Este grandioso espectáculo
reconforta el volátil espíritu, un té caliente reconforta el cansado cuerpo.
Llegamos al Refugio del Toubkal
que será nuestro alojamiento las dos próximas noches. Es el que está en el
ángulo superior; a derecha vemos el Refugio de los guías, cocineros y demás
personas que se mueven en este servicio del turismo del Tubkal; en primer plano
el Refugio Les Mouflons.
Este paisaje está pelado a tres mil
metros. Sin embargo, la magia del agua continúa poniendo diferentes lugares de verdor y
vida. Las mulas que transportan los bultos de los
montañeros encuentran su espacio de verdor y el arroyo n’Isuguan les concede
liberarse de toda preocupación por el agua, ovejas y cabras pastan en los
alrededores, los montañeros no entendemos de dónde consiguen alimento en este
espacio del Alto Atlas.
Cae la noche, la luna en cuarto
creciente se pega al Pico Uanums, seguramente quiere pasar la noche en su
cumbre para indicarnos el camino que recorreremos mañana, si las condiciones y
las fuerzas nos son propicias.
Desayunamos temprano, igual que la
comida de anoche ha sido abundante y de muy exquisito sabor. Brahim, nos saluda
y nos espera. Pasamos el Assif n’Isuguan e iniciamos de inmediato la lenta
ascensión al Tubkal, en ese mismo instante supimos los montañeros que no había vuelta
atrás, solamente hacia arriba. A las cinco y media comienza a amanecer en este
lugar del mundo (el reloj marca dos horas menos que en Madrid); nosotros
ponemos ilusión y ganas, el Tubkal una inclinación feroz desde el mismo inicio.
Inicio del ascenso. Nada más
salir del Refugio superamos el Assif n’Isuguan y encontramos esos doscientos
metros de fina piedra.
Un primer escalón inmenso,
doscientos metros de ascensión entre piedra suelta y piedras más voluminosas
después, nos ocultan la vista del Refugio y no nos enseñan la cumbre donde
queremos llegar. De pronto estamos sin comienzo, sin final…la vida se torna
opaca con frecuencia ¿hacia dónde poner las pisadas, hacia dónde mirar?
Entonces nos agarramos a los grandes objetivos, a quienes fueron antes que
nosotros; entonces leemos, nos fiamos, caminamos…en nuestro caso el problema es
menor: Jose ha preparado muy bien la subida, el sendero hacia el Tubkal está muy marcado, además Brahim va con paso
seguro y nos guía.
Mucho más arriba volvemos a ver
el conjunto de los tres Refugios.
Segundo escalón de trescientos
metros; ascendemos entre enormes paredones y piedras de aspecto lunar, somos
más pequeños que casi todas las peñas, la montaña silenciosa nos habla de humildad,
de esfuerzo y confianza. Los montañeros, camino, esfuerzo y suspiro, ascendemos
aspirando el aire y el gozo de superar la altura que nunca habíamos subido en ninguna cumbre de la península
ibérica y aún del Teide (ninguna cumbre en España llega a la altura en la que nos encontramos), estoy más alto de lo que nunca he subido en mi vida. Es
posible superar el pasado, es posible intentar reconstruir la vida, llegar más
alto.
Desde la cima del Tubkal,
dominamos amplias vistas de picos que superan los cuatro mil metros.
Los trescientos metros del tercer escalón
son entre piedra suelta, nos exige esfuerzo y concentración; la subida es lenta…han
quedado más abajo algunas ovejas, entre nosotros vuela algún córvido festivo;
el aire se hace más espeso a cada paso; asoman nuevas cumbres a nuestros
alrededor; a la izquierda, allá arriba, nos saluda inmóvil e ingrávida la
antecima del Tubkal; emocionado sosiego, silencio y pulsión; el sol deja de
jugar con las cumbres y sale a nuestro encuentro; la cumbre pone sus
impedimentos a nuestra llegada, quiere probar otra vez más la voluntad de los montañeros.
Paso a paso, hemos llegado al Collado del Tubkal (Tizi n’Toubkal).
Desde el Collado del Tubkal. El Tubkal oeste, delante del Akiud y el Biguinnussen
Desde esta altura la vista se
agranda hasta el lago Ifni, hasta numerosas cumbres que superan los cuatro mil;
muy cerca oímos la tentadora llamada del Tubkal Oeste…guardamos fuerzas para
coronar nuestra cabeza con la corona del Atlas. El aire de los cuatro mil
metros exige mayor esfuerzo a los pulmones, el corazón emocionado suple las
posibles necesidades del resto de nuestro cuerpo. Otra vez una parada, otra
respiración más, otra mirada enamorada a la cumbre y volvemos a caminar.
Jose y nuestro guía Brahim en la
cima. Nuestro guía merece también un homenaje fotográfico.
El cuarto escalón, doscientos metros
que nos llevarán a la cima del Tubkal, va por una arista de sucesivas cumbres a veces nos muestran precipicios otras nos dejan ver lejanías…“nuestras vidas son las piedras que van
a dar al Tubkal…” Allá lejos está la pirámide que muestra la cumbre ¿lejos? Ya
no está lejos…nuestra vida pasada queda escrita en un instante, cada uno de
nuestros muchísimos pasos anteriores está señalado en esta pisada…Los
montañeros tocamos, abrazamos la Pirámide del Tubkal y sentimos más emoción que
ante las Pirámides de Egipto.
Hemos llegado.
La cima el Tubkal es muy amplia. Su
cima ha aprendido a hablar en múltiples idiomas y todos muestran un corazón lleno
de júbilo, de emocionados instantes, de lágrimas de contenido entusiasmo ¡Si la
humanidad entera subiera alguna vez al Tubkal! Cumbre de Paz. Traemos a la cima
nuestro agónico triunfo (agonía llamaba Miguel de Unamuno al esfuerzo constante
por superar la dificultad más profunda que es la vida), nuestra fatigada
gloria.
Javier Agra.
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