miércoles, 19 de junio de 2024

MONTE DEL PARDO, BOTÁNICA IV

 

La naturaleza ornamenta nuestra existencia con sencillez y fortaleza. Al contemplar los primeros rayos del sol entre la vegetación del Monte del Pardo, el corazón se llena de plenitud luminosa y entona salmos al creador de tanta potencia evolutiva que me asombra y nos asombra, aunque lleve más de siete décadas de admirada visión. 


Baileya Multirradiata. De las más de treinta y cinco mil especies de Asteráceas, esta panta es seguramente la más abundante en nuestro monte. 

Hoy empleo una indeterminada porción de tiempo en palpitar con este ramillete de belleza que nos ofrece la amarilla visión de la Baileya Multirradiata en medio de múltiples plantas coloridas y vivaces. Es esta planta tenaz y resistente, llena de vigor y fortaleza, capaz de vivir entre peñascos y tierra árida para enseñar a los humanos la constancia y en entusiasmo de progresar en el servicio hacia todas las personas y la naturaleza entera.   

Retama: Innumerables variedades pueblan en monte del Pardo y el mundo entero. Ramaje lustroso y envolvente llena de luz extendida en retazos entre juegos de sombras y rayos de sol, alienta de diferentes colores le suelo ocre de la desnuda tierra. La retama me evoca recuerdos de infancia y trilla donde utilizabamos las escobas hechas con retama para terminar de recoger el grano y las granzas y también amontonar la última paja; recuerdos de las calles de tierra, cuando Acisa no tenía carretera, que nuestros padres barrían con aquellas escobas para preparar el pueblo en alguna fiesta especial durante el año.  

Con ella emparenta también la Genista de vistosas flores amarillas y blancas como nieve de primavera... Una leyenda de Guillermo el Conquistador de Inglaterra, de origen normando, dice que llevó una planta de genista en su casco como símbolo de valor y fortaleza, por eso fue un Plantagenet. (Seguramente la literatura forma aquí una hermosa leyenda, porque los Plantagenet comenzaron mucho más tarde con Enrique II). 



Gordolobo 

Gordolobo: Científicamente se llama Verbascum thapsus, del latín barbascum = barba, por la vellosidad que recubre su tallo. Entre otros nombres se le conoce como verbasco o hierba del paño. Esta planta vistosa y corpulenta es de hojas y flores sésiles (esto es, que nacen directamente del tronco o con pedúnculos casi inexistentes). Entre los griegos y los romanos ya se usaba su pigmento amarillo para hacer que el cabello fuera rubio.  

¡Vaya locura! / ¡Vaya el Color! / El amarillo se viene / grande y lleno de fervor / y le abren paso todos / como viendo a Agamenón. (del poema: “Ronda de colores” de Gabriela Mistral) 


La jara sale a nuestro encuentro en los caminos, en los riscos, entre los pinos, en cualquier lugar donde descansamos la vista.

Jara: de flor melífera por lo que atrae inevitablemente a las abejas que se afanan bulliciosas en su polen. El tallo tiene ese aceitillo pegajoso que se llama ládano. La jara y las setas, podría ser un título literario con amplio desarrollo en los montes de Moveros, Zamora, en los que he visto diferentes personas disfrutando de la contemplación y captura micológica durante buena parte de los meses de otoño. Planta muy útil en medicina. También conocida como jaguarzo, nombre literario. 



Sedum sediforme es esa planta entre amarillo y verde que se recorta contra el cielo.

Entre cardos y hierbas, sobresale la Sedum sediforme pequeña planta muy resiste a la sequía pues tiene capacidad de almacenar agua para distribuirla en tiempos de necesidad; plantas “suculentas” se llaman las que tienen capacidad de almacenar agua en alguna o en todas sus partes. Popularmente la llamamos Corre que te pillo, también Siempreviva o uva de diferentes animales. 

Javier Agra. 

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