Al Mirador de las
Canchas se accede desde diferentes lugares. Recomiendo La Barranca o también la
Senda del Chiquillo.
Era una soleada mañana
de bufanda y abrigo cuando la tierra entera entona cánticos de entusiasmado
goce, cuando la PAZ baila en la etérea atmósfera, cuando los arbustos murmuran
sosiego…
Las botas del montañero
pesan muchos metros de desnivel caminado, la mochila oculta sudor en la espalda
fatigada, las pupilas brillan en risueña y exultante mirada hacia las cumbres…
El montañero se
descalza las botas, se libera de la mochila y tiembla emocionado mirando hacia
la nieve libre, hacia el aire limpio, hacia la purísima belleza de las olas en
cumbre…
El orbe entero aplaude la
quietud de este paisaje, el mar lejano susurra al viento recuerdos de millones
de años, las aves son notas musicales que cantan entre los valles arbóreos en
la inmensidad del pensamiento compartido con toda la naturaleza por la pequeñez
del montañero sentado sobre la roca, el verdor, el agradecimiento, la levedad
del pensamiento, la grandiosidad de la montaña.
El montañero cierra los
ojos y conversa con la montaña que frente a él luce misterios de eternidad. A
la derecha la cumbre de La Maliciosa con su precioso circo es una mano cálida
para recibir a los montañeros. Continúa con suavísimo descenso el Collado del Piornal
que da paso al alto de Guarramillas, conocido como Bola del Mundo, entre barrancos
y cortadas, bellísimos senderos por donde tantas veces hemos respirado libertad.
Más allá se intuye Valdemartín y la Cuerda Larga. Y más allá, fuera del
Guadarrama, Ayllón; y el lejano Moncayo; y también los Pirineos de escondidos
senderos y acariciadas cumbres; y los pueblos todos de la tierra dentro de la
soñada paz del montañero.
El montañero se calza
las botas, se cuelga la mochila y camina con un temblor emocionado hacia la
nieve y hacia la cumbre…
Javier Agra.
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