lunes, 16 de marzo de 2009

DE LA MORCUERA A PERDIGUERA


Del Najarra a Hierro llegamos con una mirada desde la distancia. Han quedado atrás las Peñas Viborizas y el nacimiento de la Cuerda del Espartal...

La nieve ha puesto un manto de brillo en todos los caminos. Las huellas de los antepasados están desaparecidas por la fuerza de la luz que agranda la tierra. Es el día de la nevada y la esperanza. Aquí estamos ante el desafío, porque la vida es un desafio cada madrugada. También hoy, coma cada día, es necesario partir hacia el futuro; nada de arredrarse, ¡vamos!

Pasado Miraflores de la Sierra, en el Puerto de la Morcuera, apenas tres coches han llegado cuando nos estamos poniendo las botas, el abrigo... Es necesario armarse con valor para la lucha de la jornada, la vida es una jornada y otra más que nos acecha... estaremos preparados. Y allá vamos, monte arriba hacia la montaña.

Ha quedado atrás la Hoya del Nido, caminamos por el Portachuelo. La jornada está siendo luminosa, el caminar sereno y lento; es preciso caminar y caminar, cortando el viento y superando la brevísima nevada que nos acompaña esta mañana, como una manada de alimañas al acecho esperando el desaliento. Y seguimos: Jose marca el futuro, Munia explora la distancia, Pipa asegura la marcha y yo resisto firme en el camino, siempre hacia arriba.

El Cerro de la Junciana, nieve y sol, nos llevará hasta el Pico Perdiguera. Hoy más que desnivel hemos de superar la distancia. La distancia y el freno de la nieve. Una parada para el resuello y para el agua. Aquí miramos a lo lejos, todas las penas se acaban. Montaña y paz. Silencio y poemas del alma.

La música del carbonero garrapinos acompaña la cadencia de nuestros pasos. Atrás ha quedado el Centro de Educación Ambiental del Hornillo y la Chorrera de Majanavalle, voluptuosa y cantarina en esta época del año. El camino ahora está muy marcado por el G.R. 10; mejor, así podemos adentrarnos en la magia fantástica que nos acoje entre las paredes que bordean el Cerro del Cuclillo.

Atrás han quedado las Peñas Viborizas y el nacimiento de la cuerda de los Espartales. Atrás han quedado las penas y los dolores. Aquí estamos comentando, los cuatro, las alegrías y el futuro. Han pasado casi ocho horas desde el inicio, la vuelta parece que nos lleva a otro paraje: ahora nuestro coche está arropado por cientos de coches, nuestro silencioso paseo del día es ahora murmullo y juego. Llegamos. Nos aposentamos. Salimos. Ya estamos en casa. En el corazón queda el sueño de la vida y la poesía de sus valles.

Javier Agra.

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