Conversación.
Con esta encina del Monte del Pardo me detengo a conversar en muchos de mis paseos de la mañana.
Llevaba un tiempo amplio recorriendo los caminos bajo las sombras de las encinas, escuchando el ronroneo de paseo de los conejos y aún su silencioso masticar la vegetal frescura de la mañana, bajo el sol entre las ramas en otros momentos de mi paso por el monte.
Me detuvo el siseo de una encina que pretendía conversación. Yo que no hacía ruido en mi caminar por respeto a la silente y maravillosa naturaleza que envuelve el monte del Pardo, acepté el susurro de la palabra para entretener el ocio de esta mañana entre las encinas.
Me recordó a los filósofos antiguos y me habló de Sócrates a quien aún hoy recordamos con admiración, de Platón y su enseñanza a través de la conversación, del peripatético Aristóteles, de tantos sabios que a través de la palabra expusieron, compartieron y entregaron su pensamiento como la mayor de las riquezas de la humanidad.
La palabra serena llega al corazón y pone el espíritu en paz; la palabra reposada expone la verdad sobre los niños escuálidos, sobre las guerras violentas, sobre el llanto acribillado de cristales estallados en la tormenta del terror, que serán vencidos por el arco iris del horizonte amanecido, por la flor naciente de la fraternidad, por la brisa de la igualdad.
Conversamos la encina y yo sobre la antigüedad y sobre el futuro, sobre hoy y sobre la rueda del tiempo que verá nacer sus retoños y mis descendientes cuando la tierra sea un lugar feliz y próspero, cuando aprendamos los humanos a abrazar árboles y sentirnos impregnados de la respiración misma de la naturaleza…
Javier Agra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario