Llueve sosiego esta
tarde de abril en el Monte del Pardo.
Este
alcornoque del Monte del Pardo está catalogado como árbol singular por la
Comunidad de Madrid con el número 207.
El Monte del Pardo es
nuevo esta tarde de abril bajo el sosiego del agua de lluvia. Bajo este
alcornoque singular nacen en mi memoria
recuerdos de infancia cuando soñaba con poder ser águila para mirar la tierra
con ojos profundos desde la distancia, más arriba que todas las aves entre el
aire y las estrellas y así entender el conjunto de los montes y las llanuras,
los trigales y los colores vivos de las flores.
Palomas en el
cielo del Monte del Pardo una tarde azul de domingo cuando las jaras comenzaron
a entregar sus flores para el deleite de los ojos y del corazón. Quise volar con
las palomas. Después de varios intentos entendí que me pesaban los pies y los
zapatos, de modo que entregué mi corazón al viento como si fuera un barco de
vela y de sueño.
Ahora paseo entre la
vida y la geografía de los acantilados con mis pies pegados a los arroyos y los
caminos que nos entrega la tierra. Aunque pise los mismos senderos una vez y
otra, parece siempre ser la primera porque están crecidos los arroyos y mecen
con nuevo brío las ramas. En mis paseos me llamo jara entre las pegajosas ramas
y las tricolores flores de la jara, me llamo arcilla en el barro de la tierra,
me llamo ave cuando miro hacia su vuelo, me llamo cielo en el azul inmenso.
Árbol
transparente.
Duerme la armonía del
monte en estos vegetales brazos y más allá de los huecos de sus entrañas
entregan ramas de siglos; paseo y callo.
Javier Agra.
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