Pocas cosas nuevas puedo añadir sobre las técnicas de subir a La Maliciosa, montaña que siempre me ha parecido muy poderosa en el conjunto de la Sierra de Guadarrama. Queda alejada de los diversos puntos de subida, pero siempre es como el último sueño profundo antes de la madrugada.
Desde el Regajo del Pez y el Collado del Piornal, o la Cuerda de Los Porrones; ascender Manzanares arriba hasta su nacimiento en ventisquero de la Condesa para después coronar la Maliciosa, o por el Valle del Arroyo de Peña Jardinera cerca de los Almorchones y superar el Peñotillo que siempre me ha parecido un filósofo meditando con los ojos cerrados; desde La Barranca y aún desde Navacerrada pasando por la Bola del Mundo. Son todas, y aún otras más, subidas llenas de esfuerzo y energía, de vitalidad y serena inmensidad.
Cumbre de la Maliciosa.
Entre barrancos y praderas, las cabras monteses han encontrado acomodo para su solaz y expansión entre las pedreras y los vegetales, entre los piornos y enebros, entre el brezo y el arándano, sin otros predadores más que las altivas águilas que cuidan el cielo de Guadarrama donde vuelan felices la collalba y el acentor. Los animales que pueblan su amplitud encuentras allí refugio, protegidos por las cariñosas y rocosas manos de la cumbre de la Maliciosa siempre incólume ante las nevadas, el sol o los vientos furiosos.
Cuántos siglos de novela y misterio encierra la Maliciosa! Cuentan de una bruja que tenía en su cumbre un vergel… cuentan de jinetes que en las noches de luna llena cabalgan sus cumbres buscando algún hilo de plata para coser la rueda de sus hazañas… cuentan de diablillos juguetones que encienden hogueras de madrugada para calentar sus correrías y se diluyen con los rayos del sol primero… cuentan acaso sonidos de gigantes aves prehistóricas que nunca llegaron a descender a los valles porque necesitaban todo el oxígeno de las altas cumbres para sobrevivir…
Comienzo el descenso, en mi corazón suena el concierto para violín de Glazunov y suena la libertad y la PAZ como deseo para toda la tierra.
Desde la cumbre puedo escuchar por toda la Sierra el concierto para violín y orquesta de Aleksander Glazunov (San Petersburgo 1865 – Paris 21 de marzo 1936), estoy en este ambiente contemplativo de la cadencia del violín en el moderato que envuelve el espíritu de la montaña. Comienzo el descenso en la amplitud de la serenidad montañera, incluso alguna cabra suelta que se cruza a mi paso camina al ritmo del andante sostenido del violín y la orquesta. Las manchas de nieve se agolpan hacia el Ventisquero de la Condesa para alimentar el nacimiento del Manzanares. Vuelan algunas aves de pequeño tamaño jugando con las retamas y los primeros pinos monte abajo entre el arpa y la trompeta con que vamos entrando al tercer movimiento del concierto de Glazunov.
Por todos los caminos, La Maliciosa es esfuerzo y sudor, es entusiasmo y sosiego, es lentitud como la naturaleza pausa su devenir a cada momento según conviene, es respiración fatigosa y corazón ardiente, es un abrazo de esperanzada libertad y de solidaria igualdad para todas las personas y la naturaleza entera.
Javier Agra.
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