sábado, 7 de abril de 2012

METÁFORAS

Hace no muchos días llegué hasta los sesenta años. Allí me senté con mis pensamientos, oteando ya hacia los valles de la vida en un descenso más o menos pronunciado de la montaña que me fue otorgada, de donde ya vengo de regreso; cuánto me resta hasta fundirme de nuevo con el valle de luz del que salí es un tiempo que no controlo, pero seré al mismo tiempo cumbre aireada por los vientos eternos y valle regado por las serenas agua sin término. A propósito de esta metáfora, tengo en mi cuaderno otras metáforas. ¿Se pueden construir metáforas sin decir palabras?

¿Si me siento noche en plena madrugada,
o tal vez opaco vidrio en un luminoso día,
o soy enfangado charco cuando la torrentera baja
estoy siendo una metáfora?

Lagos de la Munia, en Pirineos, al amanecer.

¿Si soy marchito brote en la eclosión de primavera,
o tal vez nido huero en medio del canto de la vida,
o soy grano sin germen cuando la vida brota
estoy siendo una metáfora?

Camino de Peña Ubiña.

¿Si soy profundidad desolada en medio de la sierra,
o tal vez soledad en la gloria de la nevada,
o soy nada en la cumbre de una montaña
estoy siendo una metáfora?

Paseando por las cumbres del Tornera.

¿Si se acercan a mí la naturaleza y las cabras,
o tal vez encuentro un árbol nacido entre las duras rocas,
o soy tirita en este caminar de soledad y ampollas
estoy siendo una metáfora?


Estas dos fotos son experiencias de metáfora en la Pedriza Posterior.

¿Si soy un Clavileño de fantasía iluminado,
o tal vez una juvenil sonrisa de empuje y ánimo
o soy sol para madurar los frutos de la tierra
estoy siendo una metáfora?

En la Casa Museo de Dulcinea, en el Toboso, Clavileño espera a nuevos andantes aventuraros.

Javier Agra.

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