Pirineo, el montañero tiene tentaciones de quedarse absorto trescientos años observando y absorbiendo relajada paz, hermosura cambiante, como un moderno Virila. Pero cualquier jornada exige largas caminatas y el tiempo de luz, aunque amplio en verano, es limitado. De modo que salimos del Refugio de Góriz, con ánimo de llegar al autobús de Ordesa, antes de las nueve y cuarto de la tarde, que sale el último hacia Torla.

La Cola de Caballo es el límite que separa a los aventureros paseantes de los montañeros. Vista desde la Faja de Pelay.


Desde las paredes del Circo de Soaso, antes de bajar a los Llanos, volvemos por la Faja de Pelay. Hoy ya llevábamos varias horas de marcha, pero queríamos admirar el valle desde su altura. El camino está muy bien marcado, de inmediato nos encontramos camino adelante entre la fronda de pinos que nos acompañarán toda esta ligera subida. Pero ¿qué es el tiempo para estos montañosos valles? Desde la era secundaria, allá por el Mesozoico y durante el terciario Cenozoico llevaba el antiquísimo mar preparando su subsuelo tectónico para estallar en esta complicada hermosura de orografía alpina que se formó hace más de treinta y cinco millones de años. Imaginar el ímpetu constructor de la tierra es fortaleza para continuar con nuestra breve marcha por la montaña.

Alturas del Valle de Ordesa.

Los montañeros saludamos a las plantas del lugar: la vistosa caléndula a la que se llama corona del rey; la resistente oreja de oso que asoma entre los huecos de las rocas y dicen que es una planta revividora pues vuelve a brotar cuando parece que ya no tiene vida. Los lirios de la montaña, altaneros narcisos, bulbosas merenderas que ofrecen su azulado brillo en insólitos paisajes. Bajo nuestro camino, los pinos y las hayas de frondosa iluminación multicolor que iluminan de múltiples farolillos esta hora de la tarde.

Abajo en el valle, el río Arazas cuenta canciones de agua y cascadas. Arriba las cumbres se ensanchan en el Circo de Cotatuero, las cumbres dibujan la Brecha de Rolando y aún nos parece escuchar al caballo relinchar antes de saltar sobre sus perseguidores y romper el muro de piedra con su espada Durandarte. A su derecha están los Picos del Casco y la Torre. 

Circo de Cotatuero con la Brecha de Rolando, el Casco y la Torre.

Diversas familias de águilas desafían las cumbres y sobrevuelan silenciosas sobre invisibles presas que se dibujan en sus pupilas y nosotros, cansados montañeros, no acertamos a ver aunque nos detenemos con ánimo de encontrar comadrejas, marmotas o algún animal para poder asombrarnos con la vista de animales igual que estamos extasiados ante las plantas. Una pareja de acentor ha entendido nuestro deseo y revolotea en nuestro rededor a sabiendas de que somos amistosos montañeros sin ánimo de agraviar su ondulante ir y venir.

Mirador de Calcilarruego.

La marcha por la Faja de Pelay concluye en el Mirador de Calcilarruego. Una parada para contemplar las praderas que bajo nosotros acogen multitud de paseantes en el lugar al que llega el autobús, para observar el esplendor del Circo de Cotatuero y el Valle de Ordesa que, desde esta altura, se pierde en alguna curva previa al Circo de Soaso entre las cascadas y las hayas. Un techado refugio de madera nos grita ¡Quedaos! ¡Quedaos! Pero los montañeros sabemos que es necesario continuar, la luz del día aún aguanta y nuestras fuerzas siempre se regeneran hasta donde sea necesario.

La Senda de los Cazadores es de notable dureza, más de seiscientos metros de empinado desnivel nos pondrá en las praderas de Ordesa. De modo que comenzamos el descenso, con voluntad y calma. La Senda de los cazadores es dura, pero también se termina. En la montaña aprendemos a tener paciente calma, también la dureza de la vida tiene final. En este caso el final fue feliz.

Javier Agra.

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