Sallent de
Gállego es la población capital del aragonés Valle de Tena. Punto de encuentro
de montañeros que nos desplazamos por diferentes rutas llenas de misterio y
encanto. Bajo la rocosa mirada de la Peña Foratata, visito su templo gótico de
la Asunción con un retablo plateresco admirable y la preciada imagen de la
Virgen de las Nieves, patrona de la villa; paseo por el Puente Romano, también
del siglo XVI, antes de salir hacia el Refugio de Respomuso donde llegamos para
hacer noche, ya decaída la tarde.
Vista del Refugio y su entorno. Al fondo
reposa, desde tiempos atávicos (los latinos llamaban atavus al tatarabuelo
castellano), el Pico de La Gran Facha.
Amanece,
desayunamos y adecuamos el vestuario para la esperada marcha hasta los tres mil
cinco metros de la Gran Facha, también llamado Cúspide de Bachimala fronterizo
entre las cuencas de Piedrafita y Bachimaña. Es verano, ha nevado, el sol
amanece en oro plateado mientras caminamos por una ladera de verde hierba en
una pequeña canal en busca de las húmedas campas de Campo Plano donde destaca
su majestuoso ibón con las pareces de hormigón recuerdo de aquel amago nunca
realizado de cerrarlo en embalse.
En
nuestro camino pasaremos muy cerca de Campo Plano y Llena Cantal antes de
llegar a la cumbre final. Estos picos en forma de pirámide transforman esta
esquina del Valle del Tena en un asombroso paisaje de sueños y desvelos, no
asombro y de misterio, de trabajos y contentos.
Ahora llanea en
amplitud nuestro camino, una estaca con diferentes indicaciones de rutas,
asegura la buena dirección de nuestra marcha. Chapoteamos esquinas del Ibón de
las Ranas, algunos hilos de agua que bajan de las cumbres, completamos la parte
más llana y nos adentramos por la derecha del Barranco de Campo Plano, dejamos
la senda que sube hasta el Llena Cantal menos visitado pues le faltan pocos
metros para ser un tres mil; acaso en otra ocasión, aunque tenemos muchos
valles y muchos rincones recónditos que queremos recorrer.
El Barranco
inicia su andadura entre encajonado y agreste, poco a poco se va ampliando para
alargar la vista de los montañeros, poco a poco va salpicando de anchurosas
cimas y verdes horizontes nuestro corazón, de pedregosas laderas alejadas
nuestra marcha, poco a poco nos asomamos más allá de las encerradas piedras
para palpitar el aire abierto el mundo entero.
Llegamos a
los ibones de La Gran Facha.
Poco a poco,
asoma ante nosotros la anchurosa vista de los cóncavos de los Ibones de La Gran
Facha. Aquí medito sobre la historia legendaria de la persona que mandó poner
una pequeña ermita en la cumbre, dedicada a la Virgen de las Nieves, porque le
salvó de una muerte cierta en una caída peligrosa; cuentan que tomó con su mano
de madre el piolet sobre el que se apoyaba, bien es verdad que ayudada también
por una oportunísima rendija que entre la nieve tenía su abertura.
Así vamos
caminando hasta el Collado con hermosas vistas hacia nuestro camino recorrido y
también hacia el Valle de Marcadau, ya en Francia. En el recorrido de todas las
montañas es oportuno hacer diferentes pausas para reposar, para ponerse la
gorra y la crema, para mordisquear unas viandas, para conversar sobre las
vistas, para admirar en silencio y contemplar la grandiosidad de la naturaleza.
Este Collado es un asombro lleno de luz y eternidad.
Estamos en la
cima.
Llegamos a la
cima recorriendo una arista y superando algunas brechas, con precaución y sin muchos
problemas. En esta hornacina está sonriente la imagen de la Virgen de las
Nievas. Colosales vistas de hermosura y sosiego en derredor: Vertiente de
Respomuso, Vertiente de Panticosa, Picos
del Infierno, Valle de Marcadau, Frondiellas, Balaitús, Vignemale, Cambales…
Picos del
Infierno.
Regresamos con
serenidad y asombro, con canciones y silencio…
Javier Agra.