Entre las
estrellas y el aleteo de la madrugada llegamos en autobús desde Torla al
aparcamiento de Ordesa. Aún no habíamos desayunado, de modo que nos sentamos
sobre piedra seca entre mojadas hierbas para tomar las primeras viandas del
día; la naturaleza florece a cada instante con la naciente luz de madrugada;
los viajeros comenzamos a ser montañeros, hoy tenemos que subir tienda de
campaña, saco y mochila hasta el Refugio de Góriz.
A nuestra
derecha el río Arazas canta sosiego y libertad, el sendero por el que avanzamos
es el de la izquierda, enseguida dejamos una imagen de la Virgen del Pilar y la
senda que continúa hasta Cotatuero. Continuamos entre un frondosísimo bosque de
hayas, en el que conviven con abetos y pinos sin preocuparse si son de diferente
raza o condición. Unos y otros nos animan a descubrir la luz que llega a
nosotros a través de sus ramas, los montañeros sabemos poco de árboles, sabemos
que son diferentes y sin embargo nos cuidan y nos protegen.
Cascada de la Cueva.
El valle
de Ordesa es de una belleza que asombra. Conversación con los farallones que
responden en rumoroso eco, conversaciones con el río Arazas que a esta altura
del sendero se vuelve más locuaz y pone voz gruesa de agua de cascadas. Por
este paraje, bien se puede emplear un día y aún una vida en el recuerdo.
Colores variables en tonos de luz a cada instante, aves que cambian el fulgor
de la retina, sonidos diferentes para almacenar recuerdos…paso a paso las hayas
entregan al absorto viajero brillos reflejados en el agua. Aquí empleas tiempo
en la Cascada de Arripas, con el asombro aún en alma ya estás admirando la
Cascada del Estrecho y la inmediatamente posterior de la Cascada de la Cueva.
Los
montañeros, que han decidido emplear la jornada para llegar hasta Góriz, se
detienen y juegan a poner nombre a la grandeza de las rocas que coronan la
altura de los farallones: allí la catedral de Notre Dame, aquella semeja una
vaca eternamente paciendo…inmensidad de sueños de los montañeros. El Tozal del
Mallo, superado hace ya mucho rato sigue visible y poderoso en nuestro viaje
valle adelante. Y cuando aún estamos rumiando el asombro de agua, el Arazas
juega a construir las Gradas de Soaso. Nueva pausa, una pareja de sarrios mueven
ramas en la espesura y duda si acercarse al agua o esperar que pasemos de
largo.
Gradas de Soaso
Desde la Cascada de Arripas un puente permiten regresar, por la otra margen del río
Arazas entre frondosa vegetación y praderas abiertas, a quienes pretendan
realizar un paseo más breve. Las Gradas de Soaso, marcan una disminución de la múltiple
variedad de árboles; la vegetación disminuye, el agua corre libre por la
ensanchada planicie de Soaso. A nuestra izquierda, una marmota con sonido
ensordecedor grita nuestra presencia a sus compañeras que ocupan la ladera del
monte Tobacor que a esta altura del verano viste su falda de agua y amarillo.
El Valle de Ordesa cierra su circo de asombro. Los montañeros prueban senderos
y deciden que tienen que llegar hasta la misma Cola de Caballo para admirar su
belleza y cruzar el puente sobre el río Arazas.
Cola
de Caballo en el río Arazas cierra el circo del Valle de Ordesa.
Quienes
han venido hasta aquí de paseo, tienen suficiente con estas tres horas y
quinientos metros de desnivel, ya pueden regresar. Subir al Refugio es una
tarea reservada a los montañeros. Muchos salvan el fuerte desnivel por las
Clavijas de Soaso. Nosotros pensamos que llevamos demasiado peso y las manos
muy ocupadas para acometer tal empresa y será más seguro recurrir al muy
transitado sendero de las caballerías, muy visible en una zigzagueante
ascensión por la derecha.
Vista
del Valle de Ordesa, mientras estamos ascenciendo por el sendero de las caballerías.
Hasta el
Refugio de Góriz todo es subir, son novecientos metros los que hemos concluido
a nuestra llegada. Muchas cosas se pueden decir de este Refugio en el que
escasean las plazas durante los meses de verano, que no tiene baños dentro del
recinto ni agua caliente para las duchas de los fatigados cuerpos. El Refugio
de Góriz es uno de los más frecuentados del Pirineo, está muy bien situado y
con magníficas rutas montañeras.
Refugio de Góriz, magníficamente situado para ascender al Monte Perdido, la
Gruta de Casteret o la Brecha de Roland, para cruzar a los refugios de Francia,
para subir el Casco y la Torre…
Javier
Agra.
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