Los nombres normalmente
indican con determinación una predisposición hacia alguna gesta por parte de
quien lo lleva o al menos pretendemos identificar a quien lo tiene con alguna
cualidad. Pero algunas veces los nombres son un poco inciertos, tal ocurre con
el muy recomendable paseo que describo en esta entrada del blog.
En los prados
contemplamos el sol en las cumbres que desciende veloz para calentar la tupida
alfombra de helechos y hojas secas crujientes aún por el efecto de la noche
helada.
Pasado apenas quinientos
metros de Miraflores de la Sierra en dirección al Puerto de la Morcuera, sale
un sendero señalizado hacia la cercanísima área recreativa “La Fuente del Cura”
al lado del río Guadalix. De su parte alta sale una pista en medio de un
sosegado monte de roble rebollo. Los montañeros caminan entre la neblina de la
mañana sonrosada por el color de los iniciales rayos del sol.
El embalse marca el
final de la pista que ahora se metamorfosea en sendero perfectamente marcado
por las marcas blancas y verdes que señalan una senda local. Las rebollas y las
pequeñas praderas sueñas con el sol que vendrá a calentar su tupida alfombra de
helechos y hojas secas crujientes aún por efecto de la noche helada.
En los Llanos de la
Matanza. Subiremos hasta el pinar dejando a nuestra izquierda el Arroyo de la
Vejiga.
El espacio se agranda
cuando llegamos a los Llanos de la Matanza. Las marcas indican una clara dirección,
preferimos remontar hacia el pinar que tenemos frente a nosotros dejando a la
izquierda el Arroyo de la Vejiga y una zona de humedales mientras contemplamos
el sol aposentado ya en las cumbres de la Najarra y descendiendo en veloz trote
hacia las laderas que estamos remontando.
Alcanzamos un camino
pecuario que recorre toda la línea del pinar dibujando una larguísima raya en
la falda del monte, por eso se llama este artículo el monte de la raya. Los
montañeros continuamos en dirección hacia el Puerto de la Morcuera que
dominamos con la vista y al que podríamos llegar sin mucho esfuerzo, pero nos
detenemos para escuchar la música agreste del Arroyo de la Media Luna.
Llegamos hasta
el Arroyo de la Media Luna. En el cielo juegan al escondite las bulliciosas y
cambiantes nieblas con el sol camuflado en moneda de plata.
En el cielo juegan al
escondite las bulliciosas y cambiantes nieblas con el sol camuflado en moneda
de plata. Los montañeros participamos del escondite y nos adentramos en el
tupido pinar entre el canto del carbonero garrapinos y el brillo verde del
musgo. El Arroyo de la Media Luna parece bravío entre la poca lluvia y el goteo
constante de la nieve del Pico Najarra. Cuando llegamos a la pista del Pinar de
Aguirre decidimos regresar y recorrer el cordal del camino pecuario que sigue
la ladera del pinar. Enseguida estamos flanqueados por el pinar a nuestra
derecha ladera arriba y por los robles rebollos ladera abajo que mantienen en
el monte un brillante color entre amarillo y ocre, pálido oro que enciende los
huertos a nuestro paso, hasta alcanzar un amplio paisaje de prados que caminan
hacia el collado.
Panorámica. En el amplio
paisaje de prados contemplamos una charca vallada destinada a la protección de
anfibios, al fondo un conjunto de austeros robles centenarios.
Tal vez este lugar sea
el conocido como El Descanso del Rey. A la derecha, cerca de los pinos, una
charca vallada está destinada a la protección de anfibios. A la izquierda, una
docena de fornidos robles centenarios llaman desde la silenciosa austeridad a
cuantos pasean por estos lugares; nos acercamos, conversamos con ellos, nos
fotografiamos y les rendimos reverencia
antes de emprender nuestro camino.
Ante los robles
centenarios. Este árbol que tiene un promedio de vida de trescientos años,
puede llegar a mantenerse sonriente y vivo hasta mil años.
Llegamos a la parte más
alta de la pradera. A la derecha, a través de una portilla, continúa la senda por
el pinar montaña arriba. A la izquierda retomamos nuevas señales de senda local,
en este caso SL-02 que nos dirigen sin posible pérdida monte abajo entre el
viejísimo robledal en el que otrora trabajaron muchas personas durante muchos
años haciendo carbón vegetal. Salimos del Monte de la Raya a la pista del Pinar
de Aguirre muy cerca del lugar donde habíamos aparcado el coche.
El sol canta mediodías en
lo alto del cielo completamente azul.
Javier Agra.
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