Cada paso de las
personas es diferente al anterior, distinto del siguiente.
La persona palpita,
sueña, ama, construye…siempre con el mismo empeño, acaso siempre con diferentes
resultados; siempre con las mismas lágrimas y con la misma sonrisa pero acaso
con diferente raíz en su llanto con distinta luz en su corazón; siempre puede
el poeta conjugar el mismo verso con diferente sentimiento.
Las dehesas de
Cercedilla son un punto de múltiples inicios para los montañeros o para hacer breves
paseos entre el sosiego de la naturaleza. Desde el aparcamiento de Majavilán,
cruzamos la portillera metálica y comenzamos la suave ascensión por las sendas
del pinar hasta encontrar el sendero que nos dejó en la encrucijada del Collado
de Marichiva con la Senda del Infante.
La nieve caída se
acumula en algunos lugares con mayor altura por efecto de los vientos, los
montañeros añadimos al esfuerzo de la subida la pelea por sacar los pies de un
inoportuno hundimiento en la nieve; no pocas veces estamos cerca de besar el
suelo, necesitamos el impulso de las manos y del torso para recuperar la posición
erguida de los humanos.
Hemos llegado al Collado de Marichiva.
Pero caminamos sin
desfallecimiento siempre hacia adelante, ahora en las inmediaciones de la cerca
de piedra por el lado de Segovia avanzamos entre pinos hacia la Peña del Águila.
En estas montañas que nos son familiares aprendemos a anular fronteras porque
el esfuerzo es el mismo en la respiración del mismo aire. Los montañeros hemos
visto que los intentos de vivir son igualmente solidarios en la multitud de
montañas que hemos recorrido a lo largo de nuestra vida, que los diferentes
idiomas son modos de expresar el mismo intento de llegar a la cumbre.
Entre la niebla ventosa y fría llegamos a la cumbre de la Peña del Águila.
A modo de tres grandes
peldaños tenemos que subir para hacer la cumbre de la Peña del Águila; el
primero es un repecho que nos aleja en lenta progresión del Collado de
Marichiva; el segundo permanece oculto tras un repecho, la belleza está en las
inmensas vistas de las montañas que rodean el entorno y acompañarán a los
montañeros en el tercer repecho hasta la cumbre; pero hoy este último tramo
está cubierto por la niebla ventosa y fría. Llegamos a la cima sin más
sobresaltos.
Descendemos entre la
nieve y el verdor primero que se asoma con toda la fuerza de la vida. La niebla
es un juego de tules que cubren y desvelan el pudor brillante de la sierra,
desde la Cuerda de Pasapán hasta el Montón de Trigo y La Maliciosa.
Vista panorámica de Pasapán a Siete Picos, estamos unos metros por debajo de la cima de la Peña del Águila.
De nuevo en el Collado
de Marichiva, buscamos seguir la senda hacia la pradera de Majalaosa. Intento fallido,
la acumulación de nieve nos hace pensar en el descenso por el pinar buscando
siempre los incipientes claros (buscando siempre, así hacemos la vida los humanos).
Unos metros más abajo y unos cuantos revolcones por la nieve nos llevan hasta
el Camino Viejo de Segovia. Desde aquí ya es “coser y cantar” hasta cerrar el
círculo en el aparcamiento de Majavilán.
Javier Agra.
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