sábado, 12 de septiembre de 2015

ESCOCIA: AMANECE EN EDINBURGH



Como una ensoñación.
La ciudad de Edinburgh es como una ensoñación a la que hubiera podido llegar montado en los élitros de una libélula.
Sin embargo, llegué en un autobús nocturno tras ocho horas de viaje desde Londres.

Desde la Volcánica Salisbury Crags se divisa la ciudad de Edinburgh hacia el mar. Destacan el Castillo elevado a la izquierda de la imagen y a la derecha Carlton Hill.

Amanece en las llanuras de Escocia. El inicial sol se va comiendo las nieblas  de la madrugada, muy pronto domina toda la llanura; sin montañas que le hagan trabajoso el amanecer, tarda muy poco en hacerse señor de esta comarca de abundosa hierba, de animales que pastan sin ninguna prisa porque saben que el día será largo y la comida segura.

Bosques de coníferas se extienden acá y allá sin problemas de alturas que superar. El autobús muestra a los viajeros brillos y verdor, agua y vida; la temprana hora no es impedimento para la admiración; de pronto las coníferas son tan tupidas a ambos lados de la carretera que ocultan el sol justo antes de mostrarnos las primeras casas.

Las primeras casas de Edinburgh llegan hasta el autobús como furtivos ladrones; mezcla de edificios y enormes parques amplían la visión de la ciudad. El autobús se detiene en su estación. Apenas supera el reloj las siete de la mañana cuando estoy paseando por los preciosos Jardines de la Princesa con sus monumentos.

Jardines de la Princesa con el Monumento a Livingstoneen primer término. La construcción más vistosa que muestra la fotografía es el Monumento a Walter Scott; el monumento de mayor tamaño levantado a un escritor en todo el mundo.

La bruma de la mañana me transporta por las calles de la vieja ciudad. Agradezco al sol su claridad  con cada uno de los sorbos de café. He entrado a esta parte de la cuidad por Wawerley Bridge, me acerco a North Bridge y regreso hacia la ciudad nueva  por este puente, también llamado Puente de los Muertos en recuerdo de una leyenda de esta bellísima ciudad de leyendas. Dicen que cuando se construyó este puente habían preparado una gran fiesta para inaugurarlo y la persona más anciana pasaría la primera. Esa noche murió la buena centenaria elegida y los próceres de la ciudad decidieron que fuera su féretro el que abriera la festiva comitiva de inauguración.

Una vista de High Street de la royal mille de Edinburgh.

Me enteré de unas cuantas cuestiones que me interesaban para visitar durante mis días de estancia, no por el conocimiento del idioma sino por el perfecto español en que me atendieron con delicado mimo. Esta ciudad es sosiego y calma. El holster donde me alojaré está situado en el mismo corazón de Old Town desde donde puedo pasear y adentrarme en el bullicio creador del arte de este mes de Festival de Edinburgh.    

THE HUB una de las sedes del festival de verano de Edinburgh; la atención en general es deliciosa y en su cafetería exquisita. Por la escondida calle de la derecha se llega en un momento ya al Castillo.

Javier Agra.

sábado, 5 de septiembre de 2015

LONDRES: SONRISAS DEL TÁMESIS


                El cielo de London escribe versos con las sonrisas del Támesis.


La última vez que John Constable miró al Támesis temía que desapareciera todo recuerdo de vida de sus aguas. Durante su larga vida había recorrido el vivo verdor brillante de Gran Bretaña, había pintado bellos paisajes durante gran parte del siglo dieciocho y bien entrado el diecinueve; ahora temía por el antiguo río.

Le hubiera gustado a John Constable ver a la joven arrojando unas flores al agua limpia del Támesis desde el Lambeth Bridge esta tarde de septiembre del dos mil quince; el agua vuelve a tener mil variados peces, vuelos rasantes de gaviotas, silenciosos barcos, música en sus orillas entre los álamos del paseo. La joven agradecía con flores su estancia en la ciudad, el sosiego de esta inmensa población de parques interminables, de calles sin final, de colores multiétnicos, de estilos diferentes y armónicos.

He venido a Londres a buscar un hogar, a buscar un espíritu, a buscar un mundo sin fronteras, a buscar la sonrisa del Támesis que es sosiego y creación de eternidad.

Esta tarde no duerme Londres, la joven mujer escucha todas las horas del mundo desde el reloj de la Torre  del Parlamento, porque en Londres viven las horas de todas las latitudes y aquí se sienten cómodas cantando segundos para los corazones hindús, para los espíritus de toda la extensión de América, para los lejanos recuerdos de Asia, para los ojos que sueñan sus africanas tierras, para las gentes de cerca y de lejos que han puesto aquí su tienda acaso para siempre o tal vez para unas horas.

El Támesis tiene la belleza de todos los ojos del mundo, de todos los colores del mundo, de todos los idiomas del mundo, de todos los pasos que comenzaron a latir en los corazones de otros rincones del mundo. Toda la tierra se asoma a los doscientos setenta y cinco metros de anchura que acoge bajo el London Bridge. Allí sus aguas cuentan a la joven historias del pasado de cuento y miedo, de futuro de sonrisa libre hasta que la despierta sobre el poderoso Tower Bridge junto a la Torre de Londres.

La tarde llena de tonos y capas el cielo de Londres; sobre el Támesis se elevan los espíritus de la paz.

Sobre el Támesis, los puentes ofrecen sus ojos a los paseantes para que miren con sosiego las dos orillas; la una mira al turismo, al trasiego, a las gentes que van y vienen, al tráfico…; la otra orilla es el sosiego, el espíritu que vibra en los corazones, la sonrisa, la esperanzada ilusión de las personas que han llegado a Londres esta mañana buscando un futuro de libertad, la del pensamiento que lleva sueños hasta los últimos rincones de la tierra. Las dos orillas del Támesis giran incansables y en calma desde el London Eye que sonríe y aplaude al agua, a las gentes, a las aves, a los peces, a las plantas…

En el Globe asistimos a una representación de Hamlet.  Ser espectador es una emoción. Subir al escenario y dar vida a un personaje tiene que ser rayano a lo sublime.

La joven mujer ha llevado flores por la orilla del Támesis hasta el Teatro The Globe con sabor a Shakespeare y a brisa internacional. Dentro del teatro su alma se emocionó, se emocionaron sus ojos, se emocionó su espíritu hasta llorar ilusión. El Támesis es su historia y su profundidad y su silencio y su soledad y su pasado y su futuro y la flor de su rosal.

Javier Agra.

martes, 1 de septiembre de 2015

JORNADA PARA EL CUIDADO DE LA NATURALEZA




LA BOTA se llama esta hermosa formación rocosa de la Pedriza que parece caminar conversando con los pinos. Los montañeros la saludamos desde las cercanías del Miradero.

Los cristianos ortodoxos vienen celebrando desde hace algún tiempo una jornada de oración por la naturaleza. A esta iniciativa nos unimos, a partir de este dos mil quince, los cristianos católicos impulsados por Jorge Bergoglio, Francisco papa de la Iglesia Católica. Así, celebramos este primer día de septiembre, la jornada mundial de oración por el cuidado de la creación. Es un testimonio ecuménico de llamada a todas las personas para concienciarnos en la unidad que formamos con toda la naturaleza.



Desde la subida a la CUEVA DEL MAQUIS, este conjunto de piedra, vegetación y buitre nos llaman a la armonía con la naturaleza entera.

Caminamos por nuestros lugares a diario y respiramos vida.
Nos movemos por el campo y se nos llena el espíritu de sosiego y fortaleza de la naturaleza, de las aves, de las flores, del sonido del agua.
Subimos a la montaña y el corazón se une a la agreste canción de la tierra de la que formamos parte.

Desde el silencio y la canción somos naturaleza.
Desde la oración y la reflexión nos construimos unidos a los árboles, a las rocas, a los arroyos.
Desde la luz de nuestros ojos y la oscuridad de la noche somos una respiración con las montañas, los valles, los caudalosos ríos.
Desde la palabra y la paz somos uno con los animales que rumian, con los carnívoros, con los que reptan apegados a la tierra, con la vida multiforme bajo el agua.
Desde el cuerpo que es espíritu pertenecemos a la tierra que camina hacia la luz, hacia la justicia, hacia la libertad, hacia la paz.

Atardece en Castilla. El corazón se nos llena de sosiego y camina por la inmensidad con la luz, la vida, la paz.

Javier Agra.