sábado, 30 de junio de 2012

SENDA DE LAS CABRAS



Cuando Jose se enteró de que en la Sierra de Madrid teníamos algo que podía parecerse a un paso de vía ferrata, nos pusimos a investigar las posibilidades que teníamos de darle “felice término”; nuestras pesquisas nos pusieron a los pies de la ermita de San Isidro, patrón del Boalo; en un hermoso entorno por donde trascurre la Cañada Real Segoviana con permanente bullicio de gentes, trasiego de ciclistas y solaz de paseantes a caballo.
Ermita de San Isidro, inicio de nuestra marcha.
Ante nuestra vista se presentan esplendorosas tres cumbres que nos llaman con dulce ternura. Nuestro punto es la Peña del Mediodía y el inicio el sendero que sale recto hacia arriba, entre una variedad de posibles inicios. Como señalan las rutas entendidas hemos dejado atrás “una rústica cancela, formada por un viejo somier”. Sin embargo yo se que antaño fue somier de dulces sones y fructíferos encuentros; porque las cosas que hoy son, vienen de otras que fueron y así el ser y el no ser tienen un encuentro misterioso en la profundidad de lo desconocido.
Peña del Mediodía
Ganamos altura en rápidos zigzags continuando por el camino señalizado primero con hitos de piedra y, más arriba, con marcas de pintura blanca. Hicieron bien los marcadores de la ruta, porque el lugar que se observaba claramente desde la distancia está ahora perdido bajo nuestros pies en una maraña de maleza y rocas que nos lanzan de acá para allá, como atractivas y musicales sirenas, sin saber muy bien dónde pisar. No importa despistarse en este zócalo rocoso de abundante vegetación y sombra, donde nos cierra el paso una inmensa pared que hará las delicias de más de un grupo de escaladores. En la modestia está la grandeza: solamente hemos de alcanzar mil trescientos cuarenta metros, pero la hermosura de este entorno es tan sobrecogedora como la hermosura de un casi cuatro mil.

Entre inmensos berruecos de granito y alguna encina llegamos, con el corazón henchido de magia y ensueño, recorremos el zócalo de rocas, árboles y ensueño en dirección Este hasta descubrir – como un misterio inesperado – un pequeño cañón rocoso pegado a la pared – delgada vira que nos cose a las cumbres – por el que bajamos unos metros hasta unas campas de hierba.
Llevamos un rato haciendo la cabra por esta Senda de las Cabras cuando encontramos un sencillo conjunto escultórico: un lobo persigue a una cabra, así estará perpetuamente en infinito deseo de comérsela; más arribe más cabras guardadas por un pastor… así la excursión montañera tiene este solaz descubrimiento que nos descansa y entretiene.
La chimenea ferrata.
Llegamos a las clavijas. No tienen más pega que el posible vértigo que algún humano pueda padecer. Mientras Jose y yo estábamos tomando resuello y agua para hacer la escalada clavijera, bajaron dos chicos con tres perros: aquellos agarrados a la vía ferrata, estos danzando y brincando como quien sabe que sin temor a los problemas, los problemas se afronta y se superan (las más de las veces, que no quiero yo hacer una disertación filosófica sobre la superación de las dificultades).
Hemos escalado la vía ferrata y estamos en el Collado de Valdehalcones. Es el final de nuestra ruta de esta jornada. La vuelta será por el mismo camino: de modo que pensamos que no nos perderemos.
Javier Agra
P.D.: No nos perdimos, como podrá observar quien lea este texto. De lo contrario ¿cómo podría escribir yo está crónica verídico-poética?

lunes, 25 de junio de 2012

MONTÓN DE TRIGO CON MONTÓN DE GENTE


La sierra de Madrid se agranda desde Cercedilla. Múltiples caminos se ofrecen a los montañeros para muchas horas de paseo; pueden elegir otros caminos más reducidos; aún aquellos que deseen llegar y disfrutar sin pasear gran cosa pueden elegir las Dehesas de Cercedilla como destino. Me han contado – con dolor y lágrimas – que en los lugares de llegar, sentarse y volver para casa, se está notando mucha suciedad: ante esta noticia adjunto mi llanto al llanto general.
Por un precioso sendero entre pinos llegamos al Collado de Marichiva. Diría que nos ayudaron las señales de color rojo circular, pero como esos detalles saltan a la vista entiendo que mejor los obvio, pues los caminos son patentes y manifiestos en la sierra de Madrid. Mejor animo a los viajeros-montañeros-caminares-chiruqueros a disfrutar del verde de los pinos y el resplandor azulado del cielo solar entre la vegetación. Aprovecha ¡oh lector! para llenar tu espíritu del canto del carbonero garrapinos, de la musical llamada de la collalba gris, del silencioso rabilargo o del nocturno cárabo.


Buscando abubillas llegamos a la Peña Bercial. Bub, bub, bub…comentaba el colorido ave de penacho rojizo. Cucu, cucu, cucu… contesta el grisáceo cuco que tiene altavoces para pregonar su presencia. Ahora, cuando la primavera cuanta su final por horas, están los piornos en todo su esplendor amarillo balbuciendo un no sé qué de canto eterno para llenar de risa el alma de los viajeros de la montaña, de los viajeros de la vida, de los viajeros de la sonrisa y la fortaleza.

 Desde Peña Bercial, estamos viendo el Montón de Trigo. Pasear por la cumbre es silencio armonioso.

Hasta el Cerro Minguete todo es cumbre y visión sin fronteras. Madrid – que es ciudad inmensa y hermosa – aparece a nuestros pies como una bruma; Segovia – que es ciudad hermosa e inmensa – aparece a nuestros pies como otra bruma. El silencio de la montaña hace a la inmensidad pequeña, agranda lo pequeño y vuelve a unificar todas las cosas en la ternura y la grandeza.

 Cumbre en el Montón de Trigo. Al fondo la Mujer Muerta.

Seguimos hasta el Collado de Tirobarra. Cuando la Pinareja se apresta para recibir nuestra fatiga y transformarla en gloria, nosotros con unción y reverencia pedimos permiso para regresar por la loma hasta hacer cumbre en el Montón de Trigo. ¿Cómo no? – asegura la Pinareja que nos ha reconocido pues ya hemos conversado con su cumbre varias veces –. Ahí estamos un montón de gente en el Montón de Trigo, conversando con los halcones y los buitres; conversando silenciosos con la inmensa hermosura del pinar de Valsaín a nuestros pies; conversando íntimamente unidos a Peñalara que aparece al fondo y a la Cuerda Larga y a Siete Picos y a la vida y al futuro y a la eternidad.
Javier Agra.

domingo, 24 de junio de 2012

PIPA:PASEO Y FILOSOFÍA


He visto el sol galopando en las primeras lumbres de madrugada, mientras conseguía desperezar a mi paseante que aún ronroneaba entre las sábanas sin darse cuenta que ya teníamos que estar surcando los sueños del amanecer entre los riegos de los parques y los trinos de bostezo de los pájaros. Amanece en Madrid – incluso en verano amanece – antes de que el día se ponga pegajoso y somnoliento; esos albores primeros son los que guardo en mi retina para mejor llevar los sudores posteriores, como si se tratara de una cesta de fruta fresca. Cada momento tiene su misterio y es necesario acoger la maravilla de cada instante.

La maravilla de cada instante… ¡Mira que se lo digo a la gente que me encuentro en los paseos! Jose, el que tantas veces me ha llevado a la montaña, dice que estoy muy filósofa esta mañana. Ese es el resultado de mis silentes paseos: pienso y me hago un ser con la naturaleza; porque somos parte de la raíz, el tronco y el fruto del universo. Desde los filósofos presocráticos hasta los pensadores que hoy escriben y piensan existe la misma corriente subterránea: todos queremos estar unidos a la naturaleza porque somos parte de su respiración.

Somos parte de su respiración amigos míos. Cada uno en su puesto para transformar el común mundo en felicidad y sonrisa. Ya se ha levantado este actor, en horas de asueto, de modo que lo llevaré a buscar las fuentes y las flores; este actor cuyo espíritu seguirá  volando como una gaviota de playa o como lejano gavilán de altura, pero siempre susurrando a los corazones que un grupo de teatro es la vida de un pueblo: porque el teatro es raíz y pétalo, sabiduría y enciclopedia, realidad y sueño. ¿Acaso existe algo más hermoso que pisar en la tierra entre el barro diario y elevar la miseria hasta que estalle en brillos de esperanza?

Me diréis que todos – actores y no actores – buscamos lo mejor para la tierra. Salgamos todos y elevemos la tierra sobre sus miserias hasta que estalle en brillos de frutos maduros.


Esta foto está tomada un lugar de La Mancha…cuyo nombre es El Toboso. Aún estaba despuntando la primavera. No os extrañéis de no verme entre los actores que observan en la plaza; yo, Pipa, estaba con la cámara.

Javier Agra.

sábado, 23 de junio de 2012

PIPA: HE TERMINADO DE ESTUDIAR


He terminado de estudiar. Han sido muchas horas ayudando a María, la joven que vive en mi casa. Me he sentido bien pues el trabajo ha cundido y ha dado buenos frutos. Ahora que he cerrado los libros me percato de lo interesante que ha sido descubrir noticias y ciencia nuevas; darme cuenta, a mi dilatada edad, que siempre es posible el asombro ante lo nuevo.
El asombro ante lo nuevo o ante lo que vivimos cada día. Creo que los animales hemos de idear sistemas para enseñar a los humanos a no tener rutinas: ellos, como nosotros y como todos, vivimos haciendo siempre las mismas cosas; el secreto de la felicidad está en que siempre nos suene a nuevo y así siempre será distinta nuestra vida y cada día saludaremos al sol con entusiasmo renovado porque será un sol nuevo nacido para cada uno de nosotros; ¡anda que no podemos contarle cosas al sol mientras lo vemos por primera vez!
Por primera vez. Así salgo de casa cada mañana y así voy saludando a los árboles, a las aceras, los pájaros, el aire, las personas…todo es nuevo porque mi espíritu se está construyendo en la paz cada mañana para poder recordar siempre que el mundo está en proyecto hacia la libertad y la paz, hacia el perdón y la solidaridad. He terminado de estudiar…pero voy a empezar a escribir una tesis doctoral.
 Javier Agra.

viernes, 15 de junio de 2012

PIPA: ME HE DESHECHO DE DIEZ PELOTAS

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La verdad es que la vida me ha dado muchos regalos. Seguramente más de los que pueda agradecer a lo largo de mi existencia. Sabéis – pues lo he contado muchas veces –que no llegué a trabajar para la ONCE, como era el destino de mi nacimiento, por una lesión congénita: displasia se llama. Pero he sido y soy profundamente feliz, además de llevar desde mis primeros recuerdos una vida absolutamente “normal” por la montaña y por la ciudad, por los pueblos y por los rastrojos.
Siempre he sido austera. La austeridad es algo que aprendí en casa aunque seguramente estaba impresa en mi mente animal; pues si vivimos con lo mínimo necesario, la riqueza natural de la tierra se repartirá de un modo más equitativo. Por eso esta mañana salí al parque y desparramé diez pelotas para que otros las encuentren, se pongan felices y las utilicen: yo no las necesito ¡tengo más de las que seguramente usaré en mucho tiempo!
Además, con los años, me doy cuenta de que cada día necesito menos la pelota. Solamente me queda la gula de la comida y el frescor del parque. ¡Ay, salir estas noches calurosas! Tumbarme durante el día a la sombre de los chopos en la hierba verde recién regada: contemplar la lejana sierra y las cercanas gentes que pasean…tumbarme a reposar después de un dilatado paseo meditativo es mi mayor delicia.
Javier Agra.

domingo, 10 de junio de 2012

PIPA: SE ESTÁ DERRITIENDO LA NIEVE

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Se está derritiendo la nieve de la Sierra. Estas mañanas, después de pasear durante un tiempo, le miro a mi compañero con ojos luminosos y nos sentamos frente a la sombra de los prunos. Termina junio y me gusta mirar más allá de las vías del tren de Pitis, donde el horizonte se hace mezcla de montaña y cielo. Allí donde pasé muchos días saltando entre el verde y la vida, se está derritiendo la nieve: apenas queda una pincelada en el Ventisquero de la Condesa donde nace el Río Manzanares.
Hoy mis recuerdos se hacen vivos, por eso gusto de pasear despacio. Mi pasado va del corazón a la cabeza y allí se hace sangre y esperanza. Quiero vivir el tiempo que me reste entre los rumores de los pájaros del parque y el bullicio del agua de la sierra. Quiero que mi respiración se una al mismo aire de las aves y de la naturaleza entera, así construiremos una sinfonía de dulce futuro.
Seguramente escribiré aquí algunas reflexiones, ahora que mi corazón está en paz, en este blog que inspiré a quien firma; ahora quiero ser yo misma quien deje unas notas de ilusión para este tiempo opaco, porque la luz seguirá siempre aunque el corazón de los humanos se enturbie de desasosiego. Yo siempre he estado en paz conmigo y con la tierra. Sigo mirando a la lejanía, se está derritiendo la nieve de la Sierra.

Esta foto de grupo está tomada desde el Alto del Purgatorio un día que paseamos desde la Morcuera al Paular, la Cuerda Larga domina el fondo de la izquierda; solemne a la derecha, con la última nieve, admiramos Peñalara el techo de Madrid. La encontré en los archivos olvidados de quien va a la montaña conmigo; recuerdo que le enseñé que el esfuerzo es necesario y también la confianza en los amigos.
Javier Agra.

sábado, 9 de junio de 2012

CUMBRE DEL CERRO DE LOS HOYOS


Hemos vuelto. He vuelto.
El Cerro de los Hoyos atrae con melodías perennes como una infinita sirena del Peloponeso. Su nombre crece en mi espíritu como un silencioso campo de espigas donde las aves, iluminadas por la primera luz, se acunan a comer trigo. Llegar al Collado de la Ventana se convierte ya en una costumbre entre el verde brillante de los prados, el fresco olor de los pinos y el amarillo nuevo de las retamas.
Lagunilla del Lomo. De existencia efímera, es lugar de encuentro donde los animales de la tierra...
Hemos dejado atrás la Lagunilla del Lomo, donde los animales de la tierra y las aves del cielo tienen su inevitable encuentro entre la saciedad y la sed. Resulta ascético percatarse de lo animada que es la naturaleza inanimada, la grandiosidad de vida que esconde la materia que no tiene vida: así las piedras, la arenisca…sonríen de un modo distinto según dónde les acaricia el sol o tienen diferente ritmo de respiración una mañana de lluvia o cuando la nieve roza con suavidad la superficie…
 Desde la cima del Cerro de los Hoyos se ve la Cuerda Larga y se respira el mismo aire que reespira toda la Tierra.
Caminamos ya hacia el Collado de la U. Unos metros antes de llegar al mismo, está la indicación del GR que nos marca el camino hacia las rocas que, en forma de cueva, nos hacen subir en dirección hacia el Collado de la Esfinge por la Canal de las Abejas. Llegados a este punto…llegados este punto, Jose recuerda que es momento de agradecer la descripción que hace casiano (aparece escrito con minúscula en su blog) del Cerro de los Hoyos y el modo de llegar a la cumbre. Tiene razón. Jose se acuerda y me hace recordar con frecuencia a las primeras personas que abrieron caminos por la montaña: hoy nosotros lo tenemos más fácil, seguimos los pasos que otros dieron entre dificultades y entusiasmos. ¡Gracias casiano, gracias a tantas personas!
 Dentro ya del laberíntico recorrido, el espíritu se agranda y los caminos se encogen.
Puestos de espaldas a la cima del cerro de los Hoyos, descubrimos la entrada donde da comienzo la maravilla de encrucijadas y caminos que nos llevarán a la cumbre. Piedras que acogen a los montañeros con recovecos de sombra para el descanso, praderas escondidas donde el silencio es melodía que reconstruye el espíritu dolorido por las agonías de la vida: porque ahí arriba, donde el cielo y la tierra se confunden en el silencio y la hermosura, la agonía que es lucha y esfuerzo reverdece en victoria y descanso.
Dejamos el PR-M1 y nos dirigimos pegados al Cerro de los Hoyos, dejando a nuestra izquierda La Esfinge.
Chimenea de acceso a la escalada. A la derecha del espectador, izquierda de Jose, está el tramo de escalada.
La escalada final es solamente nuestra. Se terminan las teorías y los croquis de los caminos. Los cuatro metros de segundo grado son solamente nuestros, de nuestro miedo o de nuestra valentía; siempre con respeto a la montaña, hoy nos atrevemos y llegamos a lo más alto. Solemnidad del viento en la mirada, la palabra se hace poesía entrecortada, el tiempo se detiene entre la eternidad y la última pisada. Aquí están los montañeros diciendo que es posible ver el mundo desde otras perspectivas, que esta tierra está creciendo para que todos tengamos sitio y disfrute. Aquí están los montañeros entre la fatiga y la libertad conquistada.
 En la cima.
El regreso fue un invento. Pinar abajo, con dificultades sin cuento. Hasta que llegamos a una zona que había sido limpiada hace unos años – más de cinco y menos de ciento –. Monte abajo llegamos al Arroyo de Matasanos; nuestras dificultades se trocaron en cantos gloriosos cuando encontramos una antigua pista para los recorridos de limpieza forestal; una vez que llegamos a la pista de tierra continuamos por otro sendero musical pues siempre estaba a la orilla del Arroyo Matasanos, de modo que ya parecía que subía a nuestro encuentro el coche en lugar de bajar nosotros al lugar donde quedó aparcado.
Javier Agra.