Estamos en el Jardín de
los Guerreros, corazón luminoso de la Pedriza entre el cielo y el sosiego;
sobre estas esculturas de siglos de verde y de piedra vuelan los mismos pájaros
que hace siglos, mantienen el brillo insumiso de su plumaje libre, de su mirada
que inventa la paz y la música; las mismas aves que clavan sus patas en el amor
de la tierra y construyen arboledas de esperanza entreabierta. Vuelan los
pájaros sobre esta inmensidad de roca y agua para expulsar el dolor de la
tierra, para construir cantos felices de nacimientos diarios en flores, en
hojas, en viento. La Pedriza es una amorosa presencia en este Jardín de los
Guerreros.
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