Curiosos nombres tiene
la Pedriza de Madrid.
Viajando hacia Canto
Cochino, detrás de Manzanares el Real en la Cuenca Alta del Manzanares, pasamos
por el Collado de Quebrantaherraduras. Desde este pequeño aparcamiento se puede
recorrer la Cuerda de los Porrones también con diferentes variantes. Sé que es
así porque yo mismo he hecho el recorrido en diversas ocasiones.
Desde el Collado
de Valdehalcones, estamos viendo la unión de la Cuerda Larga con la Pedriza
Posterior. Grandioso susurro de los pasados siglos se adentran en nuestros
corazones.
Queríamos pasar por la
Cruz del Mierlo, de modo que comenzamos a caminar ladera abajo hasta encontrar
la amplia pista que llanea durante varias curvas antes de comenzar un suave
ascenso. Más adelante salimos de la pista citada bordeando la Peña del Mediodía
en ascensión continua entre un bosquecillo; siempre llevamos como guía, tal vez
molesta pero cierta, una valla, hasta alcanzar el Collado de Valdehalcones en
cuyas inmediaciones está la Cruz del Mierlo.
Una sencilla y
sentida cruz de piedra recuerda al Mierlo.
La leyenda dice –con toda
la veracidad de las leyendas– que éste era un pastor que encontró a una moza
huida de sus captores –aquí cabría la historia del Cancho de los Muertos–,
aterida y hambrienta; llevó a la doncella a la corte donde se la entregó a sus
padres, quienes le ofrecieron honores y hacienda. Más él los agradeció con
humilde cortesía y los reusó con gallardía en la voluntad de continuar con el
sosiego de sus cabras y la amplitud de la naturaleza.
Tiempo después lo
encontraron muerto, dicen que asesinado por alguno de los facinerosos a quienes
había privado de su preciada prenda. Un piadoso amigo del Mierlo trazó en el
suelo una sencilla y sentida cruz de piedra, la misma que ahora estoy
contemplando mientras comparto el amplio sosiego de la sierra.
A través de un
pórtico llegamos a la Peña Blanca.
En reverente silencio
llegamos hasta la Peña Blanca donde accedemos a través de un lindo pórtico, aquí
nos sentamos a contemplar maravillas de la Pedriza, a escuchar el murmullo sigiloso
de la historia de la tierra que se ha congelado en la grandiosidad de estas
piedras. Continúa la Cuerda por el Cancho de las Porras, el Cancho Porrón, la
Maliciosa Chica; nosotros terminamos en este punto, mientras rumiamos en nuestro
corazón el impacto de las leyendas del Mierlo y en nuestras fauces un trozo de
pan y queso.
Desde la falda
de Peña Blanca contemplamos absortos el sosiego de la Cuerda Larga.
Antes de llegar al
Collado de las Loberas, buscamos antiguas ocultas sendas para regresar por la
fuente del Terrizo y los Picos de la Higuera donde, acaso, ya se advierte la
cercanía del merendero, concurrido a esta hora del día por aquellos paseantes
que no se alejan del Collado de Quebrantaherraduras.
Javier Agra.
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